Agosto 21, 2025 -HC-

¿Por qué el azul se transformó en verde en el mapa electoral?


Jueves 21 de Agosto de 2025, 3:00pm






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El sonar de la “diana”, esa melodía característica de la banda que acompaña a la fraternidad que baila por fe y devoción a la Virgen, llamaba la atención de todos. Era la señal para que el “pasante” saliera a recibir a quien había adoptado como su “compadre”.

Aunque vestía el mismo traje oscuro que caracteriza a los fraternos, el color de su piel lo distinguía entre los presentes. Ese abrazo entre compadres no era solo un gesto de estima, representaba confianza, lealtad, solidaridad y una hermandad política.

Para el nuevo compadre, el pasante era más que un simple anfitrión del encuentro entre los más allegados a él: era la llave de acceso a un círculo político reservado, uno difícil de penetrar para cualquier outsider. Un espacio que, en el pasado, estuvo dominado por quien se autodenominó el primer Presidente indígena del país.

En su caso, el color de piel y el origen común facilitaron el ingreso: eran “masis”, iguales. En cambio, para quien tenía un color distinto de piel, el camino fue más arduo. Su recorrido fue una lucha constante, porque no era fácil obtener el rótulo de “compadre” en un entorno donde la pertenencia no se concede fácilmente.

Brindar “salud” desde el mismo vaso cobra aquí un sentido más profundo: simboliza igualdad. Para el compadre adoptado, significó ganarse la confianza de un grupo clave que podía abrirle nuevas rutas políticas. Esa alianza garantizaba que no se perdieran lo que ellos consideran sus “conquistas”.

El pacto surgía como el relevo natural del MAS, con quienes habían compartido espacios de poder, al menos en los círculos de liderazgo. Sin embargo, desde su experiencia, ese proyecto ya había perdido el rumbo. La nueva alianza ofrecía una oportunidad para conservar el control dentro de sus propias bases, operativas, leales y, durante años, relegadas a la sombra.

Estos compadres, alguna vez relegados a la segunda línea, eran en realidad quienes garantizaban el “voto comunitario”: una práctica donde toda una comunidad decide en bloque a qué candidato apoyar. A cambio, el compromiso era claro, repartir el poder. Muchos de ellos ya fueron electos y protagonizarán el nuevo Parlamento. Son nuevos rostros para el ciudadano común, pero viejos conocidos para quienes gobernaron por dos décadas.

El “sena quina”, como en el cacho, fue apostar por mantener y fortalecer las supuestas conquistas de las bases para llegar a donde llegaron. No se explican de otro modo las promesas desmedidas de multiplicarlas hasta por cinco. Ahora, en la antesala de la segunda vuelta, los nuevos compadres de segunda línea lo recuerdan constantemente en medios, redes y donde pueden, dejando claro que su apoyo tiene un precio.

Atribuir el triunfo únicamente al “rey del TikTok” es ignorar el esfuerzo para lograr estas alianzas tejidas por alguien que lleva la política en la sangre. Su experiencia le permitió olfatear el vacío de poder dejado por un gobierno fallido, con el que sus nuevos compadres convivieron, y del que aprendieron cómo mantener el control, aunque solo fuera una ilusión compartida.

Así se explica por qué el azul se transformó en verde en el mapa electoral. Pero, tras el triunfo, ¿realmente hay un deseo de superar la crisis, de combatir la corrupción, de lograr mejores días para su gente? ¿O simplemente es una estrategia para que los compadres perpetuen el poder con el que convivieron apoyados en sus bases tradicionales?

Convivir en ese territorio no será fácil. La verdadera prueba será si el nuevo gobierno podrá gobernar con quienes ahora están nuevamente empoderados y no están dispuestos a ceder ni un centímetro del poder, incluso si eso implica cambiar de color político.

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