12 de marzo (El País).- Rusia ha intensificado este sábado los ataques en Ucrania, con el foco puesto en su infraestructura estratégica y de suministro de las ciudades. Al tiempo, estrecha el cerco en torno a la capital, Kiev, con las tropas invasoras a unos 25 kilómetros de distancia. Cuando la guerra de Vladímir Putin ha superado ya las dos semanas, las tropas rusas han lanzado varios ataques contra aeródromos de distintos puntos del país y bombardeos devastadores contra almacenes de suministros y alimentos para tratar de impedir la logística ucrania, el transporte y con el objetivo de acorralar a la ciudadanía y aumentar su sufrimiento. Las autoridades ucranias han acusado además a Moscú de haber atacado un convoy de evacuación de civiles que salía de Peremoha, una localidad a 62 kilómetros al este de Kiev, un ataque en el que han muerto siete personas, según Kiev. El Ejército ruso ha hecho algunos avances en el flanco este y amplía su ofensiva en el sur, donde busca arrebatar el control de la salida al mar a Ucrania.
Los bombardeos sobre Mikolaiv, una importante ciudad portuaria del mar Negro, bajo ataque desde hace días, han causado este sábado daños en un hospital oncológico y en varios edificios residenciales de la localidad, que Rusia trata de ocupar para lanzar y afianzar el asalto a Odesa, la perla del mar Negro. Es en el área costera donde el Kremlin ha hecho los avances más significativos.
Un día después de que el Kremlin bombardease varios puntos e infraestructuras del oeste del país, con ataques cada vez cercanos a las fronteras de Rumania y Polonia, Moscú ha elevado su amenaza contra los aliados que suministran armas a Kiev. Cualquiera de esos convoyes serán “objetivos militares legítimos”, ha dicho el viceministro de Exteriores, Serguéi Riabkov, que acusó a Washington de calentar el conflicto e “inflar” a Ucrania con armas. “La transferencia irreflexiva de armas como sistemas portátiles de misiles antiaéreos y antitanques” a Ucrania podría tener graves consecuencias, ha recalcado Riabkov en una entrevista con un canal estatal ruso. La amenaza aumenta el riesgo de una confrontación directa entre Moscú y la OTAN.
Aunque Estados Unidos ha asegurado que no intervendrá en ayuda de Ucrania y ha rechazado que la Alianza Atlántica —de la que forma parte España— imponga la zona de exclusión aérea que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, reclama para dificultar los ataques rusos, Washington ha prometido nueva ayuda a país del este para material de defensa por valor de 6.500 millones de dólares (casi 6.000 millones de euros). Otros aliados, como Reino Unido y los países nórdicos, han enviado misiles antitanque.
El alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, asegura, pese a la amenaza, que las entregas de material militar continuarán, así como la presión a Rusia para que ponga fin a su invasión del territorio ucranio. “Vamos a seguir suministrando armas, todas las que podamos. Sin esta ayuda militar en armas, Ucrania difícilmente podría haber seguido resistiendo”, ha afirmado Borrell en declaraciones a EL PAÍS en Turquía, donde participa en el Foro Diplomático de Antalya, informa Andrés Mourenza. “Vamos a seguir presionando a Rusia. Ayer se adoptó otro paquete de sanciones. Y se van a continuar haciendo las cosas que se pueden hacer: armar a Ucrania y sancionar a Rusia”, ha enfatizado.
///