El duelo retórico-jurídico entre el presidente de los Estados Unidos y la British Broadcasting Corporation por la difusión, en previos de la elección presidencial 2024 de un documental que adulteró el discurso de Trump de enero 6 de 2021, haciéndolo lucir como instigador de la poblada en el Capitolio, ofrece la oportunidad de un examen de verificabilidad de la validez lógica de los razonamientos y afirmaciones cruzadas en medio de una contienda electoral en extremo prolífica para estudios de comunicación política, lógica proposicional y semiología.
Es una batalla lógica y discursiva multidimensional pues, aunque a diciembre de 2025 aún no se formalizó la demanda por el documental de Panorama “Trump: ¿Segunda oportunidad?”, los argumentos de cargo y descargo alrededor de las acusaciones de Difamación de Figura Pública e Interferencia Electoral Foránea contra la BBC son ya examinadas desde noviembre en el tribunal de la opinión pública que asignará culpa o inocencia mucho antes que un juez conozca formalmente el caso.
De hecho, las perspectivas legales son tan desfavorables a la BBC que su directorio asumió expeditamente haber adulterado el discurso de Trump y luego difundido el brulote en días previos a su reelección en 2024, negando intención maliciosa, pero sacrificando a su CEO y a su directora de prensa para aplacar al agraviado que implacable exige retractación y compensación.
Anticipando un litigio adverso, la réplica de la recurrida corporación no esperó a que se formalice el alegato. No obstante, de inicio no respondió la BBC sino el establishment británico que asumió defensa de la cadena estatal con una caracterización que evade las causas de la demanda y desplaza la controversia a sus consecuencias negativas, subrayando a) las onerosas costas judiciales, b) los impactos laborales irreversibles y c) la quiebra de la media subsidiada con fondos públicos. Según el gobernante Partido Laborista y su satélite el Partido Liberal Democrático, tal es el objetivo de Trump: quebrar a la BBC, cesar a 30 mil empleados y destruir al periodismo europeo.
Sometiendo esos razonamientos a un examen de estructura lógica y correspondencia factual para ver si son válidos o falaces, la primera observación es que, en lugar de contestar el alegato, la lógica de Westminster busca desgastar la imagen del demandante. En segundo lugar, invalida moralmente el daño, anulando la empatía natural por el afectado, tornando el reclamo impopular por sus efectos y no por sus causas. En tercer lugar, encuadra la demanda contra la BBC como un ataque al periodismo como entidad, asumiendo consustanciación entre la recurrida y la libertad de expresión.
Ahora vamos por partes. El primer argumento de réplica del líder liberal Ed Davey –que Trump es un insincero y ambicioso “enemigo de Reino Unido y de la libertad de expresión”, es una típica falacia Ad Hominem. La declaración no contesta ninguno de los argumentos del demandante, sino que lo descalifica moralmente para descalificar por extensión su demanda. Es más fácil atacar a Trump, caracterizado como el arquetipo del globalismo ultraliberal europeo, que probar su demanda errada.
El segundo argumento, también de Davey, sobre que Trump quiere “meter la mano en el bolsillo de los ingleses”, es una falacia Pelele (Strawman) pues pretende que el fin del recurrente es despojar a los contribuyentes ingleses, cuando pagar las costas legales y la indemnización demandada serían efecto no una acción de Trump sino de un fallo que establecerá si la BBC cometió el delito del que se la señala e impondrá un efecto pecuniario restaurativo que el gobierno británico ciertamente pagara recurriendo a los impuestos de los ciudadanos británicos.
El tercer argumento, que advierte que la demanda de Trump “causará el despido de 30 mil empleados de la BBC”, es una falacia Avalancha (Slippery Slope). Los laboristas y liberales pretenden crear una falsa relación de causa-consecuencia entre que Trump interponga la demanda y la previsible quiebra de la recurrida cadena o incluso el colapso de un icono del modelo de periodismo subsidiado por el estado.
De manera orwelliana la gobernante coalición parlamentaria intenta usar la victimización para reanimar el chovinismo británico. para justificar las acciones de la BBC, intentan ignorar el hecho jurídico de que hubo daño y disrupción en el curso de unas elecciones extranjeras al difundir un discurso adulterado del candidato que termino siendo presidente y que aquello tiene consecuencias jurídicas vinculantes y orgánicas.
Para la izquierda europea no son los perpetradores sino las víctimas a quienes debe culparse por llevar ante la justicia a los difamadores de un candidato sobre la recta final de comicios en la primera potencia de occidente. Pretenden ignorar el daño infligido y el impacto político de la intentona, reduciendo el derecho a demandar reparación a un vil afán de obligar a los contribuyentes británicos a pagar las costas legales de la BBC y cesar a 30 mil empleados que perderán su empleo no por el atropello de la BBC, sino porque la víctima del delito insiste en demandar al autor por una cantidad proporcional al daño.
Por ahora esta serie de falacias Ad Populum, que buscan predisponer emocionalmente a los británicos para hacer carne propia de la defensa de la BBC contra la razón jurídica, se originan en Westminster y en Downing Street, pero pronto el debate se instalará en un tribunal del distrito del Sur de Florida. Para entonces la opinión pública ya se habrá formado un criterio y es mejor si tiene elementos para hacerlo antes que la media globalista atiborre la agenda con falacias Ad Ignorantiam y no deje lugar para la lógica y los hechos.
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