Julio 17, 2025 -HC-

A 45 años del golpe de Pinochet, Piñera dice que la "democracia estaba profundamente enferma"

En sus palabras, Piñera es preciso y amplio en la descripción del estado de las cosas antes del golpe de 1973 y evita calificaciones al gobierno de Pinoche. A continuación, el portal Urgentebo publica citas textuales de la lectura que tiene Piñera del 45 aniversario del golpe de Pinochet.


Sábado 8 de Septiembre de 2018, 7:30pm






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El diario La Tercera, uno de los más importantes de Chile, publica en su versión digital una serie de artículos como recordatorio a un nuevo aniversario de la caída del gobierno de Salvador Allende y el inicio del régimen dictatorial de Augusto Pinochet. En la serie de publicaciones está una entrevista al actual mandatario del vecino país, Sebastián Piñera, quien se refiere al periodo anterior al golpe de Estado. Dice que, sin justificar los atropellos a los derechos humanos, “nuestra democracia estaba profundamente enferma.

En sus palabras, Piñera es preciso y amplio en la descripción del estado de las cosas antes del golpe de 1973 y evita calificaciones al gobierno de Pinoche. A continuación, el portal Urgentebo publica citas textuales de la lectura que tiene Piñera del 45 aniversario del golpe de Pinochet.

Cuando dejé Chile la situación era absolutamente caótica, era una crisis total, política, económica, social, de unidad, de amistad cívica. Lo más grave era la profunda división que existía entre los chilenos, que en lugar de mirarnos como compatriotas con ideas distintas, nos mirábamos como enemigos.

Quiero dejar muy en claro, sin que esto signifique justificar bajo ninguna circunstancia los atropellos a los derechos humanos, que no se justifican nunca, en ningún tiempo, en ningún lugar, bajo ningún contexto, pero evidentemente que nuestra democracia estaba profundamente enferma antes del 11 de septiembre de 1973, producto de muchos factores.

Primero, que la izquierda, y particularmente el Partido Socialista, declaraba que la democracia era una democracia burguesa sin ningún valor, que había que destruirla con los votos o con las balas; que legitimaba el uso de la violencia como un instrumento legítimo en la lucha política. La democracia estaba muy enferma, no fue una muerte súbita el 11 de septiembre. El debilitamiento de las bases de nuestra democracia se empezó a gestar en la década de los 60 y se acentúo en la década de los 70 y, por supuesto, se profundizó en la década de los 80.

Tenía plena conciencia de que la situación era absolutamente insostenible y, por tanto, que algo iba a pasar; los más optimistas todavía creíamos que podría haber una salida democrática a la crisis y se hablaba en esos tiempos de un posible plebiscito o de la renuncia de todos los parlamentarios para una nueva elección, pero ese camino no prosperó.

(…) Los más pesimistas pensaban que ese camino ya estaba cerrado hace mucho tiempo. Que el grado de crisis moral, política, económica, social, el odio, la división eran de tal magnitud, de tal profundidad, que la democracia ya había fallado. Y pensaban que la solución iba a ser más violenta: una guerra civil, un autogolpe o un Golpe de Estado. Pero la verdad de las cosas es que nadie sabía lo que iba a pasar, pero todos sabíamos que algo iba a pasar.

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Es bueno aprender lecciones de los errores del pasado. Estoy absolutamente seguro y convencido de que la década de los 60, 70 y de los 80, lo que pasó en Chile fue que ciertos grupos quisieron refundar nuestro país a partir de cero, excluyendo a todos los que pensaban distinto. Partió con la revolución en libertad del Presidente Frei, la reforma agraria, siguió con la revolución marxista del Presidente Allende y continúo naturalmente con el periodo militar.

Hay una cosa curiosa, porque algunos son muy majaderos, que no se puede hablar nada de la historia de Chile, porque significa que indirecta o implícitamente estaría justificando atropellos a los derechos humanos. Yo no justifico ningún atropello a los derechos humanos, bajo ninguna circunstancia, pero todos tenemos derecho a recordar nuestra historia, no para escarbar y seguir profundizando una herida hasta transformarla en una gangrena, sino que para aprender de los errores del pasado. Porque las sociedades que no aprenden de sus errores del pasado están condenadas a repetirlos. Sin duda que hubo muchas cosas que empezaron a debilitar y terminaron enfermando gravemente nuestra convivencia, nuestra amistad cívica, nuestra unidad nacional y nuestra democracia, antes del 11 de septiembre del 73.

Estoy seguro de que la izquierda aprendió la lección respecto de lo importante que es cuidar la unidad, la amistad cívica, la democracia, las instituciones. Estoy seguro de que la centroderecha también aprendió la lección de lo importante que es el compromiso total y absoluto con el respeto a los derechos humanos. También estoy seguro de que muchas instituciones chilenas también aprendieron la lección. Por ejemplo, la Corte Suprema, que sin duda no estuvo a la altura de los desafíos que exigían los tiempos, porque la Corte Suprema estaba llamada a defender los derechos básicos de las personas y no cumplió con esa obligación, cosa que fue reconocida por su pleno en un autoacordado en que reconoce los errores que se cometieron durante el periodo militar, cuando se rechazaban los amparos sin siquiera analizarlos, cuando no se apersonaban en los lugares de detención clandestina, donde se presumía que había todo tipo de torturas y muertes.

También creo que todos hemos aprendido la importancia de encontrar un mejor equilibrio entre el necesario sentido de unidad nacional con la necesaria divergencia y pluralismo de ideas que se confrontan para enriquecerse. Igual como hemos aprendido del necesario equilibrio que debe haber entre crecimiento económico y justicia social. Todas esas son lecciones que hemos aprendido de las últimas cuatro o cinco décadas en nuestro país.

Nunca he dicho que la derecha sea esto o esto otro. Lo que he dicho es que todos tenemos responsabilidades en lo que pasó. En el debilitamiento de la democracia, en el quiebre de la democracia y en los atropellos a los derechos humanos. No de la misma naturaleza ni de la misma magnitud, pero todos. Estoy convencido de que muchos civiles que tenían poder e influencia tampoco la ejercieron en plenitud para haber evitado los atropellos a los derechos humanos. Y, por tanto, esta (cómplices pasivos) es una reflexión muy profunda que hice cuando se cumplían 40 años del Golpe Militar, no para apuntar con el dedo a los culpables y a los responsables, sino todo lo contrario, para sacar y extraer lecciones. E incluso yo me autoincluí en ese mea culpa, porque dije “todos, incluyéndome a mí, pudimos haber hecho más”.

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