Octubre 15, 2025 -HC-

1,8 millones de bolivianos se fueron. Tu voto puede evitar que sean más


Miércoles 15 de Octubre de 2025, 11:45am






-

Viajar es lo más hermoso que existe. Pero viajar porque tu país te expulsa, porque aquí ya no hay para comer ni para soñar, porque el futuro se ve más negro que una noche de tormenta, eso no es viajar. Eso es exilio impuesto, disfrazado de ventaja o de oportunidad. Y eso duele.

Duele como duelen las despedidas en el aeropuerto, cuando abrazás a tu hermano sabiendo que tal vez no vuelva en años. Duele como duelen las videollamadas de cumpleaños, viendo cómo tus sobrinos crecen con otro idioma, en otra tierra. Duele saber que —según la Cancillería boliviana— hay 1.8 millones de bolivianos –el 15% de nosotros- dispersos en Argentina, España, Chile, Brasil, Estados Unidos, trabajando dobles turnos para mandar plata a casa, para que los que quedamos acá podamos sobrevivir.

Y mientras tanto, en nuestras propias narices, los que nos llevaron a este desastre tienen el descaro de decir «nos van a extrañar». Tienen el cinismo de presumir que el aumento de las remesas es mérito del Gobierno, haciéndose la burla de cada compatriota que se dobla el lomo laburando en Madrid, en Santiago, en Sao Paulo, solo para que su familia coma.

Este domingo 19 de octubre no estamos eligiendo entre dos candidatos. Estamos decidiendo si queremos seguir siendo un país que expulsa a sus hijos o si queremos ser un país donde nadie más tenga que irse.

No hay mucho que elegir entre estas dos opciones, es cierto. No hay propuesta perfecta. Pero se trata de decidir si seguimos arrastrando esta carga de corrupción, incapacidad, demagogia y mentira o si le damos una oportunidad real al cambio. No solo un cambio de presidente. Un cambio de país verdadero. Estemos seguros: si votamos mal, si volvemos a elegir el mismo modelo que nos trajo hasta aquí, preparémonos para despedir a más gente, familiares y amigos. Preparémonos para que nuestros hijos también se apresten a hacer maletas. Preparémonos para que Bolivia se convierta en un país de viejos nostálgicos y niños que crecen sin tíos, sin primos, sin barrio, sin la familia completa.

Según una encuesta realizada por Unifranz a fines de 2024, seis de cada diez bolivianos se irían del país si pudieran ¡Seis de cada diez! Esto no es estadística. Es un grito desesperado, desilusionado, decepcionado. Es un país exclamando: “Ya no aguanto más!

Y sí, lamentablemente, los que nos trajeron hasta aquí siguen gozando de privilegios, siguen con sus discursos bonitos, siguen prometiendo lo que nunca cumplieron o siguen echándole la culpa a otros de sus desaciertos y perversiones. Quizás sea porque fuimos incapaces de ponerles freno a tiempo. Porque nos acostumbramos al caudillismo, al odio impuesto, a sacarnos la mugre entre compatriotas mientras los de arriba se repartían el botín, y brindaban sus fechorías. Se quitoneaban el país, y no dijimos nada.

Pero nunca es tarde para corregir lo torcido.

Este 19 de octubre se nos presenta una oportunidad. No la única, pero quizás la última antes de que Bolivia deje de ser país y se convierta en aeropuerto o terminal de buses con destino al extranjero.

Votemos pensando en los que se fueron. En el tío que ya no vuelve. En la hermana que envía dólares, pero extraña el silpancho, la sopa de maní o el majau de mamá. En el amigo que murió lejos y sus restos quedaron en tierra ajena porque acá no le dieron condiciones para vivir.

Votemos para que nadie más tenga que dejar a sus padres ancianos para buscar trabajo en otro país. Para que ninguna madre más tenga que ver a sus hijos solo por pantalla. Para que ningún niño más crezca sin abuelos porque están en Bolivia y él ya es de otro lado.

Votemos para reconciliarnos. Con el país. Con nosotros mismos. Con la posibilidad de creer que Bolivia puede ser un lugar donde vivir sea digno. Votemos para que viajar vuelva a ser placer, no necesidad, no urgencia ni exilio. Para que nuestros hijos no tengan que elegir entre quedarse y fracasar... o irse, soñando en triunfar lejos de casa y ausentes de la familia.

Votemos para construir un país donde todos —collas, cambas, chapacos, kochalos— podamos desarrollar nuestro talento y nuestros sueños sin tener que cruzar las fronteras vecinas ni las de otro continente.

Y si tenemos suerte, votemos para que algún día, los que se fueron, puedan volver, sin miedo, sin papeles ajenos, sin sentir vergüenza de su bandera.

Votemos en definitiva, para que nadie más se vaya.

///

 

.