En 2025, el panorama económico global se encuentra en una fase de transición significativa. La hegemonía del dólar estadounidense está siendo cuestionada, y nuevos bloques económicos están tomando protagonismo en la escena internacional. Este reordenamiento refleja no solo un cambio en las dinámicas comerciales, sino también en las relaciones geopolíticas y en las estrategias de desarrollo de diversas regiones.
Los BRICS, inicialmente conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha experimentado una expansión notable. Desde enero de 2024, se han integrado como miembros plenos Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, mientras que otros países como Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam han sido reconocidos como miembros asociados. Esta ampliación ha fortalecido la influencia del bloque, que ahora representa aproximadamente el 40% del PIB mundial y más del 50% de la población global.
Uno de los principales objetivos de los BRICS+ es reducir la dependencia del dólar estadounidense en las transacciones internacionales. Iniciativas como el uso de monedas locales en el comercio entre miembros y la creación de mecanismos financieros alternativos buscan promover una mayor autonomía económica y disminuir la vulnerabilidad ante políticas monetarias de potencias extranjeras.
En Europa, la necesidad de una mayor integración se ha vuelto evidente. Ante desafíos geopolíticos como la guerra en Ucrania y el aislacionismo de Estados Unidos, se ha propuesto la creación de una "hacienda europea" que permita a la Unión Europea (UE) asumir competencias plenas en áreas clave como defensa, relaciones exteriores e inversión en la transición verde. Esta iniciativa busca dotar a la UE de una mayor capacidad de acción y relevancia en el escenario global.
En el ámbito asiático, el Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP) ha consolidado su posición como el mayor tratado de libre comercio del mundo. Firmado por 15 países, incluidos China, Japón y Corea del Sur, el RCEP representa una plataforma clave para el crecimiento económico en la región Asia-Pacífico. Su importancia se ve reflejada en la atracción de inversiones y en el impulso al comercio intra-regional, posicionando a Asia como un centro de gravedad económico en el siglo XXI.
En África, la Alianza de Estados del Sahel (AES), conformada por Burkina Faso, Malí y Níger, ha anunciado su salida de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). Estos países buscan establecer una unión económica y monetaria propia, con la propuesta de una moneda común denominada "Sahel". Esta iniciativa refleja un movimiento hacia una mayor autonomía económica y una redefinición de las relaciones con las antiguas potencias coloniales.
En América Latina, la situación es más compleja. Países como Brasil han propuesto la creación de una moneda común para reducir la dependencia del dólar y fortalecer la integración regional. Sin embargo, las realidades económicas y políticas diversas de la región presentan desafíos significativos para la implementación de tales iniciativas.
Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, ha adoptado una postura proteccionista que ha alterado las relaciones comerciales tradicionales. En febrero de 2025, Trump impuso aranceles del 25% a todos los productos importados de México y Canadá, con excepciones solo para el petróleo y la energía provenientes de Canadá, que estarían gravadas con un 10%. Esta medida fue justificada por preocupaciones sobre inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo, pero ha generado tensiones significativas con sus vecinos norteamericanos.
En respuesta, Canadá y México han implementado represalias económicas, incluyendo aranceles a productos estadounidenses. Estas acciones han afectado negativamente las perspectivas de crecimiento económico en ambos países, con la OCDE proyectando una desaceleración en sus economías debido a la guerra comercial en curso.
Por otro lado, Canadá, bajo el liderazgo de Mark Carney, ha comenzado a redefinir su política exterior. Carney ha expresado su deseo de fortalecer los lazos con Europa y Asia, buscando diversificar sus relaciones económicas y reducir la dependencia de Estados Unidos. Esta estrategia incluye el fortalecimiento de la defensa nacional y la cooperación con aliados como Japón y Australia, aunque las limitaciones económicas y militares actuales de Canadá podrían dificultar una transformación inmediata.
El panorama económico mundial en 2025 está marcado por el surgimiento de nuevos bloques económicos que buscan redefinir las reglas del juego global. Mientras que regiones como Asia y África avanzan hacia una mayor integración y autonomía económica, Europa explora modelos de cooperación más profundos, y América Latina enfrenta desafíos internos para consolidar su unidad. En este contexto, el equilibrio entre cooperación y competencia será clave para determinar el futuro del orden económico internacional.
///