Junio 23, 2025 -HC-

Se van


Lunes 23 de Junio de 2025, 10:30am






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Las últimas encuestas publicadas por varios medios de comunicación dan cuenta de la baja intención de voto que parecen tener los hijuelos surgidos del otrora hegemónico MAS. Algunas voces, ingenuamente exitistas, proclaman que la segunda vuelta se dará entre Tuto y Samuel, dejando atrás a la “izquierda”. No quiero ser tan optimista. Mi profesora de danza (que ha demostrado ser mejor analista política que muchos) siempre dice: “Si crees que esto terminará bien, no has estado prestando atención”. Y es nomás verdad. Las encuestas deben tomarse con cuidado porque a menudo, muy a menudo, se equivocan. Pero hay una tendencia en las últimas encuestas: parece que al menos el MAS arcista se va.

A mí me alegra, porque se va el discurso de negación de la crisis, se va el ego de un economista mediocre y caprichoso que, con la frase “neoliberales, así se maneja la economía”, vio cómo nos hundíamos más y más mientras tocaba la guitarra disfrazado de machetero, t’inku, chaqueño, tarabuqueño, minero, etcétera. Con diversos outfits, Luis Arce permitió la caída en picada de la economía, una economía que pudo salvarse si en 2014, cuando teníamos miles de opciones y reservas para cambiar de rumbo, se hubiera actuado con humildad y presteza, pero los dioses ciegan a quienes quieren destruir.

Pero no sólo se van ellos. La caída del MAS hegemónico arrastra también a un sistema económico inviable que deja vacíos difíciles de llenar. El tipo de cambio fijo ha convertido a Bolivia en un país importador de todo. Los artesanos, gremiales y agricultores decidieron volverse comerciantes porque era mucho más lucrativo vender los productos chinos o peruanos que se podía traer a bajo costo; sólo tenías que buscar un buen lugar, alquilar, y tenías la vida arreglada. Los arrendadores de locales también la tenían fácil. Vimos crecer la Uyustus, la Tumusla, San Miguel, la 16 de Julio y sus homólogos, a lo largo y ancho de Bolivia. En todas las ciudades del país, la gente se peleaba por alquilar los locales sabiendo que la ganancia era segura y elevada.

Las ferias y mercados se volvieron gigantes que sobrepasaron sus viejas estructuras. Cuadras y cuadras de galerías, que además ofrecían pollo, hamburguesas, carne a la parrilla a costo accesible para cada bolsillo; todo subvencionado por la venta del gas que permitía mantener un dólar barato. Pero nada es para siempre, y eso se aplica especialmente a la economía. Hay un chiste de Chespirito que lo ilustra muy bien. El Chómpiras dice: “Yo podría vivir como rey si quisiera por el resto de mi vida… siempre y cuando mi vida durara 15 minutos”. Con esa mentalidad vivimos los bolivianos, gastando como si no hubiera un mañana; ahora caemos en la cuenta de que el mañana es hoy.

Se han ido también los sueños de los “emprendedores” que intentaban buscar un espacio fuera del limitado mercado laboral. Muchos negocios de alimentos están cerrando por la escasez de productos, incluso de aquellos que producimos, porque el contrabando se los lleva a las fronteras, en busca de moneda extranjera más estable y con mayor valor. Pobre país donde hasta el papel higiénico es caro; más sabiendo que cuando hay pánico, lo primero que la gente hace es acopiar, pero ahora ni eso se va a poder hacer. La gente aguanta porque cree que un nuevo gobierno resolverá la situación; necesitamos creer desesperadamente, necesitamos que nos mientan, porque enfrentar la realidad es demasiado duro.

¿Podemos estar peor? ¿Te imaginas que no puedas siquiera fotocopiar tu carnet, que es la tradición más extendida, casi ritual en este país, porque no hay papel para hacerlo? ¿Te imaginas no tener gas, no tener internet, ni electricidad? Es un escenario que se hace más posible conforme los días pasan. Las señales son claras: un hummer trabajando de taxi, las largas filas por gasolina y diésel, la gran cantidad de locales comerciales en alquiler que permanecen sin inquilinos; los restaurantes y pensiones que se cierran porque los dueños ya no pueden más. Lamentablemente, como dice la especialista en polarización Ana Lucía Velasco, la polarización nos ha distraído y todavía lo hace.

Así recibimos el Bicentenario. Con una economía a punto de caer en default, siendo el país más corrupto de la región y el segundo más corrupto del mundo, con los así llamados movimientos sociales prostituidos, desclasados e incapaces de defender a sus bases, que hoy son las más afectadas por la crisis. Con instituciones deshechas, corrompidas, prebendales, con autoridades inmorales, prepotentes, sinvergüenzas. Sabemos a quiénes culpar por este colapso, pero ellos tienen la vida arreglada. Los hijos los esperan en París o España; no en Venezuela o Cuba. Venden su imagen como defensores de los humildes, como representantes del pueblo; mientras nuestros hijos se convierten en una generación perdida, sin futuro ni expectativas.

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