La calificadora internacional Fitch Ratings rebajó las calificaciones de incumplimiento de emisor (IDR) de largo plazo en moneda extranjera y moneda local de Bolivia de “B” a “B-“ y revisó la perspectiva de la calificación a Negativa de Estable. Una lista completa de acciones de calificación se encuentra al final de este comentario de acción de calificación.
“La rebaja de la calificación de Bolivia a 'B-' desde 'B' refleja el agotamiento de sus reservas de liquidez externa, lo que, a la luz de una vinculación monetaria ha aumentado en gran medida la incertidumbre a corto plazo y los riesgos macroeconómicos. La continua caída de las reservas internacionales a niveles bajos las ha vuelto vulnerables al riesgo de un shock de confianza, que se ha materializado en las últimas semanas. Se ha perdido el acceso al mercado de bonos externos y no hay perspectivas concretas de apoyo a gran escala de los acreedores oficiales”, dice el reporte de la calificadora.
La perspectiva negativa refleja una mayor incertidumbre en torno a la capacidad de las autoridades para gestionar esta situación, así como en torno a su gravedad dado el retraso continuo en la publicación de los datos de reservas internacionales, sostiene la calificadora.
Sin embargo, la balanza comercial externo a corto plazo especialmente bajo de Bolivia sigue siendo su principal fortaleza de calificación, lo que respalda la capacidad de pago de estas obligaciones, pero incluso esto podría cuestionarse en medio de una disponibilidad de divisas decreciente e incierta.
La posición externa de Bolivia se ha deteriorado drásticamente en la última década como resultado de las políticas expansivas y la caída de la producción nacional de hidrocarburos, lo que ha convertido al país en un importador neto de energía al reducir las exportaciones y aumentar las necesidades de importación.
Fitch estima que la cuenta corriente volvió a un déficit del 0,6% del PIB en 2022 desde un superávit del 2,1% en 2021 y proyecta un mayor deterioro en 2023.
Las presiones externas erosionaron el stock de reservas del BCB, que alguna vez fue enorme, de $us 15-100 millones en 2014 a solo $us 3.500 ( lo que significa 2,7 meses de pagos externos actuales de 2023F) en los últimos datos disponibles hasta el 8 de febrero de 2023.
Este nivel es muy bajo en relación con sus pares con tipos de cambio estabilizados. La falta de publicación de datos sobre las reservas desde entonces y las preguntas sobre su utilidad aumentan la incertidumbre sobre las municiones del BCB para manejar el shock actual.
El oro representa la mayor parte de las reservas (USD 2.600 millones), pero no es de libre uso según la ley actual, y aún no se ha aprobado una reforma para cambiar esto (la "ley del oro").
La calificadora señala que sólo $us 911 millones eran moneda fuerte o DEG que se pueden vender por moneda fuerte (lo que Bolivia hizo recientemente por $us 300 millones, según datos del FMI). Otros fondos soberanos ya se han agotado.
Perspectiva macroeconómica nublada
Fitch estima que el PIB real creció un 3,6 % en 2022 y recuperó su nivel previo a la pandemia de 2019, aunque más lentamente que los pares regionales y calificadores, ya que el impulso se ha visto limitado por los recortes de inversión pública, la disminución de la producción de gas, un clima adverso para la inversión privada, e inestabilidad social.
Fitch proyecta que el crecimiento se desacelerará a 2.4% en 2023, con serios riesgos adicionales a la baja por el aumento de las presiones de la balanza de pagos y las incertidumbres políticas.
La inflación del 2,6% interanual a febrero de 2023 se encuentra entre las más bajas del mundo, lo que refleja fuertes subsidios y controles de precios para alimentos y combustibles, pero podría estar sujeta a riesgos dependiendo del éxito con el que se aborden los problemas relacionados con la disponibilidad de divisas.
La inestabilidad política resurgió el año pasado, lo que perjudicó la actividad económica y aumentó la incertidumbre en torno a la capacidad de las autoridades para manejar una situación económica frágil. Las tensiones entre la administración de Arce y el departamento de Santa Cruz, un bastión de la oposición y el motor económico de Bolivia, provocaron trastornos económicos. Las tensiones dentro del partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y con grupos sociales también aumentan la incertidumbre política, ya que han obstaculizado la aprobación de la "ley del oro".
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