Tuto Quiroga quiere sacarnos del MERCOSUR para regalarnos un voucher imaginario de libre mercado.
Tuto Quiroga ha vuelto, no como estadista, no como visionario, ni siquiera como político libertario. Vuelve como un experto en decir cosas que suenan bien, pero que no resisten 5 minutos de realidad boliviana. Esta vez, en el programa “Yo Elijo” de El Deber, ha propuesto que Bolivia se salga del MERCOSUR y nos lancemos a los brazos del libre mercado. Como si los acuerdos multilaterales fueran catálogos de Amazon y no procesos diplomáticos, económicos y humanos que tardan décadas en construirse.
Bolivia es un país con más de 2 millones de compatriotas viviendo en Argentina. Muchos de ellos necesitan estar protegidos por el MERCOSUR, no por el delirio de un libre mercado a la carta. Lo que Tuto no dice -quizá porque nunca lo entendió- es que el MERCOSUR no es solo un acuerdo comercial, por sobre todo es un acuerdo de derechos. Sí, de derechos para los países miembros y para sus connacionales. Esa palabra que a los liberales de manual les da picazón porque implica derechos colectivos, no solo transacciones.
Gracias al trabajo de años, Bolivia está a un pelo de consolidarse como miembro pleno del MERCOSUR, y eso es oro puro fundamentalmente para los jovenes, más en la situación que atraviesa el país:
• Los bolivianos podremos trabajar, estudiar, acceder a la salud, abrir una cuenta bancaria o convalidar tu título en cualquier país del bloque.
• Los bolivianos podremos votar, viajar, instalarnos en otro país sin necesidad de pedir permiso cada 6 meses.
• Y lo más importante: estaremos protegidos por un paraguas jurídico común, que en tiempos de xenofobia, racismo institucional y discursos de odio, es el escudo que podría proteger a cientos de miles de bolivianos, especialmente en Argentina.
Pero para Tuto eso no vale. Claro que no impresiona a empresarios de traje que lo aplauden desde algún foro donde se habla de “biotecnología” -aunque hablé y proponga para ellos- tratando así de agradar más a una elite logiera, que intentar conectarse con las necesidades reales de un boliviano promedio.
Libre comercio como si fuéramos la primera potencia industrial de la región. Como si un productor boliviano de textiles pudiese competir en igualdad de condiciones con empresas brasileñas o aún peor con las grandes maquilas de Asia. Como si la soberanía alimentaria, las industrias emergentes o las empresas pudieran sobrevivir sin un marco de protección y cooperación regional. Pero claro, Tuto nunca tuvo que vender nada en una feria, no entiende lo que cuesta producir, exportar y subsistir.
Salir de la “cárcel del MERCOSUR que nos tiene atrapados” es como dejar la casa de tus padres porque quieres vivir solo, pero te mudas a un hostal de mala muerte, donde te cobran hasta por usar el baño y te cambian la cerradura cada que no puedes pagar.
No es solo ignorancia: es irresponsabilidad política
Desestructurar un proceso de integración que ha tomado décadas construir no es una propuesta electoral, es una amenaza a los derechos de millones de personas. Tuto no está proponiendo una idea, está saboteando silenciosamente la posibilidad de que cada boliviana y boliviano, tenga un pasaporte que le abra puertas reales en la región.
Cuando seamos confirmados como miembros plenos vamos a tener algo tangible: un pasaporte que te permite cruzar fronteras, atenderte en un hospital, trabajar legalmente, estudiar en el MERCOSUR. Tuto en su obsesión por comerse al electorado de Dunn, quiere hacer un guiño libertario a cambio de una promesa de mercado que es una quimera.
Seamos claros: Tuto no habla para los bolivianos de El Alto, ni para las y los migrantes de Villa Celina. Habla para un loby empresarial cruceño, al cual le debe el financiamiento de su campaña.
La integración regional no es un lujo ideológico. El MERCOSUR es imperfecto, sí, pero es nuestro y lo más importante, es real. Y sobre todo es una promesa de comunidad, en un mundo que cada vez cierra más las puertas a la migración y al libre mercado con políticas ultra-proteccionistas. Tuto quiere que dejemos esa casa común para dormir en la intemperie del libre mercado. Lo que no dice es que en esa calle, si no tienes un pasaporte que te brinde protección, no eres ciudadano y por lo tanto no tienes derechos, con lo cual puedes ser libremente explotado por el mercado ilegal, de un libre mercado sin alma.
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