La soledad es un estado de aislamiento, sin compañía, que permite a la persona conocerse, darse cuenta de sus emociones y sentimientos, que suele ser saludable para la persona, pero también puede ser la señal de un estado patológico que derive en depresión.

 “Quiero disfrutar mi soledad”, “Mi compañera es la soledad” o “Es muy doloroso estar solo”, esas y otras frases parecidas son muy frecuentes cuando una persona ingresa a este estado y su estado de ánimo comienza a verse afectado por la sensación de solitud.

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El psicoanalista Óscar Terrazas Zelada inició conversación con BUENVIVIR señalando que, de manera muy didáctica, la soledad se puede clasificar en dos tipos, la buena y la mala, ésta última es la que puede desencadenar en una depresión e, incluso, llevar a estados profundos que desemboquen en suicidio.

Terrazas, quien reside en Cochabamba, resaltó que hasta el momento ha sido muy complicado definir a la soledad, pero a grandes rasgos “ésta es un estado emocional que desemboca en un estado afectivo” y que se percibe de manera diferente según la edad ocupación, historia personal y familiar, además de otros factores.

 “La soledad en la adolescencia, en la edad adulta y en la tercera edad es percibida de diferente manera. Los adolescentes, por ejemplo, buscan ser parte de un círculo social, quieren pertenecer a algo, a un grupo de amigos, por ello quieren mostrarse siendo parte de algo, yo soy, y esta identidad consolida como persona; los adultos mayores también quieren ser parte de una familia, contar con la presencia y el apoyo de alguien, no contar o no ser parte de esos entornos puede llevar a un estado depresivo”, explicó el psicoanalista.

Terrazas aclaró que al ser un sentimiento emocional y conductual puede derivar en depresión, un cuadro clínico que provoca el aislamiento y la pérdida de placer. “En casos extremos esto se genera en un cuadro incapacitante porque uno pierde concentración, tiene deterioro físico y cognitivo, la persona no puedes concentrarte y pierde la memoria”.

Por ello, insistió que la soledad afecta a la salud en general “e incluso puede provocar que uno quiera atentar contra su vida” y aclaró que ese tipo de reacciones es una “soledad negativa, patológica”, apunto el profesional.

En tanto, dijo, existe otro tipo de soledad “el estado positivo o bueno”, ya que permite a la persona conocerse un poco más, darse cuenta de los sentimientos que tiene, de su presencia física.

“Esta no es una enfermedad patológica, sino es una forma de querer desvincularse del ajetreo social, responsabilidades cotidianas, de estar al pendiente de una y otra cosa”, enfatizó. En ese marco resaltó que la mejor terapia para cualquier de los dos estados de soledad es promover el bienestar de la persona a través de las buenas relaciones y actitudes con los demás.

Finalmente, el psicoanalista recomendó acudir por ayuda profesional cuando la sensación de soledad esté generando sufrimiento en la persona y su conducta refleje deterioro físico y cognitivo, además del aislamiento patológico.

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