Septiembre 10, 2025 -HC-

La UPEA y María Galindo por los suelos


Miércoles 10 de Septiembre de 2025, 12:15pm






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María Galindo debe estar preocupada. El martes 9 de septiembre se plantó, justiciera, en las oficinas de la Dirección de la Carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Pública de El Alto. Lo hizo con su arrogancia y talante prepotente que tanto éxito le redita cuando lo perpetra en oficinas públicas: Allí, humilla a placer a funcionarios, personalidades políticas y hasta guardianes y agentes de policía. En la UPEA de El Alto no tuvo éxito. Fue abucheada y agredida por los estudiantes, terminando tumbada por los suelos.

En un país en donde la mayoría de la población está atenta a los símbolos y augurios, el que una persona sea derribada por los suelos en una trifulca solo puede significar futura amargura: la tierra la “agarra”, la convierte en katjata, acechándole la sombra de futuras enfermedades y de desventura en sus empresas. Ya veremos salir el humo de las wajtas que yatiris y otros oficiantes harán, seguramente, en los locales de Mujeres Creando, para exorcizar esa amenaza. Y es que –signo de los tiempos– lo que antes se anatemizaba como superstición de los indios es ahora, de más en más, parte de los usos y costumbres del criollaje citadino.

Pero no es la faceta “cultural” del incidente lo que nos importa, sino su significado político y social. El estilo de Galindo y que terminó por los suelos en la UPEA es el mismo que la encumbra en otro medio social. Galindo zarandea a quien le viene en gana, siempre y cuando provenga del ámbito criollo. Burócratas y dignatarios agachan humildes la cabeza ante sus reprimendas. Incluso candidatos a altas funciones políticas. Pero cuando utiliza esos recursos en medios populares, le sale el tiro por la culata. Pues no es el primer traspié de ese tipo el de María Galindo. Ya el año 2005, cuando Felipe Quispe aterrorizaba las ciudades con sus marchas campesinas, hombres y mujeres aymaras chicotearon en plena vía pública a Galindo y su sequito, las que, portando palanganas, se acercaron a las marchistas para lavarles los pies.  Un acto para Galindo y acompañantes lleno de simbolismo, que fue diferentemente interpretado por los aymaras, quienes las castigaron hasta hacerlas correr.

La UPEA es una universidad de aymaras en una ciudad aymara. Galindo fue a las oficinas de la Carrera de Ciencias Políticas, convocada seguramente por estudiantes, para dirimir algún problema interno. Error de esos estudiantes que al no poder resolver el entuerto internamente no se imaginaron que su adalid iba a terminar por los suelos, solicitándoles hagan alrededor de ella una sentada de seguridad, cuando lo que debía pasar era justamente lo contrario.

El hecho sobrepasa lo anecdótico. La descolonización es, al final de cuentas, simplemente un empoderamiento en la vida social y política. Se quiso reconocer los derechos indígenas como parte de imaginarios bobalicones y buenistas. El indígena no necesita afiliarse a imágenes ajenas para –extravagantemente– recuperar su identidad. Debe depurar, renovar y perfeccionar la suya propia. De esa manera no solo se incrementa su valía, sino que puede ser aporte para otros segmentos de nuestra sociedad, los que parecen paralizados por la influencia de concepciones y actitudes inspiradas en lo que allende se denomina la cultura woke. Lo woke, en Bolivia, al parecer solo asfixia la capacidad creadora en los medios sociales que la adoptan, expresándose en excentricidades y sin razones que finalmente solo provocan burlas y agresiones de parte de los sectores consolidados en otras referencias culturales.

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