10 de mayo (Urgente.bo).- Al llegar el 10 de mayo, nace en mí el deseo profundo de rendir homenaje a quien dejó huella imborrable en el periodismo boliviano: mi papá, Luis Quezada Solares. Hombre de principios firmes, generosos y comprometidos con la verdad, fue un ejemplo de profesionalismo y vocación ejercidos con ética, pasión y humanidad.
Nacido en el corazón minero de Potosí, conoció desde niño el sacrificio. Dejó su tierra natal motivado por un acto de amor familiar: trasladarse a La Paz para buscar a su hermana menor, Elena, inscrita por su mamá en un internado. Ese gesto marcó su vida, siempre guiada por la lealtad, la responsabilidad y el servicio a los demás.
Realizó sus estudios en el colegio Ayacucho y ya adolescente comenzó su carrera en el diario La Calle, donde hacía de todo un poco como operar el linotipo y colaborar en el armado de ediciones. Posteriormente, ingresó a Última Hora bajo la tutela de Gamaliel Churata, pseudónimo de Arturo Peralta a quien siempre recordó como su gran maestro. Allí desarrolló una trayectoria de más de 50 años, que culminó con su nombramiento como director en 2002.
Luis fue más que un trabajador del periódico, fue su conciencia ética y su memoria viva. Su colega y amigo Armando Mariaca escribió sobre él: “Fue parte de los inventarios del diario, pero un inventario cuyo valor era incalculable. Representaba la lealtad, la historia y la fraternidad genuina que le permitieron mantener relaciones de respeto y afecto con gráficos, administrativos, periodistas y directores de varias generaciones. Su buen humor, su entrega total al trabajo y su dignidad inquebrantable marcaron a todos quienes tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino”. Añadió “Fuimos amigos con él y su esposa Mery Siles, dama sincera, honesta, digna esposa y madre de tres hijos: Amparo, David y Mirna que llegaron a compenetrarse de las virtudes y carácter de sus padres”.
El periodista e historiador Mariano Baptista también lo evocó con cariño y admiración. Recordó aquel marzo de 1949 cuando conoció a Luis, quien lo recibió como a un hermano en su primer día en Última Hora. Su amistad se forjó en los días difíciles de la redacción y se fortaleció a lo largo de toda la vida, basada en la lealtad y solidaridad. Para Baptista, Luis no sólo fue un colega ejemplar; sino también un apoyo que acompañó cada etapa importante de su vida. “Nuestra amistad fraterna se hizo irreductible y permanente hasta su partida para reunirse con Mery en el reino de Dios”.
Isabel Velasco, quien trabajó con él durante diez años, lo recordó como su maestro: “Mario Mercado me lo presentó diciendo: ‘Él te va a enseñar todo’. De su paciencia y su bondad nunca me olvidaré. Gracias a él soy lo que soy. Fue un periodista honesto y veraz”.
Lupe Cajías, a su vez quien lo conoció en 1978 en Última Hora, lo describió como un jefe humano y respetuoso que protegía la libertad de expresión. Resaltó su liderazgo en momentos críticos como los golpes de Estado de Pereda y Padilla, cuando se mantuvo firme al frente de la cobertura periodística, asegurando responsabilidad y veracidad.
Cajías agregó “Más allá del papel y la tinta, Luis trabajó también en Radio Illimani, Radio Nueva América, fue corresponsal de la agencia internacional ANSA, y formó parte del equipo de comunicación de la Alcaldía de La Paz. Además, fortaleció el gremio periodístico desde espacios como la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) y los tribunales de honor, donde defendió con firmeza la ética profesional.
PERIODISMO ACTUAL
Al conmemorarse el Día del Periodista Boliviano, establecido en 1938 en honor a Cirilo Barragán, periodista fusilado por informar con valentía, corresponde mirar también el presente del oficio. La tecnología transformó el periodismo porque la inteligencia artificial, el internet y las redes sociales permiten obtener y difundir información en segundos. En medio de esta agilidad, también se han debilitado la ética y la profundidad investigativa.
En ese contexto recordar a Luis Quezada Solares no es sólo un tributo a su memoria; sino un llamado urgente a rescatar la esencia del periodismo que consiste en la búsqueda incansable de la verdad, el respeto al lector, la independencia frente al poder -difícil pero no imposible- y la vocación de servicio público porque ninguna inteligencia artificial podrá jamás reemplazar la sensibilidad, la conciencia y la integridad de la prensa.
Como dijo Ryszard Kapuściński, “para ser periodista hay que ser buena persona”. Luis Quezada lo fue. Fue un periodista ejemplar, un colega leal, un esposo amoroso, un padre presente y un ser humano luminoso. Su vida sigue siendo una guía para quienes creemos que, incluso en la era digital, la verdad sigue siendo una tarea sagrada.