Noviembre 08, 2024 -H-

Litio: Comentarios a una reciente publicación de Jubileo – Parte II

A continuación, los editores del folleto articulan un desconcertante argumento: “Mientras los precios de las materias primas estén altos, es posible esperar un tiempo para que el proyecto entre en fase productiva. A esto debe asociarse el hecho de la creciente demanda que, obviamente, puede cambiar en cualquier momento que surja una alternativa equivalente a las baterías de litio (pág. 4)”.


Viernes 12 de Enero de 2018, 12:30am






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En la segunda parte de mis comentarios sobre la reciente publicación “Litio” de la Fundación Jubileo, me toca ahora hablar acerca de la “Introducción” de la misma. Empiezo con una anotación que realiza sobre el rol perjudicial que tendría el magnesio en el proceso de recuperación del litio por cuanto aumentaría los costos operativos disminuyendo “la calidad del producto en sus primeras fases” (pág. 4).

Aquí se repite el discurso de la ex GNRE con relación al procesamiento clásico de salmueras con piscinas de evaporación solar que sólo demuestra la incapacidad de los responsables de la citada empresa estatal para descubrir nada. Como he manifestado en ocasiones anteriores, Bolivia ha centrado su atención en la costosa construcción de piscinas de evaporación solar de hectáreas de extensión, sin tener en cuenta que este sistema es “recomendado para lugares donde prácticamente no llueve, como el salar de Atacama (Chile), donde la tasa de evaporación es más del doble que en Uyuni” (Véase mi entrevista con la Agencia EFE publicada por La Razón). Al respecto, y en clara contradicción con el uso de la tecnología inapropiada para Bolivia, los responsables de la publicación de Jubileo solamente se limitan a decir que “el cambio climático tiende a hacer que las lluvias se queden más tiempo en la zona obstaculizando el trabajo de las piscinas de evaporación” (pág. 4), sin proponer nada a cambio.

Como el folleto de Jubileo no considera otros sistemas de extracción de litio que van más allá del uso de piscinas de evaporación solar, pasa por alto, por ejemplo, la posibilidad de avanzar hacia sistemas de evaporación térmica (aprovechando las reservas de gas natural del país) para acelerar los procesos de precipitación de las sales; sistemas de desalinización basados en el uso de membranas y filtros de última generación que permitirían no solamente la separación del litio y el magnesio del resto de los minerales contenidos en la salmuera sino también su recuperación con altos niveles de pureza, a tiempo de generar agua como biproducto; o sistemas basados en reacciones químicas, tales como los desarrollados por la firma coreana Posco, que facilitarían la extracción directa de hidróxido de litio e incluso material catódico del metal para baterías de iones de litio, dejando al carbonato de litio como biproducto de todo el proceso.

En este sentido, los editores de Jubileo mostrarían un desconocimiento total de las posibilidades de industrialización del magnesio, el metal estructural más fuerte y liviano de la tierra, considerado como el principal sustituto del acero, con inconmensurables aplicaciones en el campo de la electromobilidad.  En la citada entrevista con la Agencia EFE ya sostuve que el “valor del magnesio en el Salar de Uyuni podría ser incluso superior al del litio” en el futuro y que no sería mala idea “cambiar el chip” para pensar en que “Bolivia se ocupe de entrada en el desarrollo del magnesio como recurso principal y del litio, como secundario", algo que implicará un trabajo adicional porque se requeriría de mucha energía. 

Luego se refieren al potasio, indicando que, a diferencia del magnesio, no es dañino porque puede ser producido “sin interferir con la recuperación del litio” (pág. 4), añadiendo que “es apetecido por la gran agricultura de países vecinos y que, por el volumen en que se encuentra en el salar, su explotación puede ser la operación que cubra todos los costos del proceso” (pág. 4). Sobre este punto, si bien todo el mundo sabe que el cloruro de potasio es el primer biproducto obtenido en el proceso clásico de extracción de litio  a partir de salmueras (inaplicable a Bolivia), no resulta tan claro si la gran agricultura de los países vecinos demandará (sin más ni por qué) el compuesto producido por YLB y mucho menos que esta operación cubrirá “todos los costos del proceso” (pág. 4). ¿Por qué? Pues, sucede que la Introducción del folleto de Jubileo se olvida de que a pocos kilómetros de Llipi Llipi, al otro lado de la frontera occidental boliviana se encuentra la Sociedad Química y Minera (SQM) S.A. de Chile, la operación de litio más grande de Sudamérica, que además produce alrededor de 2 millones de toneladas de productos potásicos al año, dominados por el cloruro de potasio cuyos precios, según el Banco Mundial,  estarían confrontando casi una caída libre desde al menos el 2015, situándose a fines del año pasado en apenas $us.220 la tonelada, es decir el 0.88% del precio del carbonato de litio en el mercado “spot” de China en estos momentos ($us.25.000). En estas circunstancias, parece de lo más extraño que la citada publicación se atreva a afirmar que la explotación de potasio en el Salar de Uyuni podría cubrir “todos los costos del proceso” (pág. 4). 

A continuación, los editores del folleto articulan un desconcertante argumento: “Mientras los precios de las materias primas estén altos, es posible esperar un tiempo para que el proyecto entre en fase productiva. A esto debe asociarse el hecho de la creciente demanda que, obviamente, puede cambiar en cualquier momento que surja una alternativa equivalente a las baterías de litio (pág. 4)”.

¿Qué? ¿O sea que para ellos, será mejor que bajen los precios del carbonato de litio (porque con la creciente demanda del compuesto es posible que surja una alternativa equivalente a las baterías de litio) para que Bolivia entre al mercado?  La confusión conceptual es tan grande que el análisis de mercado nos deja completamente pasmados. Si bien los precios del carbonato litio no podrán seguir subiendo de manera indefinida porque incentivarán el ingreso de nuevos productores en el mercado, así como de procesos de sustitución en las cadenas de valor del litio más importantes, que eventualmente conducirán a la caída o estabilización de los mismos, esto no quiere decir que Bolivia tenga que esperar que eso suceda para empezar a comercializar sus productos. Todo lo contrario. Dada esta amenaza, nuestro país debería acelerar su paso para beneficiarse de la tendencia al alza de precios mientras ésta dure.  

Si lo anterior nos dejó sorprendidos, lo que se dice enseguida es aún más preocupante porque los editores del folleto aseveran que, a pesar de todo, las acciones de la GNRE “han sido coherentes con la política” y “hay una línea trazada para llevar adelante un proyecto extremadamente complejo” (pág. 4). Aquí, necesitamos preguntarnos: ¿Coherentes con qué política? ¿Con la de que Bolivia avance sola en las dos primeras fases de la mal llamada Estrategia de Industrialización del Litio? Aún si así fuera, parecería que los responsables de la publicación de Jubileo no están informados sobre lo que ha venido pasando en el proyecto del litio en el pasado reciente.  Me refiero en concreto al prolongado proceso de elaboración del diseño final de la planta industrial de carbonato de litio encargado a la firma alemana K-Utec Salt AG Technologies que ha dejado muchas dudas respecto al verdadero rol que hubiera jugado el método de extracción de litio “descubierto” por el proyecto piloto y las intenciones del gobierno de avanzar hacia la tercera fase de la estrategia con otra empresa del mismo origen que actualmente compite en la licitación lanzada para la construcción de dicha planta industrial, dos temas por demás importantes desarrollados a plenitud en mi último artículo ofrecido sólo a mis suscriptores del sitio bursátil Seeking Alpha.

Para concluir, los editores del folleto se preguntan: “¿Qué podría hacerse mejor?”, para luego agregar: “Las críticas difundidas por distintos canales de comunicación apuntan a dos aspectos: las piscinas de evaporación y la contaminación ambiental en la etapa final del proceso. Parecería que las piscinas no son tan eficientes y que la contaminación que se generaría sobrepasaría lo aceptable” (pág.  4).  Ambas argumentaciones son un tanto asombrosas porque reconocen por primera vez, por una parte, que el método de extracción de litio podría ser inapropiado y, por otra, que la contaminación ambiental generada por el mismo pudiera estar fuera de control.  De este modo, cuando lo lógico hubiese sido que propongan medidas claras de solución a estos problemas, los editores del folleto solamente optan por dejar la tarea a las universidades bolivianas para que investiguen sobre “sobre alternativas y otras posibilidades”, a tiempo de señalar que “correspondería a la Gerencia considerar sus resultados” (pág. 4). Todo esto me dejó pensando en la “ingenuidad” de los responsables de la publicación. ¿Será que no se dan cuenta de que esas cosas se deberían hacer mediante una verdadera política pública de recursos evaporíticos que tenga en cuenta no solamente a todas las partes involucradas en la temática, sino también la asignación de recursos financieros necesarios para su implementación, que no propusieron o que, en el mejor de los casos, se les quedó en el tintero? 

 

*  Analista de la economía del litio

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