Para contribuir a un diagnóstico económico integral y estructural del país, no solo se deben considerar indicadores macroeconómicos, sectoriales y financieros que reflejen el estado actual y tendencias. Un estudio profundo que examine los fundamentos y características permanentes más allá de las fluctuaciones coyunturales o de corto plazo, por eso es necesario tomar en cuenta la imposición del colonialismo que originó un patrón de desarrollo extractivista, orientado a la exportación de recursos naturales, principalmente mineros, gasíferos y actualmente en proyecto el litio con fuerte dependencia del mercado externo, esa es la característica históricamente determinada. La relación con el capitalismo desde 1826 se expresa en la Constitución denominada bolivariana y sancionada por el Congreso General Constituyente de entonces bajo principios del liberalismo económico con respeto a la propiedad privada y el libre comercio que es una condición para el capitalismo. Esta declaración, presume un capitalismo que utiliza el mercado como mecanismo de asignación de los recursos en contraposición a un modelo socialista o planificado con intervención del estado, también en teoría existen variantes de economía como la mixta que supone una combinación de los anteriores.
En el análisis de la economía del país, habitualmente, (con excepciones como Joe Gray Molina) no se toman en cuenta la estructura y la dinámica de país donde el colonialismo interno persiste en un nivel más concreto con características de transversalidad (cross cutting) que son determinantes fundamentales en la variación de estructuras en la sociedad. El capitalismo no llega en Bolivia a sectores marginados porque existen estructuras sociales, económicas y territoriales que reproducen desigualdades históricas como ser los trabajadores informales, las regiones indígenas de tierras bajas, pequeños productores que están marginadas del desarrollo económico, si hay algún crecimiento económico y movilidad social - en estos espacios y sectores - son a pesar del estado y gracias a la sintonía con la información de mercado. Los liberalismos pre 1952 y posteriores, a pesar de sus intenciones declarativas, son excluyentes del capital y del trabajo, no se acceden fácilmente al capital, crédito, tecnología ni educación de calidad, lo que limita la participación en los beneficios del sistema capitalista.
¿Puede haber una economía sin ideología?
En consideración a esta insuficiencia en el campo económico, China adoptó el capitalismo como parte de una estrategia pragmática para impulsar su economía tras décadas de estancamiento bajo el modelo comunista. Esta transformación comenzó con las reformas de Deng Xiaoping en 1978, que con la metáfora – “No importa el color del gato, lo importante es que cace ratones” impulsó reformas económicas que apuntan justamente a una economía pragmática, donde los resultados importan más que la ideología. ¿es una economía sin ideología? no completamente, aunque la frase sugiere un enfoque sin ideología, en la práctica: la ideología sigue presente en el control político, la planificación estatal y la narrativa oficial. Lo que cambia es la flexibilidad ideológica en lo económico, permitiendo adoptar herramientas de distintos modelos si son útiles. No importaba si las políticas eran capitalistas o socialistas, siempre que ayudaran al desarrollo económico. Lo que importa es que las políticas funcionen, (énfasis en la eficiencia) es decir, que generen crecimiento, empleo y bienestar, sin importar su origen ideológico rompiendo con la ortodoxia marxista, por ende: La economía puede aspirar a ser una ciencia neutral, pero en la práctica, está profundamente entrelazada con ideologías que influyen en cómo se interpreta la realidad y qué soluciones se proponen.
Estado e institucionalidad
En contraposición al libre mercado, se plantea una economía estatista que se basa en la idea de que el Estado debe tener un papel central en la economía y en la provisión de servicios públicos. Esto incluye la planificación económica, propiedad estatal de empresas clave, y una fuerte regulación de mercados, pero también existen argumentos d contrapeso de que el Estado no crea valor, solo el sector privado genera riqueza; el déficit fiscal es siempre malo, achicar el Estado mejora la eficiencia la competitividad y reduce el despilfarro. Para establecer diferencias de tipos de estado de países desarrollados y en vías de desarrollo se puede recurrir a un indicador como es el porcentaje PGE/PIB que es útil para saber cuánto pesa el Estado en la economía, este indicador compara el total del presupuesto público (gasto e inversión del Estado) con el PIB, que representa el valor total de bienes y servicios producidos en el país en un año.
Países como los EE. UU, así como los países de la Unión Europea, además, Japón, incluso los “tigres asiáticos” y, sin duda, China, tienen Estados fuertes, con enormes capacidades para controlar sus economías para expandirlas e incursionar en las geoestrategias del mundo. Esos Estados poseen ingentes recursos, realizan inversiones en obras públicas y servicios, financian la investigación científica y técnica. Pero la diferencia, entre países del primer mundo y países con herencias coloniales como el nuestro es el desarrollo institucional y el indicador PGE/PIB, según datos del año 2024 disponibles son: China 32.95% EE.UU. 37.0% Japón 39.2% y Suecia 50.3%. En nuestro país, el año 2024, el dato PGE/PIB representa aproximadamente el 78%; con este indicador podemos considerarnos casi un país socialista y no tenemos una institucionalidad consistente, institucionalidad que significa capacidad de garantizar seguridad, justicia, servicios públicos, infraestructura, bienestar social, transparencia y orientación al bienestar que son claves; por ende, no se trata solo del tamaño del Estado, sino de cómo se gestiona las funciones económicas, es decir, cómo se utiliza esos recursos, no basta con gastar mucho.
El espanto de la privatización
La configuración de una estructura compleja de asimetrías, económicas, nacional culturales y políticas, una organización de la sociedad orientada al saqueo de la riqueza social a través del Estado y los gobiernos de turno lo denominamos colonialismo interno. Que está sustentado en una estadolatría que es una privatización del gobierno para clanes familiares y militantes de partidos políticos que impide que el capitalismo sea un sistema de oportunidades para todos, porque reproduce desigualdades estructurales dentro del país. El Estado, que no es el pueblo, desde siempre ha sido el botín de enriquecimiento inducido por discursos de índole socialista de parte de la ONGs. Iglesia y hasta centros académicos. Estado clientelista, burocrático, corrupto y un rentismo que denota un esfuerzo por aumentar la participación en la riqueza existente sin crear valor nuevo que significa manipular el entorno político o social para obtener ventajas económicas, como monopolios, subsidios o regulaciones favorables.
El Modelo Económico Social Comunitario y Productivo (MESCP) del MAS, diseñado para transitar por el estatismo, depende fuertemente de los ingresos por exportación de materias primas. Cuando estos ingresos cayeron, el modelo mostró sus limitaciones cayendo en déficit fiscal, baja inversión privada y escasa diversificación productiva. No fue un modelo de generación de riqueza y productivo, si bien en lo ideológico tuvo en el indigenismo un capital simbólico y fortaleza junto a políticas inclusivas, al final se demostró una impostura y fracasó principalmente por seguir las practicas feudal/ coloniales y un desgaste político por la corrupción, escándalos, fragmentación interna y el personalismo en el liderazgo.
Democratizar o racionalizar la economía, del mito al logos, significa la transición de explicaciones de la vida económica basadas en descripciones epifenómenicas, a un análisis racional, lógico y causal del fenómeno económico estructural, es para el país nacionalizar el gobierno y el Estado, recuperar el valor de la libertad para ampliar la participación ciudadana en las decisiones económicas y redistribuir el poder económico para que no esté concentrado solo en manos de grupos de poder o élites financieras coludidos con el Estado.
Moisés Gutiérrez Rojas
//




