Mayo 23, 2025 -HC-

Mucha gente tiene miedo a médicos y hospitales, pero no hay campañas para promover la vacunación


Domingo 6 de Febrero de 2022, 11:00am






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La señora Bertha es una madre orgullosa y batalladora de dos jóvenes estudiantes de la UPEA, El Alto. Ella trabaja en diferentes oficios para que David y Ana María tengan el pan del día y que, además, vayan a la universidad para que sean profesionales como ella no ha podido ser. Además, desde hace algunos días está tranquila porque sus hijos ya están vacunados contra el coronavirus. Y, ¿ella se ha vacunado?

“No, yo no me ha vacunado porque los dirigentes de mi pueblo me dicen que como soy mujer ya mayor puede darme un ataque al corazón”, responde la señora Bertha, quien asegura que de su comunidad la gente ha combatido al virus con hierbas naturales y que hubo pocos muertos.

Pero, ¿por qué no se ha vacunado usted y sus hijos, sí?, le preguntamos y ella responde: “Es que desde antes nos han dicho que la vacuna es peligrosa, que el virus no existe. Pero a mis hijos, yo los quiero sanos”. La señora Bertha termina la conversación con la promesa de que va a considerar inmunizarse solo por la idea de que no quiere faltarles a sus hijos, que quiere verlos egresando de su carrera, porque están tan aplicados que ya hacen pasantías.

“Tengo muchos conocidos, yo vivo en el Tejar, que le tienen mucho miedo a la vacuna, siempre hay resistencia de recurrir al médico, han sido víctimas de negligencia médica, hay mucha susceptibilidad”, dice la historiadora Sayuri Loza.

El investigador aymara Pedro Portugal comprende aquel temor de la gente que no se vacuna, no en los argumentos que expresan públicamente, sino “en su vivencia de exclusión del sistema médico y de otros servicios”. La historiadora Loza lamenta que en el país no haya acciones estatales para estimular a la población a que se vacune y reducir el temor de algunos incluso a la jeringa y dice que “la única razón valedera que vi en algunas personas que no se vacunan es que tienen alergias a las vacunas o alguna enfermedad de base”.

El miedo al sistema de salud pública es una de las razones más fuertes para que el ritmo de la vacunación sea menor en los municipios rurales, en las laderas. La resistencia histórica de ir al médico se ha convertido en caldo de cultivos para esos grupos antivacunas que han proliferado en el país, mientras las autoridades no han llevado adelante hasta ahora una campaña que “anime a la gente a vacunarse”

Lo que significa que el movimiento antivacunas es impulsado por algunos grupos interesados que se sostienen en el temor de la gente, la educación deficiente y la inacción del Estado. “El resto de las personas, que son parte de grupos organizados, tienen teorías conspirativas y creen en leyendas urbanas. Hay tal cantidad de gente que gana popularidad contrariando a lo que ya conoces. Hay quienes dicen que la tierra es plana, que hay alienígenas, y ahí están los antivacunas. Son congregaciones que se juntan  y, por ejemplo, hablan mal de las vacunas y hablan de las ventajas del dióxido de cloro”, dice Loza.

Ella también se refiere a personas que tienen reconocimiento popular e incluso profesional que han encontrado en la pandemia la oportunidad para generar más recursos, con la promoción, por ejemplo, del dióxido de cloro

En este contexto, Portugal admite que “sí, lamentablemente”, que conoce a “una familia que rehúsa sus hijos sean vacunados en la escuela”.

¿Por qué ocurre esto? Portugal concluye que históricamente entre la población indígena y popular “los sistemas estatales de salud fueron o inexistentes e instrumentos de opresión y humillación” y que por ese motivo, la población tomó distancia de los centros de salud, hospitales.

Hay mal trato de funcionarios, los servidores de salud son ineficientes, los médicos y enfermeras tratan con desdén a las personas, “más evidente cuanto más humildes son. Ello provoca una resistencia a asistir a los centros médicos”.

Esa visión distante de los grupos rurales, de los sectores con poca educación ha sido manejada incluso con racismo en el gobierno de transición, afirma Portugal. “Recordemos la imagen de un entonces ministro que, como unpequeño napoleón, se paseaba por poblados del altiplano increpando a los pobladores de una localidad aymara que asistían a un velorio su ‘ignorancia’ e ‘irresponsabilidad’”, argumenta Portugal.

A ese factor, Sayuri Loza añade otro argumento: “Creo que un gran problema del gobierno es que nunca ha informado sobre lo que es realmente la vacuna, no se ha explicado cómo son las vacunas, cuántas vidas se han salvado con la vacunas, nunca dijeron qué es una vacuna, qué tipos de vacunas hay. Yo recuerdo que informaron el Presidente se vacunó, nada más”.

En ese marco, ambos entrevistados afirman que en este momento lo que corresponde realizar es un trabajo de comunicación, que sea amplio y tolerante, que “a partir de los valores culturales propios” se incentive la vacunación.

“Se ha politizado la enfermedad, incluso dijeron que el virus es un invento. Deberíamos la gente de animar a la gente, para que se vacune, tengamos una mentalidad abierta”, recomienda Loza.

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