Abril 19, 2024 [G]:

La hora negra de los medios, las redes y el Gobierno


Jueves 9 de Marzo de 2023, 4:00pm






-

La falta de confianza en las instituciones públicas, desatada por la profunda ansiedad económica, la inflación, los alarmantes niveles de corrupción que a diario se denuncian y se conocen; unidas a la gigantesca ola de desinformación diaria, la marcada falta de liderazgos y referentes sociales, concertadores antes que belicosos, nos habría conducido a una situación paupérrima generalizada y habría ocasionado una polarización profunda junto con una desconfianza alarmante que afectaría el tejido social de la región, y por supuesto, de Bolivia.

Estas conclusiones preocupantes, por parte de un estudio perceptual realizado por Edelman Trust (efectuada en 28 países de Latinoamérica), alerta que las sociedades del norte, centro y sur de la región se habrían sumergido en las profundidades de la desconfianza y la extrema polarización. El análisis toca la diana del estropicio al que hemos llegado por culpa de una clase política extraviada, que azuzaría discriminación, racismo y que únicamente defenderían una mirada dialéctica donde el oponente sería un enemigo  a “eliminar” en lugar de ver al contrario como un adversario con quien se debería concertar, conciliar o acordar una mirada conjunta y proactiva de país y no exclusivamente de un partido político ideologizado o de una organización radicalizada.

Para los encuestados, el Gobierno sería el principal generador de información falsa o tergiversada, la misma que sería amplificada por los medios de comunicación oficialistas o no. Esto resulta altamente preocupante, porque quiere decir que las fuentes de información oficial ya no serían válidas. Las fuentes estarían proscritas. Lo único que le quedaría al periodismo serio sería acudir a la data dura, para verificar informes, contrastar información y certificar una noticia antes de su difusión. Pero ya no en una fuente.

En este complejo escenario, el estudio suma un dato alarmante: los medios de comunicación no sólo serían parte del problema sino que, además, alimentarían, abierta y proactivamente, la desconfianza, la polarización social, las disputas políticas y la sensación de una crisis estructural en todos los segmentos.  

Los periodistas, para el estudio, habrían caído en desgracia. Sus niveles de credibilidad estarían desmoronándose y, ahora, serían asociados e incluso endilgados como co responsables de la gestación, promoción y divulgación de la crisis social y política. Quedarían, para los encuestados, como una especie de azuzadores de los conflictos y las peleas en verdaderos cuadriláteros televisados.

Serían co autores del crimen. Estarían parados en medio de la escena del crimen y, en sus manos, al menos así indican los resultados, también tendrían restos de pólvora junto con el principal asesino, que, en este caso y, de acuerdo al barómetro, vendría a ser el Gobierno y sus operadores difundiendo fake news.

La desconfianza hacia el periodismo - en 15 de 28 países, incluidos Brasil (46%), Argentina (38%) y Colombia (38%) -, marcarían una tendencia de reclamo hacia la agenda informativa, que en lugar de promover diálogos o soluciones, su agenda sería, precisamente, lo contrario: confrontaciones mediatizadas, entrevistas que ensalzarían disputas políticas, y entrevistados cuyo único fin sería el de denostar, agredir y, muchas veces, acusar sin pruebas. Estarían ensimismados con subir sus audiencias, a costa de su principal capital: la calidad informativa.

El análisis global encontró también que los principales catalizadores de la polarización serían la desconfianza en el gobierno (instituciones públicas), la falta de identidad compartida (bajísimos niveles de sentido de pertenencia hacia un país como totalidad, reemplazado por marcados regionalismos), la injusticia sistémica (la no existencia de un mínimo de justicia oportuna e independiente); el pesimismo y la crisis económica (como provocador de pobreza y desigualdad), un cúmulo de temores sociales (inseguridad, delincuencia).

Otro dato interesante que revela el estudio es que las empresa en Latinoamérica habrían empezado a posicionarse como generadores de bienestar, empleos dignos y estarían siendo reconocidas como instituciones competentes y, hasta incluso, éticas. Para los encuestados, la confianza se la llevan sus empleadores, quienes propician ambientes laborales óptimos y estabilidad económica. De hecho, un 69% de los encuestados en México, por ejemplo, aseguran que son las organizaciones en las que trabajan, los únicos lugares donde se sentirían cómodos, seguros y confiados con sus compañeros y hasta con sus jefaturas.

De hecho, los niveles de confianza, de acuerdo al reporte, hacia las empresas viene en ascenso desde 2019 cuando se destacó el ambiente de trabajo formal; el 2020 se puso en el tapete la competencia y crecimiento ético empresarial; durante el 2021 el relieve estuvo en las empresas como las generadoras de mayor confianza en la sociedad. El 2022 irrumpió con fuerza la desconfianza en las instituciones públicas (post pandemia) y, el 2023 surgió la crisis de la polarización en las sociedades latinoamericanas.

Los científicos y la tecnología mantienen su liderazgo de confiabilidad, seguida de la industria del entretenimiento, alimentos y bebidas, junto a la oferta hotelera. Las redes sociales, en cambio, continúan hundiéndose en un piso cada vez más farragoso.

///

.