El Banco de Desarrollo Productivo-Sociedad Anónima Mixta (BDP-SAM), entidad financiera con mayoría estatal, conmemora una década del inicio de su labor como banco de Primer Piso, colocando créditos productivos de manera directa. Este hito marcó el comienzo de una nueva etapa en su misión de ampliar la inclusión financiera, fomentar el desarrollo productivo y la transformación económica de Bolivia.
En el contexto latinoamericano, los bancos de desarrollo han evolucionado de meros intermediarios financieros a actores clave en la implementación de políticas públicas orientadas al crecimiento económico y social. Bolivia no ha sido la excepción. Desde el 15 de junio de 2015, cuando obtuvo la autorización de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), el BDP-SAM asumió el desafío de canalizar créditos productivos de manera directa.
Esta decisión estratégica, respaldada por la Ley Nº 393 de Servicios Financieros, marcó un punto de inflexión en la historia de la banca de desarrollo en el país, abriendo nuevas puertas a micro, pequeñas y medianas empresas, la agricultura familiar y las cooperativas productivas, históricamente excluidas del sistema financiero tradicional.
En estos diez años, el BDP-SAM ha desembolsado más de Bs8.982 millones en créditos directos, lo que representa un crecimiento del 28.462% respecto a 2015, cuando el volumen inicial fue de Bs31,4 millones. El número de beneficiarios también creció de manera exponencial, pasando de 666 en 2015 a más de 67.000 en 2025, lo que representa un incremento del 10.062%.
Estos datos reflejan la capacidad del BDP-SAM para expandir su cobertura geográfica y sectorial, consolidándose como una herramienta efectiva de inclusión financiera.
El impacto social de estos créditos es tangible: 657.000 empleos generados en todo el país, beneficiando a familias, comunidades y unidades productivas en 297 municipios de Bolivia, lo que equivale al 87% del territorio nacional.
Desde su creación en 2007, el BDP-SAM operaba como banco de Segundo Piso. La estrategia adoptada desde 2015 respondió a la necesidad de reducir las desigualdades en el acceso al crédito, especialmente en zonas rurales, comunidades indígenas y sectores urbanos tradicionalmente excluidos del sistema financiero. Esta transformación reafirmó su compromiso con un modelo de banca sostenible que impulse la industrialización, la seguridad alimentaria y, sobre todo, la mejora en la calidad de vida de las y los bolivianos.
En estos diez años, el BDP-SAM ha desarrollado diversas estrategias para consolidar su impacto: líneas de crédito dirigidas a sectores prioritarios como agricultura, pesca, turismo comunitario y manufactura local, y Asistencia Técnica Integral, que incluye capacitación en gestión, acompañamiento productivo y vinculación comercial. De hecho, el 67,2% de la cartera de Primer Piso se concentra en el sector agropecuario, seguido por la industria manufacturera con 25%.
La experiencia acumulada demuestra que el BDP-SAM puede desempeñar un papel dual: como banco de Segundo Piso y como banco inclusivo de Primer Piso, adaptándose a las necesidades del tejido productivo nacional. Esta flexibilidad, sustentada en una interpretación estratégica de la Ley N° 393, ha permitido llevar financiamiento a miles de unidades económicas antes marginadas del sistema financiero formal.
A diez años de este hito, el BDP-SAM se consolida como un actor fundamental para el desarrollo económico sostenible e inclusivo del país, demostrando que es posible transformar realidades cuando el financiamiento se alinea con el bien común y el desarrollo estructural del país.