Mayo 21, 2025 -HC-

Hidrogeno verde, una alternativa ante la crisis energética


Miércoles 21 de Mayo de 2025, 10:00am






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Según estimaciones oficiales, en 2030 el consumo interno de gas natural alcanzará los 14,9 millones de metros cúbicos por día, mientras la oferta prevista --bajo las actuales condiciones-- apenas llegará a 13 millones. Si esta tendencia se mantiene y no se produce un cambio sustancial, en menos de cinco años podríamos enfrentar un déficit energético capaz de colapsar nuestra industria y economía, sobre todo si consideramos que el 60% del sector industrial utiliza gas para procesos térmicos, el 70% de la generación eléctrica depende de termoeléctricas, y el 25% del parque automotor funciona con gas natural.

Estos datos evidencian que la era del gas en Bolivia ha entrado en declive y que no basta con buscar nuevos reservorios o atraer inversión. La solución pasa por adoptar nuevas tecnologías que apunten hacia una economía descarbonizada y sostenible.

Una de las alternativas más prometedoras, aunque poco visibilizada, es el hidrógeno verde (H₂V), un combustible limpio producido mediante electrólisis del agua utilizando electricidad generada por fuentes renovables, como la solar, hidráulica y eólica, que puede sustituir al gas natural total o parcialmente, mediante mezclas en diferentes proporciones.

Actualmente, países como China, Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Corea, India, Finlandia y Suecia desarrollan esta tecnología. En Latinoamérica, Chile lidera su implementación, con 30 proyectos en estudio, una estrategia nacional y un fondo de mil millones de dólares. Argentina planea invertir 8.400 millones para producir 2,2 millones de toneladas anuales hacia 2030. Perú avanza con una planta y una línea de exportación, mientras Colombia desarrolla un piloto de 800 toneladas anuales, y Brasil y Uruguay apuestan al e-metanol.

Bolivia cuenta con recursos clave para la producción intensiva de hidrógeno verde: alta radiación solar, potencial hidroeléctrico, disponibilidad de agua industrial y una red de infraestructura en gas, electricidad y petroquímica. La producción de H₂V podría reactivar pozos petroleros cerrados mediante el uso de agua de formación, y permitir la elaboración de derivados como amoníaco o e-metanol, útiles en la industria y el transporte. Si logra reducir costos y construir infraestructura adecuada, el país podría posicionarse como proveedor regional de estos productos.

Las ventajas han sido previstas desde hace varios años, principalmente por el sector privado, los expertos en hidrocarburos, las agencias internacionales y recientemente por el Estado.  El documento “Agenda de inversión privada”, elaborado por la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia en 2019, señalaba que “es ineludible la transición hacia el uso de energías limpias, de tal suerte la industrialización del gas hacia el hidrógeno verde es una mirada que debe abordarse a mediano y largo plazo…”.  Asimismo, el tema ha ocupado un lugar importante en los debates tanto del Foro “Transición Energética Bolivia 2050”, organizado por el Ministerio de Hidrocarburos, y recientemente en la “Cumbre Energética Bolivia 2025”, por la Sociedad de Ingenieros de Bolivia.

Los avances preliminares también son considerables. Actualmente, y gracias al apoyo del BID y del PNUD, YPFB ha elaborado una estrategia nacional, una hoja de ruta y un proyecto de Ley para la producción y uso de hidrógeno verde, además ha desarrollado estudios para implementar plantas piloto en Oruro, Cochabamba, Tarija y Santa Cruz.

Sin embargo, los desafíos son importantes: inversión inicial elevada, ausencia de normativa clara, falta de estrategias que articulen a las entidades estatales, los actores privados y los inversionistas, además de una alta dependencia de tecnología externa. Un tema que puede generar controversias tiene que ver con el uso intensivo de agua, aunque actualmente se trabaja en la combinación de innovación tecnológica, uso de fuentes no convencionales y políticas de gestión sostenible para disminuir su impacto en una producción a escala. Sobre todo, el hidrógeno verde no debe entenderse como un proyecto aislado, sino como una pieza central de una transformación estructural de la matriz energética y productiva del país.

Lamentablemente, ni la crisis terminal del modelo energético boliviano ni sus posibles soluciones forman parte del actual debate electoral. De hecho, hasta ahora ninguno de los candidatos a la presidencia se ha referido al tema y menos lo han incorporado en sus propuestas, lo que muestra no solo la desconexión persistente entre la clase política y la realidad del país, sino que es un indicador de que la parálisis y el negacionismo van a continuar.

La crisis energética ya es una realidad, y el hidrógeno verde representa una solución viable, eficiente y alineada con las tendencias globales. Apostar por esta ruta es decidir entre persistir en el modelo actual o impulsar un nuevo ciclo de desarrollo basado en conocimiento, innovación y sostenibilidad.

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