Octubre 06, 2025 -HC-

Velasco Vs. Lara, el clásico que dejó con sabor a resaca


Lunes 6 de Octubre de 2025, 2:15pm






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Para ambos candidatos vicepresidenciales, Juan Pablo Velasco y Edman Lara, lo de anoche era una prueba de fuego... pero, como el fuego mal alimentado, se extinguieron rápido. Hubo chisporroteo, humo, mucho ruido, y al final: resaca, como esas fiestas donde el confeti queda pegado al piso y nadie recuerda por qué brindó.

Decían que el encuentro sería «histórico», a pesar de haber estado en duda hasta el último momento. Y fue histórico, pero por las razones equivocadas. Uno esperaba algo más que frases trilladas, interrupciones y gestos inflamables. Y fue lo que abundó. También era una cuestión de honor, y eso trasciende a los partidos como tal, puesto que dice más de la persona que de cualquier otro factor. Pero, el honor, es algo que en Bolivia se ha vuelto escaso. 

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Foto: Beatriz Cahuasa

El debate podía compararse con un clásico de fútbol. Todos esperan que su equipo gane, aunque ambos estén últimos en la tabla. Pero si pierden o empatan sin sudar la camiseta, no solo aburren: se ganan la rechifla, decepcionan. Y eso fue lo que pasó. Ni estrategia, ni garra, ni juego bonito ni juego limpio. Apenas empellones verbales y faltas absurdas.

Más que para dominar al rival, un debate es para dominarse a sí mismo. En un clásico de verdad, se colocan los mejores elementos, se demuestra talento, estrategia, temple. Acá no hubo nada de eso. A menos que lo que mostraron sea, efectivamente, lo mejor que tienen. Y si es así, estamos en serios problemas. Es evidente que, cuando el cerebro se traba, el mecanismo de la agresión se vuelve el único argumento. Y si alguno de los participantes cae en ese juego, ya cedió a las intenciones del otro. Y anoche hubo mucho de eso: candidatos más pendientes del contrincante que del país.

Algunos analistas lo llamaron «circo», pero ni tanto. En un circo uno se ríe, se asombra, ve talento, porque los actores se esfuerzan en mostrar lo mejor de sí, incluso para hacer chiste. Aquí no hubo lo uno ni lo otro. Solo frases trilladas, ataques y moderadores que no moderaron nada. Las reglas se rompieron sin el mayor rubor. Todo se volvió irritable.

Falta una semana para el debate de presidenciables. Puede pasar cualquier cosa. Lo que sí, estemos seguros, es que la guerra sucia seguirá embarrando lo que ya está embarrado. Pero, ojalá, esta vez los candidatos entiendan que no se trata de ganar un round, sino de convencer a un país cansado de los golpes bajos.

Es bueno recordar que cuando el fanatismo manda, la razón se va al camerino. Y cuando eso pasa, lo que queda no es política. Es solo un partido vacío. Sin balón. Sin argumento. Sin sentido. A ver si los candidatos presidenciales —viejos lobos de mar en la política— tienen la capacidad de redimirse.

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