Yacuiba, 04 de octubre (Agencias).- El mercado campesino de Yacuiba, ubicado en el chaco tarijeño, fue consumido la noche de este lunes por un incendio que difícilmente pudo ser controlado. Al amanecer se informó que los puestos de venta fueron consumidos casi en su totalidad, que se ha perdido mercadería y que, afortunadamente, no hubo daños humanos.
“Las pérdidas son importantes. No se registraron daños humanos. En este momento se está haciendo todos los esfuerzos controlar el fuego”, escribió Esteban Farfán Romero, jefe de gabinete del gobierno municipal de Yacuiba, desde su cuenta en Facebook.
Con fines de controlar el fuego, YPFB Corporación autorizó el uso del carro bomberos que estaba en la Planta Separadora de Líquidos; de igual manera la alcaldía argentina de Salvador Mazza autorizó que sus carros bomberos crucen la frontera para ayudar a controlar el fuego.
Las garrafas explotaban una por una impedían intervenir y cesar las llamas. Cerca de las 23.00 horas el techo del Mercado Campesino cedió, poniendo el riesgo la vida de los Bomberos que intentaban apagar el fuego y de las personas que intentaban salvar su mercadería. En el lugar había más de 1.000 puestos.
El diario El País reportó que el fuego era sólo uno de los males. Una decena de jóvenes, valiéndose de la desesperación de la gente, aprovechó la ocasión para saquear los puestos.
No era posible reconocerlos, pues tenían sus rostros cubiertos con sus poleras.
Se llevaron lo que pudieron, verduras, electrodomésticos, muebles, todo les servía. Para frenar esa situación, efectivos de la Policía Boliviana y la Policía Militar establecieron un cordón humano, pero los saqueos continuaron.
Radio Yacuiba realizó una cobertura extensa y pudo recoger el testimonio de algunas personas.
“Las garrafas revientan y revientan”, indicaban las comerciantes desesperadas porque querían sacar su mercadería que se consumía por el fuego.
“Son imágenes indescriptibles”, comentaba el periodista, quien aseguraba que hasta las 23.19 no se habían registrados pérdidas humanas.
“Todas mis manzanitas se lo han llevado”, indicaba un vendedor, que dijo que tenía invertido unos 6.000 bolivianos en su pequeña mercadería. Con un palo en la mano trataba de defender lo poco que le quedaba.
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