¿Qué es lo que pretende la Alianza Libre con sus cuestionamientos difusos, con sus reconocimientos a medias y con la movilización de jóvenes y cuyos líderes no dan la cara?
Como bien sabe Tuto Quiroga, las filas gigantescas por carburantes y el voto del domingo 19 de octubre guardan cierta relación. Aquella que se expresa en la larga espera para que el dispensador de gasolina o diésel alcance para uno, tras muchas horas de fila paciente o aquella determinación de que esta crisis se resuelva por la vía del voto, por el camino de la democracia.
Los bolivianos hacemos política casi siempre y en todos los espacios. Yo suelo decir, incluso cuando hacemos el amor. Y una de sus formas es la protesta, la presión. Y tanto en la crisis económica o la política, la expresión pudo haber sido violenta. El estallido social. Pero no, optamos por la vía institucional. Así que los bolivianos hicieron fila para votar o para comprar combustible. ¡Qué lección más grande la que dieron a los dirigentes que eligen echar gasolina a las demandas para que haya incendios!
Y a pesar de aquello, tras las dos elecciones, la de agosto y la de octubre, la Alianza Libre no termina de ver y reconocer los resultados que los bolivianos definieron. En las dos oportunidades el mayor apoyo fue para un binomio que no es el encabezado por Tito Quiroga.
En la primera vuelta, el país se ha pronunciado con el mensaje de la necesidad de un acuerdo político y social para ir reconstruyendo este país tan golpeado por sus líderes. Por el masismo y el evismo en los últimos 20 años. Y claro, por las fuerzas opositoras. En la primera vuelta, el voto nulo anticipó que una parte de los bolivianos seguirían por la presión social.
Y la segunda vuelta, el mensaje también fue nítido y mayoritario: un respaldo mayoritario a Rodrigo Paz y Edmand Lara.
En ese contexto, Tuto Quiroga reconoció y felicitó a su rival por la victoria en la elección definitiva. El mismo dijo que lo hizo con mucho dolor, pero ahora se entiende que también lo hizo sin asimilar de todo la realidad. Sólo así se puede entender que hasta hoy miércoles 22 de octubre persistan los cuestionamientos al resultado, cuando los de Alianza Libre también deberían estar enfocados en resolver las urgencias contra la crisis, porque quienes confiaron en Quiroga y Juan Pablo Velasco lo hicieron por su propuesta contra la crisis económica.
Tuto Quiroga, demócrata declarado, político que ha disputado la Presidencia en cuatro elecciones, esta frente al desafío de mostrar una posición sin ambages. La dimensión de la crisis y la democracia se lo exigen.
Ahora bien, si tienen cuestionamientos, si tienen dudas razonables, que las hagan conocer con datos concretos. Que salgan a decir cuántos casos tiene para cuestionar, que sus observaciones sean precisas. Recordemos cómo la oposición venezolana hace frente a Nicolás Maduro, con cifras reales, con un discurso sólido.
O ¿es que la alianza Libre no hizo el seguimiento en cada mesa y en cada recinto electoral? En otras palabras, que revelen la información que tienen.
Se ha dicho también que el estratega internacional Duran Barba tuvo influencia directa sobre la derrota de Libre debido a la guerra sucia desde las redes sociales o un planteamiento contra la crisis poco conectado con un país diverso y único. Ahora bien, ¿no será que acá la mayor ruptura fue la de los candidatos con su potencial electorado?
El primer cuarto de siglo del siglo XXI ya se va y hasta ahora, tras 200 años, no nos ponemos de acuerdo. Creo que ya suficiente pérfida de tiempo. Ya es hora de que los líderes políticos, sociales y económicos pongan a prueba su talla. O, por el contrario, que cedan sus espacios. Porque la otra espera paciente es por la renovación.
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