Noviembre 01, 2025 -HC-

La DEA en Bolivia


Miércoles 29 de Octubre de 2025, 9:15am




El aparente temblor masista ante el anuncio del retorno de la DEA, se tradujo en declaraciones públicas del cocalero Morales y del exministro de Gobierno Eduardo Del Castillo que coincidieron, a pesar de sus diferencias, en afirmar que “no es necesaria su presencia” mencionando, según ellos, algunos “logros” en la lucha contra las drogas y la supuesta suficiencia del país multipluri en ese empeño. Morales pide, inclusive, un referéndum para “preguntar al pueblo” si quiere el retorno de la DEA, cuando es sabido que él no respeta los resultados de ningún referéndum que no le convenga. Puso también como escudo anti – DEA a su constitución. Su desesperación es manifiesta. Y, obviamente, también hay agitación política y social en las seis federaciones de cocaleros del Chapare cochabambino, sectores relacionados directamente con el cultivo de la materia prima para la elaboración de cocaína. Alegan, como mayor argumento en contra del mencionado retorno, que se menoscaba la “soberanía nacional”. Nunca dijeron nada sobre la injerencia cubana, china y venezolana, solo como ejemplo. Por otra parte, la propuesta del vicepresidente electo es interesante. Propone que las organizaciones internaciones cooperen solo con “formación, capacitación y equipamiento” (“El día”, 27/IX/2025). Habría que proponerles lo mismo a los narcos, que además pisotean la “soberanía nacional” permanentemente. Pero más allá de los pataleos masistas y especialmente de los cocaleros chapareños, la DEA desempeñaba tareas muy importantes cuando cooperaba con el país. La muestra de su eficiente trabajo es precisamente la actual agitación de quienes se verían afectados por su tarea.

La DEA (Drug Enforcement Administration) es una agencia federal de los Estados Unidos encargada de la lucha contra las drogas. Tiene presencia también en otros países como Colombia y Perú. Trabajó en Bolivia durante 35 años (1974 – 2008) cooperando al país en su lucha contra el narcotráfico. Apoyaba especialmente a los “diablos rojos” y los “diablos azules” de la FELCN con apoyo logístico, comunicacional y sobre todo en tareas de inteligencia. Tuvo muchísimos logros que nos ocuparía mucho espacio enumerarlos.

Y más allá de la tarea interdictiva, llevó a cabo el primer estudio científico, serio y profundo de la hoja de coca en Perú y Bolivia a través de la “Operación Breakthrough” el año 1993. Este estudio fue complementado, ampliado y actualizado en 2003 y 2004. Mostraba las características del cultivo de la hoja de coca en diferentes ambientes geográficos de Perú y Bolivia. En el caso de Bolivia, mostró el rendimiento del cultivo de coca por hectárea en los Yungas y el Chapare, el contenido de cocaína en la hoja misma de los cultivos de estas regiones y también el rendimiento del proceso de extracción de cocaína de las hojas de coca, siguiendo lo que por entonces se conseguía a través de los “pisacocas”. En ese entonces, este procedimiento demostraba ser poco efectivo (40 – 45% de eficiencia), pero, aun así, era muy rentable. Posteriormente, ya en la gestión del cocalero, con la llegada de los cárteles colombianos, este proceso mejoró sustancialmente con lo que se dio en llamar “el método colombiano” que, en lugar de pisar la hoja de coca en kerosén, primero la molía y luego usaban lavadoras para mezclar el producto con sustancias químicas y extraer la droga. De esta manera se llegó a 60 – 70 % de rendimiento en el proceso de extracción de cocaína de la hoja de coca. Así mejoró también la “calidad” y la producción (fabricación) de cocaína.

Hay muchísimo más en ese estudio, que no lo hubiéramos conocido sin la DEA. Lo de bueno de la “Operación Breakthrough” es que, como todo estudio científico, puede ser replicado. Eso lo hace indiscutible, como son también los demás hallazgos de la DEA, incluso en materia de interdicción. Nada de lo que hacía o hace la DEA tiene sustento político, al contrario de lo que se hacía en tiempos del MAS, estos últimos 20 años, donde casi todo tenía (tiene) base solamente política.

Hoy, la FELCN, fuera de haber sido infiltrada por el narcotráfico, adolece de serias deficiencias en materia de sistemas actuales de lucha contra el tráfico de drogas como en el área de comunicaciones, de logística porque no tiene transporte adecuado para intervenciones en la jungla o inclusive en las fronteras, ni qué decir de vigilancia e intercepción aérea (a propósito, ¿qué será de los 13 radares franceses que ya debían estar funcionando?) o equipamiento fluvial y lacustre; y, finalmente, de labores de inteligencia donde la DEA era fundamental. Casualmente, estas áreas requieren de mucha tecnología, know-how y equipamiento difícil de cubrir sin los recursos necesarios. Por eso y por mucho más, es perentoria la colaboración, no solo de la DEA, sino también de organizaciones similares que estén dispuestas a prestar su apoyo a Bolivia en la actual desigual lucha contra el narcotráfico. Para empezar, muy bienvenida la DEA.      

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