La sociopatía como la psicopatía son dos términos muy relacionados entre sí. No obstante, la psicóloga Patric Gagne marca una diferencia notable entre ambos conceptos en su libro Sociópata; señala que en el primer caso surge por factores externos (experiencias de vida) traumas o trastornos adquiridos en el proceso, en cambio en el segundo hay una ausencia de empatía y culpa que tienen fuertes implicaciones con componente Genético o Neurobiológico (una falla en el cerebro que impide el desarrollo de empatía).
Teniendo en claro las diferencias, lo que se pretende ver entonces es la sociopatía asociada más con comportamientos desarrollados a partir de factores externos, en este caso, el entorno de poder de un líder político, la presión, la necesidad de competir y manipular. En resumen, los rasgos sociópatas permite discutir comportamientos que se manifiesta en el ámbito social y político, sin necesidad de un diagnóstico clínico de base neurológica.
Gagne en su obra ve que estos rasgos antisociales son por lo general percibidos como positivos en política al mostrar audacia, capacidad de decidir, manipulación, engaño a través del discurso como la capacidad de proyectar una imagen positiva, advirtiendo que pueden ser peligrosas para el bien común. “No sienten culpa de las consecuencias de sus actos, y eso puede hacerlos peligrosos en el poder”, señaló en una entrevista para un medio de comunicación.
Otros autores señalan que la política podría ser el contexto ideal para personas con trastornos de personalidad antisocial. Muchas veces el líder sociópata esconde sus oscuras intenciones detrás de un encanto superficial, utilizando la manipulación, el egocentrismo y la falta de remordimientos como herramientas para lograr sus objetivos.
Un claro ejemplo de estos rasgos de falta de empatía y culpa se vio en las declaraciones del expresidente Evo Morales cuando señaló que se trataba de un “montaje” y que la culpa es del Gobierno sobre los hechos lamentables en Llallagua que dejó como saldo a 4 policías muertos, poco después indicó: “Cuando dicen van a seguir desbloqueando con militares y policías están diciendo que van a seguir habiendo muertos” (fuente: Unitel).
Evo Morales con estas declaraciones no solamente muestra ausencia de remordimiento, sino que también juega ser la víctima no pudo y no puede hacerse responsable de sus declaraciones como de sus acciones, sus audios lo develan cuando por ejemplo instruyo cercar la ciudad de La Paz tal como dijo en 2019.
Un segundo rasgo de sociopatía es la manipulación y control de narrativas e información como la proyección de una imagen de confianza. Poco después de las muertes en Llallagua Evo Morales señala “No quisiéramos una lucha armada, para qué una lucha armada. Pero cuando no escucha el Estado colonial, obligado (el pueblo) se organiza.” (fuente: EFE), denotando así un claro ejemplo manipulación de narrativas políticas.
Un tercer rasgo es el narcisismo y el egocentrismo, son personas que se consideran superiores, buscan admiración e incluso son infalibles, indispensables y Evo encaja perfectamente en la definición cuando advirtió: “Sin Evo en la papeleta no puede haber elecciones”. Asimismo, agregó: “Que me inscriban si quieren salvar la democracia y si quieren ganar, que me ganen en las urnas, las encuestas del 1 de julio (2025) muestran que, sin Evo Morales, el voto nulo alcanza el 32%. Esos votos son de Evo”, fueron sus declaraciones para un medio de comunicación internacional (fuente: Visión 360).
Ese egocentrismo no reside únicamente en su persona; está intrínsecamente ligado a su base social. A pesar de las circunstancias, esta base continuará creyendo en su narrativa política debido a la alienación que han experimentado hacia un pensamiento único, donde la divergencia no es una opción.
Un cuarto rasgo es la deshumanización y uso del miedo es cuando tratan a sus opositores o críticos como enemigos con lenguaje agresivo y amenazas. El discurso de odio generado por Morales provocó agresiones severas contra la prensa y sectores sociales que se opusieron a su Gobierno. La apelación al miedo fue discurso propio de los grandes dictadores en la historia universal: Mussolini, Stalin, Hitler, entre otros.
Un quinto rasgo es la impulsividad y conducta temeraria son aquellos que actúan sin considerar las normas sociales o legales. Evo Morales por su insistencia de ir a una reelección pisoteo la constitución que, a pesar de no lograr su inscripción como candidato, sabiendo también que el tribunal constitucional ratificó su inhabilitación, tuvo que enfrentarse al propio Estado y lo muestra como una persona que desprecian las leyes y reglas establecidas.
Un sexto rasgo es la inmoralidad y corrupción, desde el 2020, Morales ha sido denunciado por presuntas relaciones con menores de edad, incluyendo el caso de una joven identificada como Noemí, con quien habría iniciado una relación cuando ella tenía 14 años. También se le acusa de haber tenido una hija con una menor de 15 años durante su mandato.
Con relación al punto de corrupción en el Gobierno de Morales, entre los más emblemáticos, se tiene el caso del fondo indígena, recursos que fueron a parar a cuentas personales de dirigentes, por otro lado, tenemos 32 mega obras construidas (entre aeropuertos, estadios, fábricas, mercados y campos feriales) que supera los Bs 18 mil millones y que se han convertido en elefantes blancos, es decir, no funcionan o son deficitarias, de acuerdo con los datos que reveló el ex diario Página Siete.
Otro caso del cual ya pasó más de siete años y que no habló el partido de gobierno actual, es del plan para la construcción de 49 hospitales a nivel nacional, con una inversión que supera los 11.975 millones de bolivianos, pero ¿Dónde están los hospitales? ¿Dónde está la plata?
Como séptimo y último rasgo está el carisma personal que proyectan una imagen de confianza y seguridad que atrae a seguidores, aunque sea una fachada para manipular. En sus primeros años a Morales se le otorgó el título de ser el primer indígena presidente y él se aprovechó de ese nombramiento saliendo siempre con el discurso de defensa de los pueblos indígenas, originarios campesinos, ganando amplio apoyo popular.
En resumen, el perfil de Evo Morales presenta varios comportamientos asociados a rasgos sociopáticos en el ámbito político, como manipulación, autoritarismo, egocentrismo y negación de responsabilidades, aunque también tuvo gobernabilidad y gobernanza durante gran parte de su mandato.
Es importante reconocer que sería un error limitar estos rasgos, que a menudo se asocian con la sociopatía, a solo algunos actores políticos. Más bien, la política en sí misma tiende a atraer a este tipo de personalidades, e incluso puede impulsar a los individuos a adoptar comportamientos que, aunque problemáticos, a veces se perciben como necesarios para el accionar político efectivo. Es una dinámica compleja donde la ambición de poder no mide consecuencias.
Humber E. Velasquez Torrico
Politólogo y comunicador social