12 de julio (Urgetebo).- La oposición se enfrenta este año a un rival más fuerte que el propio Evo Morales. En sus entrañas, libra una pulseta entre líderes y fragmentos contra su mayor enemigo, ese que la dejó arrinconada a la orilla del poder por una década y 3 años: su dispersión y, por ende, la del voto ciudadano.
Evo Morales Ayma es Presidente desde el 22 de enero de 2006. En las elecciones de 2005, logró 53,72% de votos. Esa cifra fue superada en los comicios de 2009, porque obtuvo el 64,22%. Eso no fue todo. En las presidenciales de 2014, los bolivianos ratificaron el apoyo al mandatario con el 61,36% en las urnas. Ahora, postula a su cuarto mandato para el 20 de octubre. Quiere gobernar el país hasta el 2025, año del Bicentenario. “Estoy convencido, vamos a ganar las elecciones, eso no es problema”, asegura y se ampara en los antecedentes.
La dispersión
Samuel Doria Medina, líder del partido opositor Unidad Nacional (UN) y candidato en las presidenciales de 2005, 2009 y 2014, considera que la oposición tiene posibilidades para retornar al poder y que ahora la revancha es contra sí misma. Asevera que, a diferencia de anteriores comicios, la del 2019 tiene un escenario propicio, donde los líderes críticos al Gobierno ya no pueden cometer los errores del pasado y la lectura debe ser distinta sin egoísmos.
Un elemento distintivo a otras elecciones es que Morales no llega invicto. Se toma la referencia de la decisión asumida por los ciudadanos el domingo 21 de febrero (21F) de 2016, fecha en la que la población acudió a las urnas para decidir en un referendo constitucional si estaba dispuesta o no a modificar la Constitución para habilitar al Presidente como postulante a un nuevo mandato. Ese hecho es considerado una derrota no ante sus tradicionales adversarios, sino ante los mismos ciudadanos quienes piden ahora respeto al voto.
El resultado consolidado y registrado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) del referendo del 21 de febrero de 2016 demuestra que se emitieron 5.490.919 votos (100%), de los cuales 5.228.652 fueron válidos (95,22%). La opción del NO a la reforma constitucional ganó con 2.682.517 votos (51,30%) ante los 2.546.135 (48,70%) a favor del SÍ. A esos datos, se suman los 68.845 votos blancos (1,25%) y los 193.422 nulos (3,52%).
“Esta es la misión que me he impuesto: apoyar a la oposición a tomar las medidas necesarias para reeditar la victoria del 21F”, asegura Doria Medina, quien, a diferencia de las tres elecciones anteriores, decidió asumir otro rol el 28 de noviembre de 2018, la de ser promotor de la articulación de oposición política y la ciudadana.
El politólogo y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Carlos Cordero, sostiene que hoy en día la oposición no sólo debe entenderse como los liderazgos críticos al gobierno de Evo Morales. Explica que el 21F marcó una pauta más allá de las siglas.
“Si hoy la oposición está fragmentada relativamente no es un signo de debilidad, sino, más bien, las sociedades se suelen movilizar cuando hay problemas en el sistema político y creo que quien está en una situación que nunca antes había estado es la candidatura oficialista (Evo Morales)”, dice el analista.
El 18 de diciembre de 2005, los candidatos críticos que enfrentaron a Morales fueron sólo dos: Jorge Quiroga por Poder Democrático Social (Podemos) y Samuel Doria Medina por Unidad Nacional (UN).
El 2009, la dispersión fue mayor. El 6 de diciembre, las alternativas opositoras incrementaron de dos a siete: Plan Progreso para Bolivia-Convergencia Nacional (PPB-CN), Unidad Nacional (UN), Alianza Social (AS), Movimiento de Unidad Social Patriótica (Muspa), la organización política GENTE, Pueblos por la Libertad y Soberanía (Pulso) y Bolivia Social Demócrata (BSD).
El 2014, las fuerzas políticas que hicieron frente a Morales se concentraron en cuatro: Unidad Nacional, Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Movimiento Sin Miedo (MSM) y el Partido Verde de Bolivia (PVB).
Este 2019, las alternativas opositoras subieron de cuatro a ocho: Partido Demócrata Cristiano (PDC), Comunidad Ciudadana (CC), Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Movimiento Tercer Sistema (MTS), Bolivia Dijo NO (21F), Acción Nacional Boliviano (PAN-BOL), Unidad Cívica Solidaridad (UCS) y el Frente Para la Victoria (FPV).
“Luego del referéndum del 21 de febrero, en los líderes de oposición se despertó la ilusión de que podían derrotar a Evo Morales y, por eso, se presentaron varias candidaturas. Ahora, a medida que va pasando el tiempo fueron viendo dificultades y también la necesidad de unirse entre líderes políticos, porque ser candidato, tener un partido en un proceso electoral te abre la posibilidad de conquistar, si no ganas la presidencia, por lo menos las diputaciones, ya sean uninominales u plurinominales, es un incentivo”, aseguró Carlos Cordero.
Unidad, un giro der timón
La tesis de la unidad es compartida por cada sector que representa a la oposición política. Sin embargo, cada una asimila esa posibilidad a su manera. El expresidente Jaime Paz Zamora, quien hasta el 14 de junio era uno de los ocho candidatos opositores, decidió declinar a su postulación debido a discrepancias internas en el PDC. Opina que el futuro de la oposición pasa por una reflexión interna con proyección más allá de llegar a derrotar a Morales.
“El problema es que la unidad no puede ser concebida con el objetivo de sacar del poder a Evo Morales, es muy mezquina esa unidad. La unidad real que debemos hacer es respecto a qué tipo de gobierno vamos a traer al país después. Además, el hecho de que haya ocho candidaturas quiere decir que cada uno tiene una visión diferente de lo queremos para Bolivia”, sostiene.
El fantasma de la derrota acompañó a la oposición en tres elecciones presidenciales. Los resultados que están registrados en los archivos de la Corte Nacional Electoral y ahora en los del Tribunal Supremo Electoral (TSE) demuestran que los candidatos presidenciales críticos a Evo Morales lograron en su conjunto el 46,22% en 2005, el 35,77% en 2009 y el 38,63% en 2014.
“Muchos errores se han cometido en este largo periodo (desde la oposición), comenzando por haber subestimado la importancia de Morales para la política nacional. El peor error, sin embargo, ha sido no unirnos en un solo bloque ni haber encontrado mecanismos eficientes de coordinación entre los partidos”, opina Doria Medina. “Si sigue equivocándose, la oposición va a tener que ver a Evo Morales como presidente por tiempo indefinido”, acota.
La deuda pendiente
El factor 21F se ha convertido en una de las consignas mayores de la campaña. La pulseta ahora radica en la capitalización de esos votos que el 21 de febrero negaron a Morales la modificación de la Constitución.
El 21F es el símbolo que rompe con las discrepancias en la mayoría de los fragmentos opositores, sobre todo cuando se busca una protesta conjunta. Eso quedó demostrado en la marcha del 10 de junio, aquella que el Comité Cívico Pro Santa Cruz organizó, en representación de los comités cívicos de Bolivia, plataformas ciudadanas, organizaciones políticas, candidatos presidenciales y el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), para pedir la renuncia de los vocales del TSE y el respeto a los resultados del referéndum del 2016.
“He sostenido que más allá de la unidad de los líderes, que es bienvenida en la medida que se produzca, es la unidad de los ciudadanos en torno a preservar la democracia”, opina el analista Carlos Cordero.
Si bien la mayoría de la oposición busca manera de articularse, existen casos como la del candidato presidencial del Movimiento Tercer Sistema (MTS), Felix Patzi, quien no se considera parte de la oposición tradicional y cuestiona de no ser legítima al bloque mayoritario que reivindica el 21F.
“La derecha enajenó la voluntad popular que se tradujo en el 21 de febrero, el pueblo no participa”, critica.
Desde el Gobierno, la visión que se tiene de la oposición es clara. Así lo refleja el ministro de Comunicación, Manuel Canelas, quien asegura que el discurso del 21F no es suficiente para derrotar a Evo Morales.
“La democracia es muchas cosas más que recordar el 21 de febrero, es que la gente en tu país tenga mejores condiciones para comer, un mejor salario, una mejor atención de los servicios del Estado”, opina.
El vocero presidencial va más allá: “El reto que ellos (opositores) tienen es muy grande, porque en la medida que haya mejores ofertas, también nos viene mejor a nosotros, en el MAS; tener una competencia más sólida, más dura que haga que nosotros incluso queramos ser mejores para conseguir el apoyo ciudadano. De momento, todo lo que vemos no invita mucho al optimismo”.