Este miércoles 06 de agosto, Bolivia cumple su bicentenario, 200 años de independencia y también de vida azarosa. Y la fecha tan especial llegó en medio de una complicada crisis económica y política. Por eso, en las calles, mercados y hogares, las conversaciones giran en torno a la dificultad de comprar productos de la canasta familiar, el precio inestable del pan, la escasez de combustible y el alza del dólar. Así, el país cumple 200 años no solo mirando hacia atrás, sino también intentando sobrevivir al presente.
La conmemoración de los 200 años de independencia es un espejo que obliga a mirar en todas direcciones: hacia el pasado para recordar lo que se ha conseguido, hacia el presente para asumir lo que se pierde y hacia el futuro para exigir lo que ya no se puede seguir postergando. El informe “Bicentenario de Bolivia: Retrato de una Nación”, elaborado por Ipsos CIESMORI, ofrece justamente ese reflejo. Da a conocer cómo piensan y sienten los bolivianos en este importante momento histórico.
El estudio revela una población dividida entre el orgullo por lo conquistado y la desesperanza que deja la crisis. El 92% de la población opina que el país va por el camino equivocado. El 95% manifiesta que los recursos naturales son mal administrados. “Existe en el país en general (…) un estado de ánimo muy contrariado, por un lado hay una profunda frustración (…) pero al mismo tiempo hay una gran esperanza (…) a pesar de la situación actual que la gente reconoce muy delicada, muy precaria”, explica el sociólogo Ricardo Paz.
El estudio desglosa tres momentos clave de los bolivianos: el pasado que enorgullece, el presente que duele y el futuro que se reclama. Una mirada completa a lo que fuimos, lo que somos y lo que, con urgencia, queremos llegar a ser.
Un pasado con ’inclusión’
En medio de la crisis actual, los bolivianos no han perdido de vista los pilares que construyeron su identidad colectiva. El pasado se recuerda con una mezcla de reconocimiento y orgullo. A pesar de los problemas del presente, la memoria histórica es un ancla que ayuda a sostener la esperanza de cambio. La lucha por la democracia, la conquista del voto universal y el reconocimiento de la diversidad cultural son los hitos que marcan profundamente la memoria de los bolivianos.
Cuando el informe de Ipsos CIESMORI pregunta por los mayores logros de Bolivia en estos 200 años, el 32% de los encuestados menciona la conquista de la democracia y el voto universal como el hecho más importante. Le siguen el reconocimiento de la interculturalidad y los pueblos indígenas (25%) y la nacionalización de los recursos naturales (16%). Estos datos no solo dan cuenta de procesos políticos, sino de una búsqueda constante de justicia, representación y equidad.
“Sin duda alguna, la gente reconoce de manera muy evidente y clara todos los hitos y avances que han sucedido en el pasado y que han logrado y han conseguido que Bolivia sea cada vez más una sociedad democrática, igualitaria y, en cierto sentido, más desarrollada”, afirmó Paz.
Al mismo tiempo, la Revolución Nacional de 1952 y el periodo de las dictaduras seguido por el retorno a la democracia son recordados como los hitos más significativos, mencionados por un 36% de los encuestados. A estos les siguen la Guerra del Chaco (34%), la Guerra del Pacífico (33%) y la Guerra del Gas (29%), lo que muestra que el conflicto, la resistencia y la transformación social forman parte fundamental del relato histórico nacional.
En ese mismo marco, las figuras históricas más influyentes para los bolivianos son dos líderes que encarnaron el compromiso político y social con el pueblo: Marcelo Quiroga Santa Cruz (21%) y Carlos Palenque (18%). Ambos representan una visión de país ligada a la justicia, la igualdad y la voz de los sectores populares.
“Yo creo que lo más importante de este ciclo es, sin duda alguna, el tema de la inclusión, el tema del orgullo nacional, popular que se ha conquistado”, explica Paz. Para el analista, el país ha atravesado un proceso de “democratización y ciudadanización” iniciado con la Revolución del 52 y profundizado en las últimas décadas, que ha permitido que más sectores marginados accedan a derechos y espacios de representación.
Bolivia, dicen los datos, fue capaz de construir grandes conquistas sociales, pero el presente obliga a preguntarse si esos logros están en riesgo. Y, sobre todo, qué se debe hacer para recuperar el rumbo.
El presente duele
El presente en Bolivia se vive con una sensación de dolor. En las conversaciones de los bolivianos se repiten palabras como “preocupación”, “crisis” o “escasez”, en contrario a lo que se vivió en el pasado. No es una percepción aislada. El 92% de los bolivianos cree que el país va en dirección equivocada. Por otro lado, el 84% califica la economía de “muy débil” y el 46% dice que hoy le resulta difícil administrar sus finanzas personales. En medio de la escalada inflacionaria y la falta de dólares, el día a día se ha convertido en un sobrevivir constante.
Casi la mitad de la población, especialmente en La Paz, El Alto y Cochabamba, vive en un estado permanente de preocupación. El temor no es solo económico, sino también institucional y social. La corrupción política y financiera (52%), el desempleo (50%) y la inflación (46%) son las tres principales preocupaciones. “La gente quiere un cambio de manera muy evidente (…) quiere nuevas ideas, nuevas formas de hacer política, nuevas formas de gestionar la economía”, agrega Ricardo Paz
Este desencanto que refleja el informe también golpea al sistema democrático. El 57% de los bolivianos cree que el país ya no vive bajo un régimen democrático, percepción que se intensifica entre las personas de 29 a 44 años.
Otro dato alarmante es que ocho de cada diez ciudadanos afirman que no se respeta la diversidad de opiniones ni el diálogo (81%). Este porcentaje se ve relacionado con los últimos hechos en el país, donde un joven creador de contenido fue aprehendido en Santa Cruz acusado de delitos financieros tras grabar videos “alarmando” a la población sobre la crisis económica.
“Está claro que la vocación democrática de la mayoría de la gente está fuera de duda, pero al mismo tiempo (…) reconoce los riesgos y amenazas que tiene la democracia, entre ellos, la intolerancia, el autoritarismo, la exclusión”, advirtió Paz.
La administración de los recursos naturales es otra herida abierta. Un abrumador 95% de los bolivianos cree que el gas, el litio y los minerales están siendo mal gestionados y no benefician a la población.
Entre tanta preocupación, la ciudadanía tiene muy claro qué necesita Bolivia para avanzar: más inversión en educación (76%), salud (75%) e infraestructura (73%). Son demandas urgentes que marcan un futuro posible.
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