El 18 de agosto se inicia un periodo emocionante de nuestra vida en sociedad. Habrán acabado las dudas sobre si las encuestas fueron serias, a dónde se fueron los porcentajes de los indecisos y cómo se iniciará el debate para lograr gobernabilidad en el legislativo y el ejecutivo.
Las incertidumbres seguirán, aunque serán de otra naturaleza y con un ambiente distinto. Resulta casi imposible considerando todas las encuestas, propias y ajenas, que el MAS en alguna de sus vertientes logre remontar la dispersión del voto de su electorado original. Y como además existe una campaña pública de Evo Morales en contra de sus anteriores militantes, su mayor triunfo será la derrota que pueda sufrir el MAS preservándose él para las elecciones en 5 años.
Considerando ese escenario, queda claro que la definición estará en los votos que reciban los candidatos de oposición, la presencia que tendrán en el parlamento, el realineamiento del electorado para la posible segunda vuelta y, en la fase final, la reconstrucción democrática que producirán las elecciones de gobernadores y alcaldes.
En el nuevo escenario será importante reconsiderar el papel del órgano legislativo que deberá ocupar el espacio del debate y la reforma constitucional. De agencia del Ministerio de la Presidencia, las Cámaras deberán recrear el valor de la ideología y las políticas públicas. El descrédito de la política y de sus organizaciones a acarreado también a la ideología. El enfrentamiento de un tipo de izquierda gobernando, ha provocado el movimiento del péndulo hacia la derecha y generando confrontaciones que se alimentan también, por lo que ocurre en el vecindario internacional. Quienes trabajamos sobre el pensamiento y las ideas políticas, sabemos el valor dialéctico del ejercicio del poder, la importancia de la rotación de las autoridades y la manera como, frente al tiempo, seguirá perfeccionándose la democracia.
Lo que también tenemos claro es que se abrirá un periodo muy rico de debate sobre el desarrollo. Las grandes inversiones nacionales que serán necesarias para reactivar la economía, deberán incluir a los actores sociales que viven de su trabajo y a quienes las crisis de la economía los golpea de manera complicada. Ahí deberá estar el cuidado concertado para solucionar la vida cotidiana.
Sin ingenuidad y sin inocencia, existen una serie de acciones de impacto colectivo que deberán servir para fortalecer la cohesión social que ha sido tan debilitada. El desarrollo del turismo, la recuperación productiva local con mercados abiertos para el café, el chocolate, la quinua, la gestión territorial que valore la autonomía de gobernaciones y municipios, la articulación de ciudades intermedias y la incorporación plena de la inteligencia artificial y la conectividad, deberán ser parte de la agenda ya no de candidatos nacionales, sino de liderazgos territoriales que tendrán el protagonismo en el desarrollo.
Cuando vemos la manera cómo se alinean los acontecimientos, comprobamos la responsabilidad de actuar con inteligencia. No podemos desperdiciar esta oportunidad que necesita nuestra presencia militante, y el cuidado de nuestro voto.
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