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Orgullosa de su origen, una boliviana se gradúa en Harvard: 'Soy aymara'

Su anhelo es generar políticas de educación para coadyuvar con la organización que dirige desde el 2015


Miércoles 31 de Mayo de 2023, 12:00pm






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31 de mayo (Jacqueline Maydana).- Con una pollera, una manta, el sombrero de su abuela y muy sonriente. Así se mostró la boliviana Sharoll Fernández durante su graduación tras obtener una maestría en Políticas en Educación y Análisis de una de las universidades más prestigiosas del mundo: Harvard, en EE. UU.

Sharoll nació en La Paz y está segura de sus orígenes: “Soy aymara”, dice contenta y por ello, muestra con orgullo el traje tradicional en festejos o eventos especiales en el país norteamericano.

“Me alegra mucho celebrar la graduación y todos los eventos llevando polleras. Para mí es una manera de traer a mis abuelas conmigo. El sombrero que he usado en las celebraciones era de mi abuela y eso me hace muy feliz porque siento que ellas llegan a este espacio que quizá era impensado”, relata desde Harvard. 

Sharoll estudió en el Instituto Adventista Los Andes y luego en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)  en las carreras de Administración de Empresas y Literatura; y pasó por las aulas de la Escuela de Bellas Artes Hernando Siles. 

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El día de la graduación. Foto: Sharoll Fernández

¿Cómo llegó a Harvard? 
Sharoll fundó la organización Zera Bolivia en 2015, con el objetivo de trabajar con padres, niños, y educadores para desarrollar en ellos un pensamiento crítico, inteligencia emocional y el autoconocimiento. Entonces, para especializarse, encontró un programa en línea que la llevó a una de las universidades más prestigiosas del mundo. 

“Me interesaba entender cómo se pueden generar políticas de educación, entonces, mi primer paso fue encontrar el programa. Yo tengo profundo interés por la educación para realizar un trabajo más estructurado, estable y responsable. Mi pregunta es ¿qué es lo que la humanidad ha producido?, ¿cuál es la punta de lanza? Y la respuesta era Harvard”, expone.
Sharoll llegó a Harvard hace dos años y considera que esta gestión fue transformadora, pues aprendió bastante. ¿Qué es lo interesante allá? La joven indica que las universidades bolivianas y Harvard tienen en común el deseo de aprender de los estudiantes, pero hay brechas en cuanto a recursos. 

En Harvard, menciona, los estudiantes tienen acceso a plataformas con últimos estudios e investigaciones. Pero, sin duda, un plus para Sharoll es la experiencia y enseñanza de sus compañeros que provienen de todo el mundo.  

“Creo que quien determina la experiencia es a quién tienes al lado en las aulas. El maestro es reconocido a nivel mundial, hay varios premios Nobel en la Escuela de Gobierno, pero quizá el 90% de tu crecimiento se lo debes a tus compañeros, que es gente de todo el mundo y es tremendamente brillante”, indica. 

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Orgullosa de sus polleras en Harvard Fotos: Sharoll Fernández

Mostrar la pollera en EEUU
Sharoll luce orgullosa el traje de la chola en EEUU y cuenta que ha recibido bastantes cumplidos de sus compañeros e incluso de gente que no conoce.  “Me han comentado varias cosas porque les encanta el traje. La gente se detiene para decirme que le parece muy bello el traje”, dice emocionada.  Recuerda que en una ocasión usó la vestimenta para una exposición académica el semestre pasado y una de sus amigas resaltó su elegancia. 

 “Me dijo que hay mucha realeza en este traje, mucha elegancia y creo que las polleras cargan esa presencia”, dice. 

Sharoll está orgullosa de ser aimara y explica que la identidad es muy importante en una persona, pues menciona que según estudios recientes, cuando una persona sabe quién es, esa seguridad es la herramienta más poderosa para la autoestima, el rendimiento y salud mental. 

“Cada uno, sin importar la edad que tenga, debe preguntarse: ¿quién soy? Saber eso es clave para la vida. Yo soy una mujer que ha nacido en Bolivia, de padres y abuelos aymaras”, asevera. 

La estudiante boliviana en Harvard recuerda con amor que sus abuelos hablaban el aimara todo el tiempo, pero se comunicaban con ella en castellano para no heredarle esa lengua, quizá, porque en el contexto se traduciría en prejuicios y menor acceso. 

“Ese fue un acto de amor. Casi una autonegación de quienes eran para no darme esa parte de su identidad en pro de un futuro mejor. Para mí, entender el amor de esa manera es no solo conmovedor, sino transformador. Por eso es tan esencial para mí cambiar aquello”, expone. 

“Y aunque no hablo aimara, sé que no es necesario tener la lengua dominada para reconocer quien soy y de dónde vengo”, agrega.  
¿Qué le dice a los jóvenes? El mensaje es claro: “Tenemos que pensar en grande, desear mucho y más allá de lo inimaginable o parece imposible e ir por eso”.

Le presentamos un poco de la entrevista: 

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