Que no suene a una irreverencia del concepto mismo de la pobreza y es que la dura realidad de los clubes bolivianos hace que lograr permanecer en un torneo internacional como la Copa Sudamericana representa ganar un premio de 900 mil dólares estadounidenses. Cifra que les sirve en este caso a Real Tomayapo y Nacional Potosí para sanear su año deportivo.
Por el contrario, equipos como Wilstermann y la U. de Vinto se ven en serios problemas ahora que no podrán contar con ese premio. En el caso de “los aviadores” es mucho más serio, pues el club cruza desde el año pasado con muchas deudas y una serie de acreedores que los tienen agarrándolos del cuello, impidiendo que puedan encontrar un respiro y poder vivir.
¿Cómo dimensionar este problema tan agudo, dentro de una crisis financiera que debe hacer replantear toda la planificación para este año?
¿Cómo hará Wilstermann para salir de este momento? Que difícil poder imaginar qué idea genera el directorio para encontrar una solución. Cualquier arreglo será momentáneo; es como querer sanar de una enfermedad seria a un paciente con un par de aspirinas. Cuando el diagnóstico indica que debe someterse a una cirugía complicada, de mucho riesgo y se necesita de médicos capacitados y de muy alto perfil profesional.
Las deudas en el cuadro rojo del valle superan los 3 millones de dólares. ¿Cómo se consigue ese monto?, ¿cómo se diagrama una estrategia acorde para salvar a un paciente que está a punto de entrar en fase terminal? Los dirigentes como mínimo habrán trabajado en un plan B si es que ocurriría lo que ocurrió.
Lo peor de todo es que el año deportivo recién está comenzando. El camino por recorrer este 2024 aún es muy largo y los plazos para una mejora sustancial deben ser inmediatos. En mayor o menor medida, el mismo problema hoy debe estar afectando a la U. de Vinto que también apostaba a una victoria y avanzar en la Copa Sudamericana.
El otro lado de la moneda son Tomayapo de Tarija y Nacional Potosí. En ambos casos lo único que pasa por la mentalidad de sus dirigentes es mejorar futbolísticamente y avanzar hasta donde se pueda en el torneo internacional. A nivel local buscar nuevamente una clasificación a uno de los torneos de la CONMEBOL del próximo año y repetir la campaña.
En lo estrictamente deportivo, hemos sido testigos a través de la imagen televisiva esta semana de 2 partidos realmente pobres y es que en este caso la pobreza es del juego y la propuesta misma que mostraron los 4 equipos que disputaron esta fase en el arranque de la Copa Sudamericana. Peor no se puede jugar.
En Tarija, el espectáculo fue impresentable por parte de los 2 equipos. Una carencia de ideas total, hoy que vemos los mejores torneos a nivel internacional. Aquí vuelvo con la palabra pobreza.
Pobreza de fútbol, pobreza de equipos, pobreza de espectáculo, pobreza de ideas, pobreza en la propuesta de juego en los 2 partidos. Pobreza de preparación, pobreza de trabajo físico, pobreza de ambición, de hacer algo diferente. Fueron 2 encuentros totalmente abúlicos, sin criterio, sin velocidad; ni hablar de intensidad, profundidad, volumen de juego, patrón futbolístico. Pobreza táctica, pobreza técnica. En ese panorama, ¡tan pobre! Real Tomayapo y Nacional Potosí lograron avanzar a la siguiente instancia de la Copa Sudamericana 2024. En ese fútbol tan paupérrimo desde el punto de vista de la propuesta deportiva, Wilstermann y la U. de Vinto quedaron fuera.
Los que avanzaron, la tendrán realmente muy difícil. A ver cómo la hacen para mejorar en todo sentido. Lo que se vio de ellos en el inicio de la Sudamericana y las pocas fechas disputadas en el torneo de la División Profesional es muy deficiente. Redundando una vez más, extremadamente pobre.
Ojalá mejoren y muestren algo diferente. Lo veo muy difícil.
Los que se quedaron en el camino, ojalá encuentren salida a sus profundas crisis económicas que no los deja respirar con normalidad.
Otro momento de resignación y profunda reflexión en el fútbol boliviano.
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