Julio 28, 2025 -HC-

La mentira y la desinformación no son periodismo


Lunes 28 de Julio de 2025, 6:30am




El lunes 18 de octubre de 2003, El Deber tituló “Masacre en El Alto”. Titular que movió a preocupación y malestar en los ejecutivos y en la jefatura de Redacción. Ese día visitaba el periódico el maestro, Javier Darío Restrepo, para dar una charla al plantel periodístico.

Alguien preguntó ¿Qué le parecía el titular Masacre en El Alto? Restrepo dijo que era el mejor titular de toda la prensa boliviana, porque reflejó lo que pasó el día anterior: hubo la muerte de más de 40 personas, víctimas de las marchas de protesta contra el gobierno de Sánchez de Lozada. Un titular sin adjetivos, calificativos, o juicios de valor. No fue subjetivo, si no totalmente objetivo y realista, señaló el periodista colombiano: “Yo hubiera titulado así”. . El director de El Deber calmó su enojo.

Fui el autor de ese titular, cuando me desempeñaba de Editor Nacional de El Deber.

¿Por qué esta referencia de hace 22 años? Porque tenemos que recordar que el periodismo es precisión, informar tal como pasan los hechos, es una opción por la verdad de los hechos y de los sucesos. Cualidades que hace algún tiempo los periodistas han ido dejando atrás para dar paso a sus opiniones en la noticia, sus prejuicios en los hechos polémicos, sus preferencias políticas ante un determinado gobierno o partido político, contaminando la esencia del periodismo y la razón de ser de un periodista: contar, relatar lo más cerca posible la verdad de cada situación, declaración, hecho, suceso, etc.

Hacer periodismo es decir e informar con nombres y apellidos. Sin maquillajes, ni cálculos políticos ni económicos. Algunos confunden el buen periodismo con alguna primicia o bomba, que luego resulta ser falsa o manipulada. La mentira nunca es noticia, pero algunos programas de las redes impulsan la desinformación, impulsados por ciertos intereses ajenos a la activida periodística.

Al corrupto hay que decirle corrupto y de esos hay varios en Bolivia. Al violador y pedófilo hay que señalarlo así, sin tapujos ni encubriendo su condición de autoridad o parentesco posible. A los que amenazan a la democracia con muertos en vez de cadáveres, hay que apuntarlos como violentos y conspiradores.

 Al fraude electoral hay que desnudarlo como fraude electoral, así como el que sucedió en Venezuela, régimen que hizo el más grande y vergonzoso fraude del voto popular. Pero hay periodistas que se han inclinado por la supuesta victoria de Nicolás Maduro y aplauden contentos en sus titulares y reportajes esta “hazaña” de Maduro, apañado por las instituciones electorales, judiciales y militares que están bajo total control del régimen madurista. No chavista, porque Hugo Chávez es otra clase de político, que no le llega al talón el grandote de Maduro.

¿Por qué le cuesta tanto nombrar y decir las cosas como sucedieron?

El periodista no puede ser neutral, ni indiferente, ni mediocre, ni cobarde. El periodista es aquel que se compromete con la justicia, la libertad, la dignidad y no puede quedar indiferente ante tantas injusticias que se cometen a diario en esta sociedad: niños que deben delinquir para comer o vestirse; mujeres que son asesinadas, golpeadas y violadas; indígenas expulsados de sus hábitat por la minería ilegal del oro; jubilados sobreviviendo con rentas miserables; peces gordos del narcotráfico paseándose impunes y felices por fiestas y comparsas; políticos enriqueciéndose ilícitamente; autoridades electas de farra y de orgía de dólares; fiscales y jueces de rodillas ante el poder político, dictando sentencias para destruir a personas y mucho más si es de otro color político; la impunidad burlándose de la dignidad y el sacrificio del pueblo.

Ante tantas contradicciones, injusticias, el periodista debe denunciar, criticar, investigar y estar comprometido con decir la verdad, sin poses demagógicas, intelectualoides, figurativas o decorativas, porque no se puede manipular la realidad, tergiversar los hechos, minimizar las injusticias. O maquillar la corrupción.

La actividad periodística es una de las actividades más dignas que el ser humano ejerce frente al otro ser humano, en la que no hay puntos intermedios o se dice plenamente la verdad o no se la dice. El periodismo es vocación, es entrega, es honestidad, dignidad, es capacidad.

Oscar Zambrano, intelectual y periodista nos dejó esta exhortación: “Carente de una brújula que oriente sus legítimas aspiraciones, la sociedad boliviana traspapela los criterios y valores y derrocha sus energías, sus recursos y su imaginación en símbolos huecos, en envolturas sin contenido y en ceremonias y rituales inconsistentes, innecesarios e infecundos. Se valora más la apariencia y se desprecia la esencia”.

El periodista tiene un rol fundamental en la actual coyuntura: ser una antorcha para iluminar el camino. El valor del periodista se prueba en la praxis de la ética y la verdad.

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