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Testimonio del hermano de García Márquez: Gabito era un narrador de la vida

Con un pequeño tour por las calles de Cartagena, Jaime García Márquez recordó algunas de las anécdotas de su hermano Gabito.


Viernes 21 de Abril de 2017, 3:15pm






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Cartagena de Indias, 21 de abrl (César Sánchez Carranza, Urgentebo).- "Cartagena es un lugar hermoso, pero los que vivimos acá aún no logramos apropiarnos de su rica historia y cultura”, afirma Jaime García Márquez antes de empezar el recorrido que preparó para hablar de la vida y las anécdotas de Gabo, su hermano ganador del Premio Nobel de Literatura.

Jaime espera en la esquina de la calle Cabrero, al lado del museo Rafael Nuñez – hijo benemérito de Cartagena-  vestido totalmente de blanco. Una camisa de seda, pantalones de tela y zapatos, que combinan con su blanca cabellera, es el atuendo elegido para recorrer las calles de Cartagena, la ciudad colombiana que albergó a Gabriel García Márquez durante gran parte de su vida y que le inspiró a escribir clásicos de la literatura como “El amor en tiempos de cólera” y “El relato de un náufrago”, entre otros.

Con una botella de agua en la mano, Jaime es un hombre educado y tranquilo. Insistentemente pide que no se use la grabadora, pues a él le interesa más el diálogo.

“No me compare con Gabo porque él es un narrador, un cuentista de la realidad y lo que yo cuento no tiene importancia”, asegura con una sonrisa al referirse a la “popularidad” que tiene en la ciudad por ser el hermano del autor del realismo mágico.

Gabriel García Márquez llegó a Cartagena de Indias en 1948, obligado por la coyuntura que su país vivía en aquel momento.

“Gabito siempre contaba que lo primero que vio al llegar fueron las murallas de la “Ciudad Vieja” al atardecer”, recuerda Jaime.

El recorrido de Jaime García empieza, y no por casualidad, en la Plaza de San Diego, la más importante de Cartagena y en la que Gabo encontró la inspiración para algunas de sus más importantes obras.

“Cuando Gabito buscaba inspiración salía a dar vueltas a la plaza, porque él se inspiraba del ambiente”, señala.

Se toma unos segundos, frota su frente, como si buscara más recuerdos de su hermano mayor, alguna calle importante para él, algún edificio histórico o un personaje de relevancia. Toma un sorbo de agua, y empieza una nueva historia, esta vez relacionada con su familia.

 “La primera máquina de escribir que tuvo Gabito se la mandó papá por correo. La verdad no sé cómo hizo para enviársela, porque en aquella época todo era más complicado”, dice.

Ese es un detalle importante en la vida de Gabo, pues el premio Nobel de Literatura siempre había tenido una relación de “amor y odio” con su progenitor.

De hecho, Jaime asegura que “El amor en los tiempos de cólera” “es una metáfora del amor contrariado de sus padres”.

El recorrido continúa, a media cuadra de la Plaza San Diego, camino a la casa de Gabo, se encuentra el hotel Santa Clara, el histórico edificio que tiene casi 400 años de historia y que antes de ser uno de los primeros hoteles de lujo de Cartagena fue un convento de las clarisas, una penitenciaría y hasta un hospital.

Este es otro de los lugares de Cartagena que tienen una especial significancia en la obra de Gabriel García Márquez. Pues en 1949, como reportero del diario local El Universal, visitó el lugar en busca de una noticia y se encontró con el vaciado de algunas criptas de monjas y otras personas enterradas allí en el siglo XVII. En esa visita supo de la Sierva María de todos los Ángeles, hija del marqués de Casalduero, que murió a los 12 años y de quien se inspiró para escribir “Del amor y otros demonios”.

Aún hoy, esa cripta es conservada como parte del hotel.

“Mi hermano decía que la vida no es la que uno ha vivido, sino aquella que recordamos y cómo la recordamos”, asevera Jaime mientras camina hacia, quizás, la parte más importante del recorrido.

En la calle del C Rayo 30 205, a una cuadra y media de la Plaza San Diego, está la casa donde Gabo pasó sus años en Cartagena.

Una casa antes de la fachada naranja que dejó Gabo en Cartagena, hay un pequeño mural que muestra la sonriente cara del premio Nobel y, a su lado, una reflexión: “Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía”.

Después de unos segundos el paseo continúa. El penúltimo destino es la Universidad de Columbia, lugar donde descansan las cenizas de Gabo, a unas cuatro cuadras de la que fue su casa.

En el camino, con una caminata lenta y cuidadosa, Jaime recuerda otro suceso que inspiró a Gabo.

Siempre con la botella de agua, cuenta que otra de las calles de Cartagena que tuvo vital importancia para la creación del premio Nobel fue la calle San Diego de Dios. Pues fue ahí donde encontró al protagonista de una de sus obras más importantes: El relato de un náufrago.

Los minutos pasan, y Jaime no se cansa de hablar de “Gabito”, como le dice cariñosamente a pesar de ser su hermano menor.

Toma su último sorbo de agua, con su botella de agua vacía y una pícara sonrisa pregunta, ¿vamos a tomar una cerveza fría?

El centro viejo de Cartagena está a pocos minutos del lugar. “Ese es el mejor lugar para tomar una cerveza y seguir con nuestra conversación”.

Jaime se pide una cerveza Águila. Tras unos minutos de silencio, vuelve a recordar la vida de su hermano. Recuerda que, de vez en cuando, Gabo disfrutaba de un buen cigarro, de escuchar un buen tango y no era ajeno a seguir con la mirada a alguna linda muchacha que pasase por su lado.

Eso sí, Jaime asegura, que una de las claves para Gabo era la disciplina.

 “Disciplina, disciplina pura”, asegura y da detalles de sus rituales.  Su hermano solía caminar en la mañana, jugar un poco al tenis, tomar una ducha, escribir hasta las dos de la tarde, almorzar, tomar una siesta y “parrandear toda la noche”.

También habla de su infancia y cómo su abuelo alimentó el talento del niño con libros y diccionarios; además, asegura que a Gabo “no le ha gustado ninguna de las adaptaciones” que se han hecho de sus libros llevados al cine.

 “No hay una sola palabra que sobre en la obra de Gabito. Usted toma un libro y retira una palabra y todo se viene abajo”, asegura antes de finalizar su relato.

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