Julio 12, 2025 -HC-

Entre aplausos y advertencias: nadie discutió y todos quedaron comprometidos


Jueves 10 de Julio de 2025, 4:45pm






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En un movimiento que ha captado silenciosamente la atención del escenario futbolístico nacional, la dirigencia de la Federación Boliviana de Fútbol ha dado una muestra excepcional de cohesión institucional. El Congreso Ordinario celebrado este lunes en La Paz no solo fue un acto protocolar, sino la confirmación de un consenso que no suele ser habitual en espacios donde la pluralidad y el disenso son norma.

La figura de Fernando Costa emergió una vez más como el punto de confluencia de los distintos sectores del balompié nacional. A falta de medio año para la conclusión oficial de su actual mandato, el respaldo irrestricto —y sin matices visibles— otorgado por las 32 entidades habilitadas, habla tanto de la fuerza de sus vínculos dirigenciales como de la dinámica particular con la que se toman decisiones trascendentales en el fútbol boliviano.

Este lunes 7 de julio, en el marco del 59° Congreso Ordinario Electivo celebrado en La Paz, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) ratificó por unanimidad a Fernando Costa como presidente para el periodo 2026–2030, con el respaldo de los 32 votos posibles. La decisión, sin oposición ni planchas alternativas, consolida una figura que ha sabido tejer alianzas tanto en el fútbol profesional como en el amateur.

Costa, quien asumió el mando en 2020, ha sido un dirigente de perfil activo, con logros visibles como la gestión para que Bolivia albergue la final de la Copa Sudamericana 2025 en el estadio Ramón Tahuichi Aguilera. Sin embargo, su reelección no solo representa continuidad, sino también una renovación de compromisos frente a los desafíos estructurales que aún aquejan al fútbol nacional.

Durante su intervención, el presidente reelecto reconoció la crisis económica de los clubes y la necesidad de una administración responsable: “El fútbol saldrá de la pobreza si todos administramos con responsabilidad”. También se comprometió a enfrentar la crisis arbitral, una de las asignaturas pendientes de su gestión, anunciando un plan de reestructuración con medidas de choque.

La reelección de Costa no debe entenderse como un cheque en blanco. El respaldo unánime es también una exigencia tácita: resultados concretos, reformas profundas y una gestión que devuelva la credibilidad al fútbol boliviano. La Casa de la Verde, cuya inauguración está prevista para abril de 2026, y la futura Casa de la Verdecita en Santa Cruz, serán símbolos visibles de ese compromiso… si se concretan en tiempo y forma.

Ese respaldo cerrado —inédito por su homogeneidad— también delimita con claridad las responsabilidades futuras. Quienes hoy aplauden y ratifican la conducción institucional, no podrán más adelante esgrimir distancia o desconocimiento frente a las decisiones adoptadas ni ante los resultados obtenidos. La dirigencia del país ha hablado con una sola voz, y esa voz ahora es corresponsable del rumbo elegido.

Es un momento inusual de alineamiento interno, aunque contrasta con las realidades externas. El fútbol boliviano, en sus diferentes categorías, no ha logrado aún reducir la brecha competitiva con sus pares de Sudamérica. Mientras otras federaciones consolidan procesos deportivos que los acercan a estándares de élite, el nuestro sigue buscando con dificultad una identidad futbolística sostenida y reconocible.

A estas alturas, no resulta temerario admitir que ocupamos los últimos peldaños en la región, tanto en infraestructura como en resultados. Y la paradoja es que, en vez de dar pasos decididos hacia el ascenso, pareciera que con cada ciclo nos alejamos un poco más del lugar al que aspiramos volver. La reelección de Costa, con todo el peso simbólico e institucional que representa, es también una oportunidad crítica para romper esa tendencia.

¿Y qué de FABOL?

El pronunciamiento de Futbolistas Agremiados de Bolivia (Fabol) no tardó en llegar, y su tenor fue todo menos complaciente. Expresó su abierto desacuerdo con la reelección de Fernando Costa, calificando la jornada como un acto carente de autocrítica y divorciado de la realidad deportiva que vive el país. En su comunicado, Fabol lamentó que, pese a los reiterados fracasos en el ámbito competitivo y a las tensiones no resueltas entre la Federación y los actores del juego, se haya optado por consolidar una continuidad sin debate ni revisión profunda.

La organización cuestionó además la falta de diálogo institucional, la opacidad administrativa y la persistente crisis arbitral, elementos que —según remarcaron— se han profundizado durante la gestión que hoy ha sido prolongada. Para los futbolistas, este nuevo ciclo no representa una oportunidad renovadora, sino la cristalización de un modelo que ha demostrado sus límites.

Lo que posteó Claure

“Nación bolivarista tranquilos que no soy tonto y a veces hay que jugar – esto no durará para siempre –”

El presidente de Bolívar dejó entrever que su reciente gesto de aparente conciliación con Fernando Costa no es una rendición, sino una jugada estratégica.

La frase “hay que jugar” sugiere que Claure está moviendo piezas en un tablero más amplio, y el cierre “esto no durará para siempre” funciona como advertencia: su silencio o su aparente alineamiento no son definitivos. Es un mensaje con doble fondo, dirigido tanto a su hinchada como a la dirigencia del fútbol nacional, dejando claro que su postura crítica sigue vigente, aunque momentáneamente contenida.

El balón está en la cancha de la dirigencia. Y el país futbolero, expectante.

 

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