En 1977, el fútbol sudamericano buscaba a sus representantes para el Mundial de Argentina. La Confederación Sudamericana de Fútbol (hoy CONMEBOL) había organizado una primera fase en grupos y, de cada una debía salir un ganador. No había repechajes regionales ni segundas oportunidades: solo los mejores pasaban.
Argentina no jugó eliminatoria por ser sede del Mundial. 9 selecciones se dividieron en 3 grupos de 3. Clasificaban los primeros de cada grupo a una liguilla en modo triangular. Brasil, Bolivia y Perú, asistieron a la ciudad de Cali en Colombia para jugar esta nueva fase del torneo clasificatorio. Las tres selecciones habían sido vencedoras en sus grupos. Bolivia dejó fuera a Uruguay y Venezuela. El cuadro boliviano estaba dirigido por Wilfredo Camacho.
De acuerdo al reglamento de campeonato de esa liguilla en Cali, clasificaban los dos primeros de manera directa y el tercero jugaría un repechaje con el representante de Europa en partidos de ida y vuelta.
Los resultados en Colombia fueron catastróficos para nuestra selección. Con Brasil perdimos 8 a 0. Con Perú 5 a 0 y Brasil, le ganó a Perú 1 a 0. Brasileños y peruanos clasificaron a Argentina 78. Bolivia a la repesca con Hungría.
La Conmebol decidió que todo se definiera en terreno neutral. Así nació la llamada Liguilla de Cali, un triangular a disputarse en el Pascual Guerrero, bajo el calor húmedo del Valle del Cauca. Allí, en cuestión de una semana, se resolvería quiénes iban al Mundial y quién se iría a Europa por una nueva oportunidad.
Los partidos fueron duros. La diferencia se notó en el marcador, con esas derrotas amplias que golpearon el ánimo. Pero más allá del resultado, el solo hecho de compartir la cancha con dos colosos ya era un logro. La prensa colombiana bautizó aquel triangular como un “Mundialito”, porque durante unos días Cali fue el epicentro de la ilusión sudamericana.
Al final, las dos potencias celebraron sus boletos a Argentina. La Verde, sin victorias, se quedó con la dignidad de haber llegado hasta la instancia decisiva, tras dejar atrás a rivales históricos que parecían inalcanzables.
El recuerdo de la Liguilla de Cali sigue vivo: un torneo breve, intenso, inexplicable e injusto también, donde la selección boliviana probó que los sueños se escriben en las páginas donde abundan los gigantes.
Esos resultados generaron controversia en la realidad nacional, al punto que el gobierno de Hugo Banzer decidió intervenir la Federación Boliviana de Fútbol, deponer a Mauro Cuellar su presidente, poniendo como interventor a Guillermo Bulacia Director de DINAJU (Dirección Nacional de Deportes y Juventudes) de la Nación.
Con esa nueva gestión, inmediatamente se generaron cambios. Prescindieron de Wilfredo Camacho y contrataron a Edward Virba, quien era técnico de Bolívar de nacionalidad alemana y quien supuestamente estaría más imbuido del fútbol en Europa y de la selección húngara. Este a su vez cambió a varios jugadores, descartando a unos y llamando a otros.
La historia no quedó allí. La Selección Boliviana tenía un nuevo desafío internacional, ir hasta Europa y buscar un repechaje ante un equipo desconocido futbolísticamente. En aquella época no existían los medios para saber y trabajar de acuerdo a las capacidades del rival. La televisión era muy limitada y las noticias internacionales llegaban a través de las agencias informativas por teletipo, un dispositivo telegráfico de transmisión de datos, mecanografiados punto a punto por un canal de comunicación simple, un paso más adelantado del telégrafo. Hoy en día totalmente obsoleto.
La planificación e implementación de la logística no se manejó bien, fue un desacierto total. El entrenador alemán decidió realizar la última etapa de preparación en su país, la ciudad de Duseldorf fue el lugar elegido. La indumentaria y todo el material de trabajo, fue adquirido sin conocimiento alguno en la Avenida Santa Cruz. No era la que se necesitaba para las temperaturas gélidas, extremas del viejo continente.
Cuentan jugadores de aquel equipo que Monseñor Genaro Pratta de la Conferencia Episcopal se encontró en el avión con la delegación y cuando le contaron los pormenores de aquel periplo, sacó una chequera y giró un monto alto de su propio pecunio para salvar las contingencias.
El repechaje para el Mundial de Argentina 1978, entre Bolivia y Hungría, consistió en dos partidos en octubre y noviembre de 1977, donde Hungría ganó 6-0 en Budapest y 3-2 en La Paz, clasificándose así para la Copa del Mundo. Bolivia había llegado a esta instancia.
El partido de vuelta se jugó en La Paz, ante un repleto estadio Hernando Siles. Bolivia perdió por 3-2, con dos goles de Carlos Aragonés.
Con un resultado global de 9-2 a favor de Hungría, la selección húngara se clasificó para el Mundial de 1978 en Argentina, Bolivia quedó en el camino
Este fue el repechaje más cercano de Bolivia para un Mundial hasta esa fecha, y su participación fue vista como una actuación histórica en las eliminatorias.
En marzo de 2026, luego de 49 años la Selección Boliviana tendrá nuevamente la oportunidad de jugar un repechaje internacional, buscando un lugar en la Copa del Mundo. Será una historia diferente.
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