Para comprender la educación transmisiva y sus principales supuestos, es esencial entender su origen. En ese sentido, puede señalarse que la enseñanza transmisiva emergió en el contexto de organización de la educación en torno a la razón y los principios racionales. Por efecto de la idea más amplia de organización de una sociedad racional, en la cual la razón debe regir no solo la actividad científica y técnica, sino también el gobierno de los hombres y la administración de las cosas, incluida la educación (Touraine, 2008).
Al influjo de esta concepción, la escuela se concibió como un espacio de ruptura entre el sujeto (las y los estudiantes) con el medio de origen y como un lugar de apertura a los ideales de progreso y participación a través del conocimiento. La escuela debía promover la participación en una sociedad basada en valores universales que son fruto del progreso científico y técnico, la liberación de las necesidades y el triunfo del espíritu (Touraine, 2008).
Consecuentemente, el docente no era considerado un actor que interviene en la vida privada de los estudiantes, sino un mediador entre los estudiantes y la adquisición de los conocimientos y valores universales. La escuela moderna nació al influjo de esta concepción y estableció que el rol del maestro era transmitir contenidos racionales, alejados de la subjetividad y de cualquier vínculo cultural, social o personal. La enseñanza tomó la forma de una práctica impersonal, centrada en la racionalización de los aprendizajes. Desde entonces, la transmisión dio forma y sentido a la educación.
Las ideas del padre de la pedagogía moderna, Juan Amós Comenio, se sostuvieron, en gran medida, en esta misma necesidad del triunfo del conocimiento racional. Señalaba sobre la educación de niñas, niños y jóvenes: “Que se le prepare para adquirir un conocimiento verdadero y sólido, no falso y superficial; es decir, que el animal racional, el hombre, se guíe por su propia razón, no por la ajena; no se limite únicamente a leer y aprender en los libros pareceres y consideraciones ajenos (…), sino que sea capaz de penetrar hasta la médula de las cosas y conocer de ellas su verdadera significación y empleo” (1998).
En resumen, la enseñanza transmisiva nació en una sociedad que supuso la razón como principio organizador, dando forma a una escuela centrada en la transmisión de conocimientos universales y racionales, desligados de cualquier vínculo social y personal. Esto que actualmente puede parecer una realidad superada, representa aún el gran dilema de la educación.
¿Cuál es la mayor consecuencia que tiene la educación transmisiva para el sujeto de la educación? Es la interrogante que abordaremos en el siguiente artículo.
*Estas reflexiones son fragmentos de la obra “Pedagogía del Sujeto. Transitar de la transmisión y la despersonalización a una educación para la libertad y la creación”.
Referencias:
Touraine, Alain. (2008). Crítica de la modernidad. México: Fondo de Cultura Económica.
Comenio, Juan (1998). Didáctica Magna. Argentina: Editorial Porrúa




