Desde hace muchos años, Bolivia está entre los primeros lugares de la región y el mundo como un país con un nivel de trabajo informal elevado. Lo cual se ha agravado, principalmente en mujeres, jóvenes y niños, desde la pandemia y actualmente por la recesión de su economía combinada con una inflación alta.
Recientemente, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha presentado su último informe sobre el Panorama Laboral de América Latina y el Caribe, donde textualmente dice “La informalidad sigue siendo uno de los principales desafíos estructurales del mercado laboral de América Latina y el Caribe”.
De acuerdo a este último reporte de la OIT, con una tasa regional cercana al 47 por ciento (promedio de 12 países), casi la mitad de las personas ocupadas en la región carecen de acceso a la seguridad social, la estabilidad y la protección laboral asociadas al empleo formal.
La región, el año 2024, reflejo una tasa de informalidad promedio del 48% (15 países). En cambio, el año 2021 se observó una cifra más alta, de un 49,8%. Al 1er semestre de 2025 la tasa fue de 46,7%, en el año 2024, durante el mismo periodo, fue 47,5%. Hay una leve moderación regional en la informalidad laboral.
Al 1er semestre 2025, Bolivia ocupa el primer puesto de informalidad laboral con un 82,3%. Al otro extremo, se encuentra Uruguay con una tasa del 22,3%. La OIT indica que el aumento de la incidencia de la informalidad en Argentina, Bolivia y Ecuador fue el resultado de una caída en la cantidad de puestos formales junto con un aumento de las ocupaciones informales.
Según datos de la OIT, Bolivia cerró el 2024 con una tasa de empleo informal del 83,9%. Los hombres reflejaron una tasa del 81,9%, las mujeres del 86,1%, en cambio los jóvenes (15 a 24 años) del 96,2%. Se observa que el grupo más golpeado y vulnerable por la crisis económica es este sector, lo cual los empuja a un trabajo informal, donde el salario mínimo es un privilegio, no un derecho.
Como dato referencial, y para poner en contexto donde está ubicada Bolivia en la región, la tasa de informalidad laboral (por sexo) el 2024 de los hombres fue de 47,5% y de las mujeres el 47,2%. Al 1er semestre 2025 los hombres reflejaron un 47% y las mujeres un 46,3%. Nuestro país, por género, duplica estas cifras, las asimetrías aún son profundas en nuestra población laboral respecto a la región.
Respecto a la tasa de desocupación juvenil (15 a 24 años) el promedio regional en el 1er semestre 2025 fue de 12,5%. Increíblemente, Bolivia solo refleja una tasa del 5,1% la más baja de Latinoamérica y el Caribe, en cambio, la más alta fue de Uruguay, con un 25,1%.
Haciendo una comparativa con datos regionales, tomando 10 países, tasa de informalidad regional por edad, en el año 2024 los adultos tenia una tasa de 43,5% y los jóvenes de 56,8%. Con datos al 1er semestre 2025, los adultos reflejan una tasa del 42,8% y los jóvenes de 56%. Claramente, los jóvenes aún son los más rezagados en conseguir un empleo formal en sus países.
RESUMEN
En resumen, se podría decir de manera sencilla que la informalidad en Bolivia no es coyuntural sino estructural. Bolivia no tiene un problema de desempleo, sino más bien de un empleo precario, informal y de baja calidad.
Más del 80% de su fuerza laboral trabaja en condiciones informales, donde no gozan de derechos laborales, beneficios sociales o de la posibilidad de ganar el salario mínimo nacional. Prácticamente, en Bolivia predomina el autoempleo, subempleo y otros tipos de actividades económicas de “subsistencia”.
¿QUE PODRÍA HACER EL GOBIERNO?
Es algo que este gobierno ha indicado, o al menos ha propuesto, reducir la informalidad laboral, y de la misma economía. Pero podemos sugerir estas medidas simples y concretas.
- Reducir el costo de la formalidad
- Esto supone menos cargas laborales, menos burocracia y menos presión fiscal sobre todo para las micro y pequeñas empresas.
- Establecer un sistema único: Un solo pago, un solo registro, una sola ventanilla, donde la virtualidad sea el más importante insumo.
- Formalización con beneficios tangibles
- Acceso efectivo a salud, beneficios sociales, créditos productivos y al mercado de compras públicas, tanto para empresas y trabajadores.
- Si los empleadores son informales, sus trabajadores también lo serán. Por lo tanto, dar ventajas y facilidades para ser formal, es clave.
- Política productiva para el sector informal
- Además de capacitación y otorgar facilidades para acceder a tecnología, canalizar a las empresas informales (mypes) a través de encadenamientos con empresas grandes o con mercados formales, es fundamental. Es decir, si quieres ganar mejor, debes ser “formal”.
- El camino no es sancionar la informalidad, sino dar condiciones para que dejen de serlo. Bajar impuestos o crear específicos es esencial. Nadie dejara de ser informal, si el costo de ser formal es elevado.
Conclusión general
La informalidad laboral en Bolivia no es un problema de falta de trabajo, sino de una gran presencia empleos de baja calidad. Mientras ser formal siga siendo caro, complejo y poco rentable, la mayoría de trabajadores, especialmente jóvenes, seguirá en la informalidad. En un contexto de recesión e inflación, la informalidad actúa como un mecanismo de supervivencia, no como una decisión voluntaria.
Recomendación
El gobierno debe aplicar una estrategia simple y realista, hacer que la formalidad sea más barata, más fácil (práctica) y más útil que la informalidad, empezando por jóvenes y microempresas.
Si la formalidad ofrece ingresos estables, acceso a salud y crédito, la informalidad bajará de manera gradual y sostenible, incluso en crisis.
Finalmente, mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del país y reducir la informalidad del empleo de Bolivia van de la mano. Por lo tanto, debe ser una política de Estado, en todos sus niveles, donde deben combinar esfuerzos con el sector privado. La informalidad para miles de familias del país es una opción de llevar el alimento cada día a sus hogares. Si ser formal es complejo, burocrático y costoso, será más difícil de revertir esta condición.
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