Junio 26, 2025 -HC-

¿Y la salud? Bien, gracias


Miércoles 25 de Junio de 2025, 9:30pm






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Durante este último año de anticipada electoralización en Bolivia, todo tipo de políticos y líderes autoproclamados han ofrecido las más variadas fórmulas para “salvar” el país. Sin embargo, entre discursos mesiánicos y promesas vacías, hay un tema que ninguno ha abordado con la seriedad que merece: la crisis del sistema de salud.

Si bien el problema no es nuevo, resulta aún más evidente si se tiene en cuenta que, después de más de 14 años de bonanza económica, este gobierno no ha logrado consolidar un sistema eficiente que garantice un acceso a la salud, equitativo, científico y oportuno. Si bien se registraron algunos avances desde el 2000, estos más parecen haberse producido más por inercia y presión de organismos internacionales, que por la aplicación de políticas efectivas que lleven a un verdadero cambio de paradigma en la salud de más de 12 millones de bolivianos.

Una prueba de este fracaso es el calvario que enfrentan diariamente miles de ciudadanos para conseguir atención médica: largas filas en hospitales públicos y cajas de salud, esperas interminables por una ficha de consulta y, en muchos casos, la imposibilidad de recibir atención oportuna. Ante la precariedad del sistema estatal, la medicina privada se convierte en una opción viable, pero sus costos son prohibitivos para gran parte de la población. Como resultado, vemos con frecuencia campañas de recaudación en redes sociales y eventos solidarios para costear tratamientos médicos que, en un sistema de salud funcional, deberían estar garantizados.

Y así, mientras los bolivianos nos debatimos en una crisis económica sin precedente reciente, se discute acaloradamente la posición política que nos salvará de la debacle; liberales, zurdos, fachos, indigenistas y un largo etcétera tratan de llevar agua a su molino, cada quien con la solución para “salvar al país” pero se olvidan que un país enfermo no produce, no avanza, no nada. Un país enfermo es incapaz siquiera de concebir su propio futuro.

El gasto público en salud en los últimos años ha rondado el 5,8% (año 2021) del PIB que, si bien no es el ideal, vemos países como Brasil, Uruguay o Colombia con un gasto del PIB en salud (en porcentaje) del 4,5, 6,9 y 6,5 respectivamente y tienen de lejos, mejores sistemas sanitarios que el nuestro traduciéndose en un acceso a la salud, equitativo y eficiente para la mayoría de su población. Eso nos demuestra que no solamente depende de la cantidad de dinero que se gaste, si no se tiene un plan de salud serio, efectivo y sobre todo adaptado a nuestra realidad, nunca lograremos llegar a la meta de dar salud eficaz, eficiente de manera equitativa a nuestra población.

En los últimos 24 años, en plena bonanza económica - la población de Bolivia aumentó de 8.6 millones a 12.4 millones de habitantes, lo que representa un incremento del 44.2%. La esperanza de vida al nacer en 2024 fue de 68.7 años, un aumento de 6.6 años respecto al 2000. La mortalidad infantil se redujo de 54 a 20.44 por 1000 nacidos vivos entre 2003 y 2022, una disminución del 62.1%. Sin embargo, el porcentaje de nacimientos con bajo peso aumentó de 4.0% a 5.4% en el mismo período. Algunos de los marcadores más importantes para medir la salud de un país nos dicen que hubo un avance positivo, pero, y aquí está el pero: INSUFICIENTE, puesto que seguimos siendo el peor segundo país después de Haití en cuanto a cifras en salud ¿Qué estamos haciendo mal?

¿Por qué si destinamos fondos similares en porcentaje del PIB que países vecinos, no logramos un verdadero despegue en cuanto a la salud de los bolivianos?

Veamos algunas causas macro, que cualquier diplomado en Salud Pública con buen criterio nos diría:

1. Deficiencias en recursos humanos e infraestructura

2. Fragmentación y centralismo

3. Financiamiento insuficiente

4. Sistema de referencia y contrarreferencia ineficiente

Listo, ya sabemos cuál es el problema, pero no, aun resolviendo cada uno de estos puntos sería insuficiente ¿Por qué? Porque el sistema de salud boliviano es una chamuchina, como diría mi santa madre; tenemos por un lado el sistema público, que depende de alcaldías y gobernaciones, y se reparten entre ellos la responsabilidad de recursos humanos e infraestructura y equipamiento ¡un lio total!! Luego está el sistema de cajas de salud que incluye al 28% aproximadamente de la población, con sus propios problemas y dificultades, y finalmente está el sector privado, que trata de llenar los vacíos entre esos dos grandes sistemas. Y en medio de estos tres superhéroes de la salud aparece el Sistema Único de Salud (SUS), un sistema creado para garantizar el acceso gratuito y universal a la salud de todos los bolivianos (sic) que no tengan ningún seguro y que así lo requieran. En papel es una maravilla, solo tienes que llevar tu carnet (y 2 fotocopias por si acaso) una boleta de luz, registrarte y ¡pum! ya tienes acceso al Sistema Único de Salud.

En medicina, hay una máxima: “si un tratamiento funciona a medias, no funciona en absoluto”. Lo mismo ocurre con el sistema de salud. Todos los bolivianos hemos sido testigos o, en menor medida, víctimas de sus falencias. Luego, ¿cuál es la solución?

La historia ha demostrado que las reformas superficiales no son suficientes. Para que se produzca un cambio real, no solo tiene que ser un replanteamiento integral del sistema de atención médica, sino que también es necesario tener líderes capacitados y una visión a largo plazo que priorice la vida de los ciudadanos a corto plazo los intereses políticos.

En la próxima entrega, exploraremos una propuesta concreta para transformar el sistema de salud en Bolivia. ¿Estamos listos para esta conversación?

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