Mayo 02, 2025 -HC-

Dos ‘Judas’, esta es la diferencia entre Iscariote y Tadeo


Sábado 19 de Abril de 2025, 5:00pm






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19 de abril (ACIPRENSA).-  La Semana Santa puede ser una buena ocasión para aclarar algo que a veces genera confusión: cada vez que el nombre “Judas” aparece en la Escritura, ¿estamos ante una referencia a aquél que traicionó a Jesús? La respuesta a esta pregunta puede que sea importante, primero, para no satanizar innecesariamente el nombre hebreo original (este posee una rica tradición bíblica), y, en segundo lugar, para entender mejor al grupo de amigos que acompañó a Jesús de Nazareth.

Es verdad que, en general, el nombre “Judas” evoca de manera espontánea lo peor del ser humano – así lo ha transmitido la tradición cristiana– ; pero también es cierto que no siempre es o ha sido así.

En lenguas como el español, donde el nombre original -Judá- no posee más que una traducción, la tendencia es esa: a identificar el nombre solo con la decadencia del apóstol traidor, más aún cuando, a diferencia de lenguas como el inglés, se carece de distinciones en las traducciones del nombre (Judas y Jude) para establecer diferencias.

En consecuencia, vale decir que “Judas”, en griego Ὶούδας, es un nombre que proviene del hebreo “Judá” (יהודה, Yahû'dâh), y posee un significado muy hermoso: "Yahveh sea alabado".

En el Antiguo Testamento “Judas” o “Judá” era, para empezar, el nombre de uno de los líderes de las doce tribus de Israel, razón por la que la región donde se estableció dicha tribu se llama Judea.

Para el tiempo de Jesús, Judas era ya un nombre bastante común entre los judíos; y su prestigio había crecido a causa de personajes como Judas Macabeo, el famoso guerrero que luchó por la recuperación del culto judío en el llamado Segundo Templo, durante la Revuelta de los Macabeos (siglo II a. C.) inmortalizada en los Libros de los Macabeos I y II.

Dos Judas

En los Evangelios aparecen dos Judas: Judas, el Iscariote, quien entregó a Jesús, y Judas Tadeo, quien, llevando el mismo nombre, siguió los pasos del Maestro y alcanzó la santidad, incluso padeciendo el martirio.

Estos dos personajes, tan distintos por el desenlace de sus vidas, tuvieron cosas en común además del nombre, y de ahí, quizás, el origen de los malentendidos. Ambos fueron llamados por Jesús a seguirlo y, por lo tanto, pertenecieron a su círculo más cercano, el de los doce Apóstoles.

Ambos escucharon de manera directa al Maestro y fueron testigos de sus milagros -quizás también los obraron en su nombre-. Ambos, en consecuencia, aparecen mencionados en los Evangelios, y son los propios evangelistas quienes introducen distinciones claves para evitar confundirlos.

A Judas Isariote se le suele llamar simplemente “Iscariote”, mientras que en el caso del santo, se prescinde del “Judas” y se le llama solo “Tadeo”.

A pesar de ese esfuerzo, en muchos ámbitos, y por varios siglos, la sola mención del nombre Judas terminó opacando al “Judas bueno” a San Judas Tadeo, patrono de los imposibles.

Definitivamente, si volvemos a la pregunta inicial, no estamos siempre frente al mismo Judas cuando ese nombre aparece en la Escritura, como se podrá apreciar a continuación.

San Judas Tadeo

Los evangelistas Mateo y Marcos lo llaman simplemente “Tadeo” (ver: Mt 10, 3 y Mc 3, 18), mientras que Lucas se refiere a él como “Judas de Santiago”, tanto en su Evangelio como en los Hechos de los Apóstoles.

Por su lado, San Juan, lo coloca en la Última Cena cuando le hace una pregunta a Jesús: “Señor, ¿qué ha pasado para que te manifiestes a nosotros y no al mundo? (Jn 14, 22).

Los especialistas y la tradición coinciden en que Judas Tadeo era hermano de Santiago el Menor y primo de Jesús. Era hijo de Alfeo, hermano de San José, y Alfeo estaba casado con María de Cleofás, hermana de la Virgen María; de ahí que se hable del parecido físico entre Tadeo y Jesús, y de que la iconografía haya subrayado eso a lo largo de la historia (se le suele representar con una imagen de Cristo en el pecho).

A San Judas Tadeo se le atribuye una de las cartas del Nuevo testamento, Epístola de San Judas. En el versículo 1 de dicho texto, San Judas se llama a sí mismo “servidor de Jesucristo y hermano de Santiago” (ver: Jds 1,1).

Judas Iscariote

Dijo alguna vez el Papa Benedicto XVI: “Ya sólo el nombre de Judas suscita entre los cristianos una reacción instintiva de reprobación y de condena” (Audiencia General, 18 de octubre de 2006). Poco o nada se sabe de su vida antes de formar el grupo de los Doce, tampoco es claro el origen del epíteto “Iscariote”. Aspectos que contrastan con lo que de él nos muestran los evangelios una vez que fue "uno de los Doce" (Mt 26, 14. 47; Mc 14, 10. 20; Jn 6, 71), porque lo fue, y aún así terminó dándole la espalda al Maestro.

Judas Iscariote era el encargado del dinero (Jn 12, 6; 13, 29) que debía administrar para los pobres. Ya en este encargo mostró su mala entraña porque se robaba el dinero – San Juan lo llama “ladrón” (Jn 12, 6) – y se quejó por el supuesto desperdicio de los perfumes y aceites con el que la mujer pecadora ungió los pies de Jesús (Lc 7, 37-39).

¿Por qué Judas Iscariote terminó traicionando a Jesús? No son pocas las respuestas que suelen darse: se sentía decepcionado al ver que Jesús no ejercía un liderazgo político, tenía ganas de forzar al Señor a liderar la liberación de su pueblo de los romanos, quería ver instaurado un reino donde ocupar un lugar preponderante… pero ninguna de estas podrá superar a la más lamentable y certera: "El diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo" (Jn 13, 2); o como dice San Lucas: "Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce" (Lc 22, 3).

Nuevamente Benedicto XVI sale al paso de la dificultad para centrarse en lo nuclear: “De este modo –señalaba el Pontífice apoyándose en los evangelistas–, se va más allá de las motivaciones históricas y se explica lo sucedido basándose en la responsabilidad personal de Judas, que cedió miserablemente a una tentación del Maligno”.

En consecuencia, lo fundamental está en reconocer que más allá del nombre, inevitablemente desprestigiado por el peso de la traición del Iscariote, lo importante está en la actitud del ser humano frente al Señor Jesús.

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