Mayo 07, 2024 [G]:

La soberbia masculina no tiene freno, pero el liderazgo femenino sí…y demasiado*

Estamos, sin duda alguna, en tiempos en los que el “mítico” liderazgo masculino, está en pleno proceso de devaluación. Está de capa caída. No entender este impasse, solo será una constatación de esa soberbia y prepotencia masculina con la que la gente lidia todos los días en sus puestos de trabajo. Creyendo, además, ¡que es lo mejor que les pudo pasar!


Viernes 20 de Julio de 2018, 9:30am






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Debo partir diciendo que hablo desde un punto de vista masculino sobre el liderazgo de la mujer. Quizás no esté autorizado a hacerlo. O quizás, no esté bien. O quizás, así como están las cosas hoy tan sensibleras e hiperlativas, no debería hacerlo. Así que apelo al buen juicio y al respeto mutuo entre usted y mi persona que escribe estas líneas de manera pública.

En todos mis años de asesoría de imagen y comunicación estratégica - que ya pasan los 24 abriles bien ganados y ajetreados -, he podido constatar que la única ventaja real de liderazgo de los hombres, sin un ánimo de tropezar en una sobre simplificación y más bien partiendo del hecho simple de que ambos géneros tienen un alto potencial de liderazgo, es que la soberbia masculina suele enmascararse como una fuerte y sana personalidad o liderazgo “admirable” en las organizaciones.

Todo líder enfrenta desafíos y barreras. Todos. Pero, me atrevo a decir que, la incompetencia masculina -soberbia- no tiene mayores parapetos, frente al liderazgo de la mujer que debe no sólo romper el consabido techo de cristal, sino que, además, debe enfrentar personalidades masculinas casi patológicas para escalar en la toma de decisiones corporativas. Y no es que, tampoco, claro está, todos los liderazgos femeninos sean, en contraposición, una sinfonía.    

Pero, desde mi juicio de valor, es innegable que el andar de las mujeres hacia el liderazgo es pedregoso. La mujer ejecutiva, promedio, porque en todas partes también se cuecen habas, presenta una visión holística y más colaborativa que la del hombre. Las empresas tienden a ser más cercanas, más cálidas, si se quiere, tanto con su personal como con el propio cliente.

El peñasco es que, según los estudios, existe una confusión entre capacidad y confianza. Los seres humanos – nosotros- tenemos una tendencia a mal interpretar la confianza con incapacidad. La búsqueda de colaboración, con debilidad. El diálogo con la falta de carácter a tiempo de decidir. Vemos a la concertación como un entreguismo en la toma de decisiones. Y por eso, creería yo, que acabamos pensando que un liderazgo fuerte y autoritario es muchísimo más eficiente que el de una mujer.

Muchos estudios organizacionales concuerdan que aquellos grupos sin liderazgo tienen una tendencia natural a designar a individuos egocéntricos, engreídos y, hasta, narcisistas como líderes. Y lo hacen por una necesidad de mimesis. Es decir, de identificarse con el macho alpha. Con el duro de la oficina. Con su fuerza e imposición. Y como la envidia es propia de nuestra naturaleza ¡yo soy parte de este liderazgo fuerte, porque yo lo elegí! En pocas palabras, avalamos liderazgos egocéntricos, por nuestra propia arrogancia.

No quiero caer, tampoco en una alegoría femenina, pero los mismos estudios sostienen que es más frecuente al humildad que la soberbia en las mujeres. Las mujeres rinden mejor que los hombres en inteligencia emocional. Quieren más datos: un estudio cuantitativo de las diferencias de personalidad por género, de más de 23.000 participantes de 26 culturas distintas, señala que las mujeres son más sensibles, consideradas que los hombres. ¡Saben escuchar!

Vamos más allá, el mismo estudio arroja datos de que los gerentes hombres, de distintos clusters, son más arrogantes, manipuladores y predispuestos a correr riesgos que las mujeres.

Estamos, sin duda alguna, en tiempos en los que el “mítico” liderazgo masculino, está en pleno proceso de devaluación. Está de capa caída. No entender este impasse, solo será una constatación de esa soberbia y prepotencia masculina con la que la gente lidia todos los días en sus puestos de trabajo. Creyendo, además, ¡que es lo mejor que les pudo pasar!

*Dedicado a una gran profesional del marketing corporativo M.R.

 

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