Noviembre 15, 2025 -HC-

En defensa de la renta vitalicia a los expresidentes y exvicepresidentes de Bolivia


Sábado 15 de Noviembre de 2025, 10:00am






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Desde una perspectiva de politología y derecho constitucional, la renta vitalicia para expresidentes y exvicepresidentes de Bolivia, lejos de ser un mero privilegio, es una medida de conveniencia estratégica y estabilidad institucional para el Estado Plurinacional de Bolivia.

La base legal que sustenta la renta vitalicia se encuentra, principalmente, en la Ley N° 376 del 29 de junio de 2013, que en su Artículo Único modifica la Ley N° 2470. Esta normativa establece el derecho a una asignación mensual de por vida para quienes hayan ejercido los cargos de presidente o vicepresidente, cuyo monto es equivalente al sueldo de un legislador activo. Esta renta se concede en reconocimiento a la alta función desempeñada y a la necesidad de preservar la dignidad del cargo una vez concluido el mandato.

La conveniencia de mantener esta renta se fundamenta en varios pilares, orientados a la protección de la institucionalidad democrática y la integridad de los exmandatarios.

El cargo de presidente o vicepresidente implica una dedicación total, con un alto desgaste personal, familiar y profesional. Al dejar el cargo, se produce un cambio abrupto en su estatus económico y de seguridad. Garantizar una renta asegura que el exmandatario no caiga en la necesidad de buscar empleo inmediatamente, lo que podría obligarlo a aceptar roles o consultorías que comprometan la imagen de la investidura presidencial o generen conflictos de interés con decisiones tomadas durante su gestión.

Adicionalmente, es una forma de reconocimiento formal por haber asumido la máxima responsabilidad política del país, un servicio de alto riesgo y sacrificio.

Pero el argumento central llega desde la ética pública y la gobernabilidad. Un exmandatario con una fuente de ingresos estable, aunque moderada, es menos susceptible a la tentación de utilizar su influencia y conocimiento privilegiado del Estado para obtener beneficios económicos ilícitos. Al asegurar su subsistencia futura, se reduce el incentivo a buscar el enriquecimiento ilícito durante el mandato (es decir, "jubilarse con el cargo") o a capitalizar información sensible una vez fuera de él. La renta ayuda a mantener al exmandatario independiente de intereses económicos poderosos que podrían buscar "comprar" su apoyo o silencio en temas sensibles, garantizando un retiro con dignidad.

Los expresidentes y exvicepresidentes poseen información clasificada y un conocimiento profundo de las vulnerabilidades y fortalezas del Estado. La renta vitalicia es un complemento necesario al servicio de seguridad que el Estado debe proveerles de por vida, dado el alto riesgo que enfrentan. Mantenerlos en una posición económica estable reduce su vulnerabilidad ante amenazas externas o grupos criminales que pudieran intentar coaccionarlos. Un exmandatario que goza de un retiro digno está mejor posicionado para servir como consejero o mediador en crisis nacionales, utilizando su experiencia en beneficio del Estado sin la presión de una necesidad económica.

Ahora bien, la renta vitalicia es defendible en términos institucionales, pero su conveniencia política y social requiere de la aplicación de mecanismos de control y reglas de exclusión. La ley ya establece que la renta se suspende o extingue en caso de sentencia condenatoria ejecutoriada por delitos cometidos en el ejercicio de la función pública, especialmente los que afecten al patrimonio del Estado. Es crucial asegurar que esta cláusula se aplique sin excepción.

La renta vitalicia para expresidentes y exvicepresidentes no es un "premio", sino un costo plausible y válido de la estabilidad democrática y un mecanismo de blindaje contra la corrupción y la captura del Estado.

La propuesta de eliminación de la renta vitalicia, aunque popular en el discurso anti-privilegios, representa un riesgo significativo de degradación de la dignidad del cargo y un aumento del riesgo moral (incentivo a la corrupción) en la más alta esfera del poder político. Mantenerla, dentro de un marco de estricta rendición de cuentas, es una inversión en la estabilidad y la integridad de la democracia boliviana.

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