Hace unos días, en una charla de madres y padres de familia, escuché con asombro utilizar el concepto de papá chancleta, utilizado de manera peyorativa, al hecho de haber engendrado hijas mujeres. Muy preocupada, me cuestioné que, a estas alturas, se considere de menor valor traer hijas al mundo, frente al de tener hijos varones. Sin embargo, la historia nos muestra que la diferencia de nacer hombre y nacer mujer ha sido determinante en sociedades como la nuestra. Estuvo relacionada directamente con usos arbitrarios de poder y desigualdades en la tenencia de tierras o propiedades, inclusive, ligada a renunciar al apellido al momento de casarse y priorizar el paterno y relegar el materno al momento de inscribir al recién nacido.
Ustedes pensarán que mi posición es radical y extremista, pero, a decir verdad, responde a un contexto donde la mujer ha sido por siglos considerada una ciudadana de segunda categoría, sujeta a discriminación, carente de oportunidades y víctima de atropellos, hasta el punto de ser cosificada de tal manera y que sirva tan solo para ser un escaparate atractivo al momento de vender autos, artículos de cocina etc. No es raro escuchar la frase: “calladita te ves más bonita”.
Vuelvo al inicio del padre chancletero y me refiero al mismo para cuestionar un tema que puede generar mofa y risa y que en realidad es más profundo que eso. Estamos en el mes de la mujer, hablamos de todos los derechos, oportunidades y de la construcción de igualdad que se han logrado hasta la fecha, en cuanto a acceso a la educación, salud reproductiva, a nivel laboral y profesional. Pero no nos damos aun cuenta que con simples frases reproducimos sistemas patriarcales y machistas, hacemos a un lado la dignidad de las mujeres como seres plenos y con derechos.
El 8M es un día de reivindicación mundial para la mujer, hablaremos de las brechas que todavía persisten, pero también de los caminos ya recorridos. Se pedirá una vez más que los hombres de todas las edades se sumen a esta reivindicación, que se construya una nueva masculinidad, ausente de estereotipos destructivos, y que el hombre como la mujer valgan lo mismo, en un mundo alejado de discriminación contra la mujer, donde el poema de Adela Zamudio “Nacer hombre” sea parte de la historia y no cobre vigencia cada día, en las calles, trabajos y hogar.
Es un tiempo para reflexionar como individuos, con pleno derecho a decidir, a cambiar desde nuestra individualidad hasta la pluralidad, a escoger cada día si somos parte de una construcción saludable de sociedad o parte de esa concepción que daña su núcleo. Es tiempo de llamar a la acción para desterrar desde nuestro pensamiento, lenguaje y acción el machismo que mancha cada día y que alimenta sin piedad las noticias con cifras de violencia hacia la mujer.
El padre chancletero debe desaparecer como concepto para que hombres y mujeres sepamos ser dignos desde el nacimiento, valorando y reconociendo al otro como parte de una construcción más igualitaria y digna a partir de nuestra identidad.
Algunas consideraciones
1.- Desterrar lenguaje las frases peyorativas hacia las mujeres es tarea fundamental para lograr la construcción de una sociedad igualitaria en derechos y oportunidades.
2.- Las nuevas masculinidades aportan de manera cualitativa a la lucha por la igualdad de las mujeres.
3.- El 8M debe servir de reflexión y análisis en relación al camino recorrido, pero también los desafíos que aún tenemos en relación con el valor de la mujer.
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