La concentración de los sectores populares y de las organizaciones sociales, ocurrida el jueves 25, en la plaza San Francisco terminó con un solo mensaje para los actores políticos internos del oficialismo, como para los externos: El gobierno basará su fortaleza política en su relación con las calles y el presidente Luis Arce no se dejará amilanar por amenazas de golpe de estado. Por eso, afirmó: “Sobre nuestro cadáver un nuevo golpe de Estado”.
En otras palabras, el MAS aprendió las lecciones políticas de octubre y noviembre de 2019, cuando estalló una crisis política que llegó a provocar la renuncia de Evo Morales a la Presidencia del Estado Plurinacional. Con la concentración de miles y miles de personas, el gobierno boliviano lanzó el mensaje de que las cosas serán diferentes a aquel 2019, según los discursos de los protagonistas y los analistas, cuando hubo una ola de renuncias que empezaron en los parlamentarios, continuaron en viceministros, ministros y terminaron en los primeros mandatarios.
El analista político y exministro de gobierno, Hugo Moldiz, explicó que la multitudinaria marcha de las organizaciones sociales por la defensa de la democracia y la reconstrucción económica en la sede de gobierno planteó dos mensajes contundentes en términos políticos y sociales. El primer mensaje fue dirigido hacia Estados Unidos “que tiene la manía de conspirar, con apoyo de opositores internos y que, entre otras cosas, produjo el golpe de Estado en 2019”.
“El mensaje es: hemos aprendido la lección de 2019. Esta vez no nos van a sorprender. No vamos a renunciar a este proceso de cambio y a la reactivación económica que aquí nos van a encontrar”, aseveró el analista en el programa Primer Plano, de Bolivia TV.
El segundo mensaje, según Moldiz, fue dirigido hacia el interior del propio partido, para cuidar y mantener la unidad monolítica como condición para la victoria. “El mensaje es que los tres referentes políticos: Evo Morales, Luis Arce y David Choquehuanca, están unidos, más el pueblo”, explicó Moldiz.
El máximo ejecutivo de la Confederación de Interculturales de Bolivia, David Veizaga, aseguró el viernes último que tras la marcha en defensa del Gobierno, el sector se declaró en estado de emergencia y alerta. “Después de la marcha, lo que viene es que vamos a estar en estado de emergencia y alerta. Hasta que concluya la gestión nuestro presidente Lucho (Luis Arce) estaremos en estado de emergencia”, indicó el dirigente en conferencia de prensa.
El secretario Ejecutivo de la Central Obrera Bolivia (COB), Juan Carlos Huarachi, afirmó que las organizaciones sociales del país respaldan al gobierno del presidente Luis Arce y vicepresidente David Choquehuanca frente a los “intentos de desestabilización” de la derecha, por lo que no permitirán otro golpe de Estado. “El pueblo es consciente y ha dicho que no vamos a permitir más intentos de desestabilización en el país”, expresó Huarachi.
De hecho, el mismo líder de la COB tiene una posición diferente a la que expuso en los sucesos de noviembre de 2019, cuando pidió la renuncia de Evo Morales, lo que ocurrió el 10 de noviembre, poniendo fin a un gobierno que se había iniciado en enero de 2006.
Tras la multitudinaria concentración de los sectores que respaldan al presidente Luis Arce, el vocero presidencial Jorge Richter destacó la movilización social y dijo que este es un mensaje para los sectores conservadores que buscan afectar la gobernabilidad del país. “No es un ejercicio de fuerza, sino fundamentalmente es una nueva forma que toma la resistencia social y popular frente a las insinuaciones de los sectores más reaccionarios de nuestro país”, afirmó el portavoz.
Desde la visión de Richter, “estos sectores reaccionarios”, que tienen su rostro visible en el Comité Cívico Pro Santa Cruz y del gobernador Luis Fernando Camacho, buscan “generar las condiciones para tener un escenario de indignación colectiva” que les permitiese lograr la “ruptura del orden constitucional”.
Y en ese fin es empleado el Censo de Población y Vivienda “para realizar la batalla trascendental”, como lo hicieron antes, al inicio del mandato de Arce, con la administración de la pandemia del COVID-19 y después con sus cuestionamientos al modelo económico.
Para Richter estos espacios como el Comité cruceño es más un espacio político donde se reagruparon “viejos actores políticos y sectores de la vieja partidocracia de la derecha neoliberal” y que ejercen desde esos espacios su acción “opositora al Gobierno”.
“La marcha tiene dos objetivos, primero el de mostrar una fuerza territorial y reproducir el voto que tiene en las calles. Después del paro de 48 horas (en Santa Cruz) y los intentos de generar violencia en contra del Gobierno, el Gobierno y el MAS responde en la calles, es decir; si la oposición sale, el MAS va a responder. El Gobierno y el MAS la calle no la va a volver a perder”, declaró la analista Susana Bejarano.
Por otro lado, Richter afirmó que la marcha demostró la unidad interna del oficialismo. Señaló además que la participación de Arce, Choquehuanca y Morales es una evidencia del “principio unificador del bloque social y popular” de dicha movilización.
“Los liderazgos son absolutamente protagónicos fundamentales de este proceso y caminan, por supuesto, como el día de hoy (por ayer), bajo ese principio unificador”, aseveró.
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