Cada mañana del 24 de junio, algunas familias recomiendan echar una mirada desde la ventana hacia la vía publica, con el fin de avisorar el futuro. “Si ves a una mujer, te vas a cuidar, mal te va a ir durante el año”, es una de las sentencias.
Por otro lado, hace poco una mujer contó que un barrio de Vlla Fátima la casera de carne de pollo se negó a venderle unas presas de esa carne, porque ella era su primera cliente. “No, no puedo venderte, eres mujer, mal me va a ir durante el día”, le dijo, según se puede leer en Facebook. A pesar del tiempo y el progreso de los derechos humanos a favor las mujeres, el machismo se mantiene vigente en comunidades y familias aymaras, donde las féminas son relegadas a un segundo plano, debido a las creencias, mitos y formación que reciben los hombres, quienes crene que ellos deben ser la cabeza de la familia.
Según el investigador Pedro Portugal, este pensamiento y actitud se mantienen en las comunidades porque desde los antepasados, por ejemplo el imperio incaico, las mujeres eran sometidas.“En los pueblos originarios normalmente tienen diferente vista de la realidad”.
“El predominio del factor masculino con el factor femenino, lo vemos por qué los españoles que llegaron eran hombres en su mayoría, hallaron a una mujer acá en el mundo que ellos dominaron y la mujer pasó a ser dominada. Desde entonces hasta la actualidad, en el mundo andino hay una disgregación de los valores propios”, dijo. Así el hombre estuvo sobre la mujer por siglos. “Se fue degradando la relación de paridades entre hombre y mujer y se ha ido inoculando la versión española el predominio del hombre sobre la mujer”, añadió Portugal.
Un ejemplo de la visión machista sobre lo femenino y lo masculino es el prestigio, lo que se expresa en la existencia de jerarquías, donde a lo masculino se le asigna mayor grado de prestigio, otorgándoseles mayores grados de autoridad y poder.
“Los pueblos andinos aymaras y quechuas tienen una historia de machismo, viene de la época prehispánica, desde esas épocas se regalaba mujeres a los caciques, las ñustas eran entrenadas para ser mujeres de hombres de las clases altas y de la élite, la mujer siempre ha estado a destinada a eso”, dijo la historiadora Sayuri Loza.
En la actualidad incluso las mujeres no pueden ser dueñas de tierras de siembra, ya que es considerada como incapaz de producir.
Según Portugal, el machismo dice que afectó a la mujer en el factor social, por ejemplo, ella no puede tomar decisiones sobre sus tierras. Hay comunidades, donde las familias no toman en cuenta a las mujeres, solo a los varones, incluso si son menores que ellas.
“En el reconocimiento de tierras, las mujeres no tienen derecho, como los varones. Si una familia tiene un hijo varón y una hija mujer, le va a heredar la propiedad al hijo varón, esas son las costumbres de la comunidad, si una mujer enviuda y no tiene un hijo varón la comunidad se queda con sus tierras”, explicó Loza.
Ese es el caso de doña María Mamani que fue expulsada de la familia, cuando su marido murió. Sus hermanos se quedaron con lo que pudo haber sido suyo.
Y en estos tiempos, el acoso político es otro problema. “Una mujer fue elegida por la comunidad, pero luego con el tiempo se le hizo renunciar y las mujeres que la apoyaban sufrían una vida insostenible, la vida es mucho más dura que la de una mujer urbana”, añadió Portugal.
Esto ocurre porque la educación retrógrada y machista sigue. “Las mujeres fueron criadas con la idea de respetar al hombre y que él es la cabeza de la familia”, complementó.
Bajo el principio de chacha warmi, hay comunidades donde los pobladores toman la previsión de que el hombre sea ubicado detrás de la mujer, cuando ella es elegida como concejala o alcaldesa del municipio. Incluso existen casos en que legalmente es el suplente.
Según Sayuri Loza en la elección de autoridades, los Mallkus toman la decisión y debe haber mucha insistencia para que una mujer opine y se tomen en cuenta la voz de la mujer”, dijo Loza.
Este tipo de actos demuestra que solo se habla de los varones y la lucha que hacen por la comunidad, no de la lucha que realizó una mujer, no se la reconoce por lo que hizo, como al varón.
“Nadie habla de las mujeres, siempre hablan de ellos, es un nombramiento de autoridad con la imagen de varón”, sostuvó Loza.