El proceso electoral, que en primera vuelta culminó el pasado 17 de agosto, ha colocado nuevamente en agenda el tema de la relación bilateral con nuestro vecino la República de Chile. La primera señal de que este tema tiene relevancia mediática fue la declaración a los medios de prensa del Presidente del Senado, en ese momento candidato presidencial, opinando que se debían restablecer relaciones diplomáticas con Chile. “No podemos claudicar nuestra salida al mar, pero tenemos que restablecer relaciones plenas con Chile, no tenemos embajadores”, expresó Rodríguez en una conferencia de prensa producida el 9 de julio pasado.
El 24 de agosto, una semana después de las elecciones, el candidato ganador de la primera vuelta electoral Rodrigo Paz –en un programa televisivo que los medios de prensa digitales no tardaron en replicar– declaró: “yo voy a reabrir las relaciones con Chile, con los Estados Unidos… voy a reabrir relaciones con todo aquel que sea un buen socio, para que Bolivia se reactive y la gente tenga empleo, trabajo y una vida digna”.
En la nota periodística que Brújula Digital publicó se señala que además Paz indicó que “si bien el tema marítimo está en nuestro espíritu, no resuelve las necesidades básicas de la población, por ello planteó establecer vínculos distintos con Chile y otros países con el objetivo de generar una dinámica renovada y basada en el apoyo mutuo”.
Esa noticia apareció también en La Tercera de Santiago, bajo el titular “Rodrigo Paz quiere reimpulsar el comercio entre Bolivia y Chile, y se abre a retomar relaciones diplomáticas a través de embajadores”. Era obvio que tendría eco en la prensa chilena la declaración del candidato que obtuvo un tercio de la votación nacional y disputará la segunda vuelta con el ex presidente Quiroga el próximo 19 de octubre.
El ex presidente Jorge Tuto Quiroga también se refirió a la relación con Chile –en una entrevista concedida a la agencia de noticias EFE, que también fue publicada en La Tercera de Chile y en El Comercio del Perú– en sentido de afirmar que si gana la segunda vuelta electoral el 19 de octubre próximo “propondrá al gobierno del presidente argentino, Javier Milei, y al próximo ejecutivo de Chile coordinar políticas para que los tres países lleguen a ser una potencia mundial del litio”; acotando que “tenemos el 60% del litio en el mundo, podemos ser potencia mundial del litio entre los tres, Bolivia a la cabeza, y hacer zonas francas para generar producción de baterías de litio”.
A lo anterior hay que sumar las declaraciones de Luis Arce a El Mercurio de Santiago, saliente mandatario boliviano que en una entrevista publicada el 20 de agosto pasado, respondiendo a la pregunta que le formuló el periodista sobre si creía posible restablecer las relaciones diplomáticas, respondió que las relaciones de Bolivia con Chile “han tomado otro rumbo” y que “estamos avanzando en ese proceso” apuntando, al mismo tiempo, que Bolivia ha incorporado dos nuevos productos de exportación a Chile –la carne y la leche– y que la línea aérea BOA ingresará a Arica y Santiago.
Dos diplomáticos, Javier Viscarra de Bolivia y Gabriel Gaspar de Chile, han escrito sobre esta coyuntura en la relación bilateral. Viscarra señala en su artículo “Bolivia y Chile: cuanto el viento cambia” (Brújula Digital, 12/ABR/2025) que “la idea de reanudar relaciones diplomáticas, interrumpidas desde hace casi medio siglo, ha vuelto a instalarse con cierta regularidad en conversaciones políticas, académicas y empresariales de ambos países” y enseguida afirma que el clima se ha tornado propicio para esta nueva etapa.
Gabriel Gaspar, un agudo analista de temas internacionales, en su artículo publicado en La Tercera bajo el título “Chile y Bolivia ¿relaciones diplomáticas en el horizonte” el pasado 26/AGO realiza un recuento de los temas más sensibles de la relación bilateral como el de la migración ilegal, el combate a las mafias transnacionales que se dedican al narcotráfico, el robo de motorizados y el contrabando, sin dejar de lado los aspectos logísticos para mejorar el intercambio comercial incluyendo a los puertos de Antofagasta, Iquique y Arica. Gaspar puntualiza que “es posible construir miradas comunes con Bolivia” y sugiere abrir una hoja de ruta que conduzca a la reanudación de relaciones diplomáticas.
Por mi parte anotaré que he manifestado en varias oportunidades la necesidad de restablecer relaciones diplomáticas con Chile. Entre las razones que me impulsan a esta postura se encuentra la de una realidad incontrastable: Bolivia y Chile son vecinos y lo seguirán siendo por los siglos de los siglos; tienen una frontera común de 860 kilómetros aproximadamente; comparten la Cordillera Occidental de los Andes como límite natural; y ese espacio geográfico tiene un gran potencial minero.
De hecho, así como el estaño sostuvo a Bolivia durante décadas el cobre ha sostenido hasta la fecha al vecino país, pero además existe plata, oro, zinc, antimonio y tierras raras en ambos lados de la cordillera. El litio del Salar de Uyuni (con mínima explotación comercial) y el del Salar de Atacama (que ha convertido a Chile en el primer país exportador) demuestra de manera palpable la identidad de intereses económicos entre ambos países, que pueden llegar a complementarse.
La migración de bolivianos hacia Chile se ha incrementado enormemente en la última década. Según datos del Censo de Población que el INE acaba de publicar, entre 2012 al 2024 un total de 328.546 bolivianos se fueron del país, la mayoría hacia ese país vecino donde, hoy por hoy, viven aproximadamente 250.000 bolivianos, razón más que suficiente para fortalecer no sólo los consulados que nuestro país tiene en Arica, Iquique y Antofagasta sino para justificar que se eleve el nivel de la relación a embajadores plenipotenciarios con sedes en Santiago y La Paz respectivamente.
Otro de los aspectos centrales de la relación de vecindad es el intercambio comercial entre Bolivia y Chile y el acceso a puertos del norte chileno, en los cuales Bolivia ha tenido una dilatada interacción.
Arica fue el puerto natural de la Audiencia de Charcas y cuando perteneció al Perú fue igualmente el sitio portuario de ingreso y salida de mercancías hacia y desde Bolivia. Actualmente el puerto de Arica mueve más de tres millones de toneladas, de las cuales el 78% es boliviana. El Tratado de 1904 estableció la obligación de Chile de construir un ferrocarril que uniera Arica con La Paz, línea ferroviaria que, dicho sea de paso, está expedita, pero sin operación alguna.
Precisamente, uno de los temas que debe obligar a ambos Estados a sentarse en una mesa es el de la integración ferroviaria, incluido el ansiado Tren Bioceánico. Anotemos también aspectos de orden logístico en general, régimen aduanero y facilitación de visas de trabajo y estudio, como aspectos relevantes que deben ser conversados al más alto nivel y no sólo en comisiones de escasa capacidad decisoria.
¿Y el tema marítimo? se preguntará más de un lector.
Este tema también debe conversarse y el nivel para hacerlo es el de embajadores que posean facultades de sus respectivas cancillerías. Aunque conviene remarcar que los cónsules generales, que hoy son jefes de misión en Santiago y La Paz, actúan en los hechos como embajadores.
Se debe recordar que en la etapa de la Agenda de los 13 puntos (2006-2011) la relación bilateral escaló inclusive a nivel de cancilleres y jefes de Estado, por tanto ¿qué obsta entonces para la reanudación de relaciones diplomáticas? En mi criterio sólo se necesita voluntad política y una mirada de futuro. Bolivia y Chile deben aprender de los errores del pasado y comenzar sin demora a transitar por una vía de cooperación, entendimiento y solidaridad vecinal.
Los desafíos son múltiples, pero abordarlos, atenderlos y buscar su solución sólo se logrará en el nivel que corresponde a la magnitud de esos desafíos. La oportunidad para avizorar nuevos vientos es la actual coyuntura política. En noviembre de este año un nuevo gobierno se instalará en Plaza Murillo y en marzo del 2026 se producirá el cambio de mando en La Moneda. Que los nuevos vientos sean buenos. Ambos países lo necesitan
///