Noviembre 10, 2025 -HC-

Tiempo político liminal, gobernabilidad en el Congreso y en las calles


Jueves 6 de Noviembre de 2025, 11:00pm






-

Las causas del denominado fin de ciclo de más de dos décadas del MAS es que se advierte un desgaste político y falta de renovación, “liderazgos agotados” que no ofrecen alternativas nuevas ni representativas, la fragmentación interna, desgaste institucional que ha enfrentado el modelo caudillista entre sus principales líderes, concentración del poder y crisis económica, Esto abre a un  nuevo ciclo de fragmentación política en el Congreso, donde ningún partido alcanza mayoría absoluta ni los dos tercios necesarios para aprobar reformas estructurales.

Para abordar este momento de definiciones e indefiniciones necesitamos una retrospectiva del pasado inmediato electoral y preguntarse del por qué el fracaso en primera y en segunda vuelta de Tuto Quiroga así como de Samuel Doria Medina, fracasaron por no establecer una relación o articulación con sectores del eje social nacional (lo denomino así a la nueva identidad nacional), una desconexión con sus demandas históricas, así como la falta de una base política orgánica que los representara auténticamente, o como habitualmente los politólogos dicen; ausencia de estructuras partidarias con arraigo popular

El inicio de un nuevo gobierno genera expectativas de renovación democrática y reformas, el presidente electo Rodrigo Paz ha iniciado contactos con organismos de apoyo financiero multilaterales para redefinir el rumbo político de Bolivia, aunque persisten desafíos complejos como la polarización, la fractura regional, la recuperación económica y la reconstrucción institucional. Este tiempo político liminal es expectante de nuevas ideas y narrativas que tienen que decantarse en un ambiente de debate y práctica política que encuentren validación en las capacidades que se vayan desplegando en la gestión gubernamental, pero de modo inveterado, analistas inventan y han inventado estereotipos: desde la izquierda tradicional socialista que asocia a la derecha con el liberalismo económico, el emprendedurismo y la crítica al Estado. Esta izquierda que languidecía con el MIR y la UDP, resurgió con la irrupción del socialismo del siglo XXI impulsado desde Venezuela por el chavismo bajo un discurso antiimperialista, anticapitalista y el socialismo comunitario sustentado por el MAS en el país.

En el marco de una democracia económica, la narrativa anticapitalista instaurada, no diferencia que el libre mercado es una premisa de desarrollo económico y solo una condición del capitalismo en sus otras formas. De ahí que postular el qamirismo como practica social prehispánica efectiva, propia sujetada en el ayni, no es meramente una reciprocidad de dar, recibir y devolver, sino una relación de “todo en la vida es ayni”, se compagina y es positivamente funcional con algo que es ajeno como el liberalismo económico. Dado el estado actual de las cosas no se requiere del estatismo socialista que es de carácter politico como condición para el desarrollo, pero si de un Estado que garantice el funcionamiento del mercado. El gobierno del MAS que ha sido etiquetado como sinónimo de gobierno indígena, en el fondo no ha sido más que la manipulación y la impostura desde grupos de poder.

El actual congreso o asamblea legislativa plurinacional ALP que tenemos, está compuesto por 166 parlamentarios, 130 diputados, elegidos mediante un sistema mixto de circunscripciones uninominales y plurinominales y 36 senadores, con 4 representantes por cada uno de los 9 departamentos del país, elegidos por votación proporcional. Para tener gobernabilidad se requieren 111 asambleístas para tener 2/3 y realizar reformas constitucionales, juicios de responsabilidades, elegir defensor del pueblo y otros cargos importantes. El PDC no tiene mayoría y necesita de la coalición LIBRE para tener 116 y si sumamos con asambleístas del frente UNIDAD se obtiene cierta hegemonía. Por lo expresado de los voceros de los frentes políticos, existen las condiciones para tener estabilidad e institucionalidad, pero esta deducción es puramente formal, porque la realidad congresal puede deparar sorpresas, debido a que la bancada del PDC tiene un farrago de congresales pallthapitas (recolectados aleatoriamente) con cierta mayoría Larista, que pueden perpetrar picardías divisionistas criollas y en las demás bancadas podrían también suscitarse fisuras de indisciplina, por lo que se pueden reeditar polarizaciones donde distintas facciones compitan por el poder en una versión de juego de tronos nacionalizados.                      

Los pactos y las mayorías que se puedan lograr en la ALP son insuficientes, de ahí la necesidad de tener gobernabilidad en las calles, en un periodo que debería decantarse una autenticidad y regeneración de las dirigencias de las organizaciones sociales. La presión de las calles seguirá siendo un factor de poder y de influencia en las decisiones políticas, no se puede gobernar al margen de las mayorías. Las movilizaciones tendrán dos facetas, una, con una carga de intereses políticos que busquen la inestabilidad, desgaste económico, político y debilitamiento institucional, la otra cara de movilizaciones surgirá por el descontento de las medidas de ajuste económico, dependiendo de la gravedad de las medidas; en este caso, la ALP ya no podría contener la presión social en las calles. El futuro político boliviano probablemente será híbrido con una ALP deliberante que busque consensos, pero condicionado por la fuerza de las movilizaciones sociales, que seguirán siendo un actor central, el eje social nacional no solo debe ser parte del paisaje político, sino protagonista en esta nueva relación entre el Estado y la sociedad.

Moisés Gutiérrez Rojas

///

 

.