Con base en anteriores contribuciones desde al menos 2010, en mayo de 2017, daba cuenta de que Potosí se había convertido otra vez en el líder exportador de Bolivia (Véase, por ejemplo, https://www.noticiasfides.com/opinion/la-economia-boliviana-se-deshidrocarburiza-y-desindustrializa). Hasta ese momento, este dato no podría haber sido otra cosa que coyuntural. Desde entonces, se han empezado a visualizar algunos factores de orden estructural que hoy requieren un nuevo escrutinio.
En el presente trabajo asumo este desafío, teniendo en cuenta la metodología planteada en mis anteriores artículos sobre el carácter extractivista y primario-exportador de Bolivia, así como la relación entre extractivismo y desindustrialización en el país.
Este procedimiento consiste en realizar diferentes ajustes a las cifras correspondientes a exportaciones provenientes de los dos sectores principales de la economía, el primario y el secundario[1], a partir de una correcta conceptualización de lo que viene a ser un producto industrial de exportación, el cual resultaría de una transformación de materias primas, más allá de una simple agregación de valor.
Volvamos ahora a examinar los mencionados determinantes de carácter constitutivo.
En primer lugar, el proceso de deshidrocarburización, posiblemente iniciado a principios de 2015, luego de la estrepitosa caída de los precios del petróleo y el gas el año anterior, aunque observado por primera vez en 2017, se habría profundizado, al tiempo que el subsector minero-metalúrgico habría salido en rescate de la fuente del mayor boom económico de la historia reciente en Bolivia. Esto es evidente, al presente, en tres momentos de análisis, cubriendo un espectro de más de 15 años. Efectivamente, cuando se agregan los valores de exportación de los minerales y químicos erróneamente clasificados como parte de la “Industria Manufacturera” (oro metálico, plata metálica, estaño metálico, antimonio metálico y óxidos de antimonio, otros metales manufacturados, cobre refinado cátodos, sustancias y productos químicos y ácido bórico) a “Extracción de Minerales”, sustrayendo tales valores de dicho subsector económico, correspondientes al primer trimestre de este año, se observa que las exportaciones del subsector minero-metalúrgico alcanzan una participación del 57.6% en las exportaciones totales, mientras que las exportaciones del subsector hidrocarburífero, ampliadas por las exportaciones de “productos refinados de petróleo” y “gas licuado de petróleo (GLP)”, incluidas del mismo modo equivocado en “Industria Manufacturera”, se reducen a una contribución de apenas 16.6% a las exportaciones totales. Estos valores contrastan con aquellos referidos a 2017, 47% y 33%, respectivamente y a 2010, 39% y 41%, respectivamente, permitiéndonos comprobar la hipótesis de trabajo relacionada con los procesos de deshidrocarburización y mineralización de nuestra economía entre 2010 y 2025.
En segundo lugar, una vez efectuados los ajustes necesarios en “Industria Manufacturera”, incluido el traslado de los valores de exportación de “soya y productos de soya”, “girasol y productos de girasol”, “maderas y manufacturas de madera”, “cueros y manufacturas de cuero”, “palmitos”, “carne de especie bovina”, “cacao” y “azúcar” a las exportaciones de “Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y Pesca”, se encuentra que el aporte porcentual de las exportaciones industriales a las exportaciones totales en el primer trimestre de 2025 llega a un 9%, mientras que las exportaciones ampliadas de agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca suben a un 16.4%. Esto representa un incremento de las exportaciones verdaderamente industriales del 4% respecto al mismo período en 2017 y del 3% con relación a 2010. Este hallazgo pone en cuestión la tesis de desindustrialización de la economía boliviana, aunque dado el tamaño actual del subsector industrial, no denota ningún avance económico significativo. Asimismo, los datos ajustados muestran un aumento de las exportaciones de Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y Pesca de poco más de 3 puntos porcentuales respecto a 2010 y algo más que un punto porcentual con relación a 2017, que sólo ratifican la ausencia de un auténtico cambio estructural en la economía.
En tercer lugar, los valores de exportaciones referidos a los tres primeros meses del año colocan otra vez a Potosí en una posición de liderazgo, con una contribución del 41% a la generación de divisas en el país. Si bien este resultado habría tenido un proceso de gestación de un poco más de un año, por cuanto se ha podido evidenciar que, hasta la primera mitad de 2024, Santa Cruz seguía ejerciendo su fuerza exportadora dominante, todo parece indicar que desde la segunda mitad del año pasado y, particularmente, a partir de 2025, el rol de Potosí habría adquirido un carácter estructural, lo que significaría que esta situación podría permanecer por un tiempo relativamente prolongado. Las cifras descubiertas en la investigación exhiben un desplazamiento mayor de Santa Cruz (con un aporte de apenas 23% en el período de análisis este año) por Potosí en la generación de divisas con un incremento de 13 puntos porcentuales respecto a 2017 y 11 puntos porcentuales con relación a 2010[2]. Este pronóstico tan favorable para Potosí de cara a los siguientes años se apoya en la existencia en el departamento de una enorme cantidad de recursos minerales llamados críticos para la transición energética global, entre los que se puede mencionar al antimonio, el bismuto, el estaño, la plata, el zinc, el galio, el germanio, el indio, el litio, el magnesio, el sodio y el boro. Urge entonces modificar el marco jurídico para fomentar la inversión extranjera directa en condiciones ventajosas para el país con vistas al desarrollo de yacimientos mineralógicos ya identificados, tales como el Salar de Uyuni y otros salares más pequeños en el sudoeste del departamento, con recursos minerales de inconmensurable valor en aplicaciones relacionadas principalmente con la electromovilidad, así como Amayapampa y Mallku Khota, conocidos por su potencial en minerales imprescindibles para la fabricación de los semiconductores más avanzados y otros dispositivos de alta tecnología.
En este contexto, el nuevo gobierno nacional, a instalarse en noviembre de este año, debería enmendar el error cometido por anteriores administraciones de ignorar a Potosí, como factor dinamizador de la economía, estableciendo los incentivos (por ejemplo, impositivos y no impositivos) necesarios para que los más de 3 mil millones de dólares a ser generados por el departamento en 2025 no continúen saliendo hacia países vecinos para agudizar la escasez de dólares, contribuyendo más bien al desarrollo de nuevos emprendimientos económicos en el país que aumenten el valor agregado de los productos minerales potosinos y sienten las bases de un genuino proceso de transformación industrial en el nuevo pivote del progreso nacional.
* Economista.
[1] Queda pendiente la incorporación del sector terciario en este análisis, con el turismo ocupando un lugar preponderante en el mismo. Entre otras exportaciones de servicios se pueden citar, por ejemplo, a los servicios profesionales, servicios financieros, ingeniería y consultoría, servicios de tecnología de información, servicios audiovisuales, transporte y logística y servicios culturales y de entretenimiento. Resulta claro que esto sólo será posible en la medida en que las estadísticas nacionales oficiales evolucionen en esta dirección.
[2] Estos resultados se ratifican con información estadística oficial obtenida para el primer semestre del año que no se comentan en esta contribución para mantener su enfoque comparativo respecto a 2010 y 2017.
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