28 de octubre (Urgente .bo).- A los 13 años, mientras otros adolescentes miraban Dragon Ball Z (popular serie animada de Japón), Marcelo Cornejo, conocido en el mundo artístico como ‘Chelo’, ya estaba frente a las cámaras demostrando su talento. El canto siempre fue su fascinación. 11 años después, hoy es una figura importante en el mundo de la cumbia boliviana, con el sueño intacto de marcar huella en la industria cultural.
En su adolescencia participó en un programa donde su voz se convirtió en la favorita del público y se consagró como el ganador de una temporada. Tiempo después fue parte de la agrupación Uno70, considerada la primera “boyband” (banda de chicos) de Bolivia. Así inició una carrera artística que más de una década después sigue evolucionando entre luces, aplausos y también polémicas. “Desde mis 13 años he estado trabajando formalmente”, recuerda. “Yo le digo carrera porque desde entonces me lo tomé como un trabajo”. Ese trabajo lo llevó a enfrentar cámaras que llegaban a más de dos millones de espectadores en horario estelar de la televisión boliviana, cuando las familias aún se reunían principalmente frente al televisor.
“El escenario era pequeño, del tamaño de un cuarto”, relató, “pero la cantidad de gente que te veía era inmensa. Si me ponía a pensar que un millón de personas me estaban mirando, tal vez me paralizaba”.
‘Chelo’ nunca tuvo miedo escénico, lo suyo fue siempre la conexión con el público. Por eso, cuando la televisión empezó a perder terreno ante las redes sociales, él ya entendía la importancia de generar cercanía con la gente. Su paso por Uno70 marcó su identidad. Cinco jóvenes, una pista de cumbia y la convicción de que podían ser tendencia convirtieron el sueño en realidad. “Éramos el boom”, dice con nostalgia. “Queríamos llevar la cumbia a otro nivel, crear una boyband en cumbia, algo q u e nadie había hecho aquí”.
UN PRIMER HITO
En 2018, el reconocido artista Jonathan Moly los presentó como la agrupación más importante de Bolivia. Esa validación parecía el inicio de una historia de éxito. Pero en el mundo de la música, el ascenso y la caída suelen ser parte del mismo compás. Chelo fue solista por un tiempo, viajó a Colombia y conoció de cerca la industria de la música internacional. Grabó con Andy Rivera, filmó un videoclip con las bailarinas de Karol G en Medellín y se enfrentó a una realidad que lo deslumbró y lo descolocó al mismo tiempo. “Allá entendí que la industria se mueve diferente. En Bolivia yo intentaba hacer lo imposible”, confiesa.
Regresó con una mezcla de orgullo y frustración. Había logrado lo que muchos artistas bolivianos soñaban, pero el reconocimiento y respaldo local no siempre lo acompañaron. Aun así, con una mentalidad más madura, retomó su camino. Su verdadera explosión llegó con “Todo Blue”, agrupación que lo llevó a escenarios internacionales, como Chile, Argentina, Perú, Brasil y hasta el emblemático Luna Park. “Con Saymon formamos algo muy grande, llegamos a ser número uno en presentaciones, canciones, producciones… fue una locura”, cuenta.
Luego vendría Cartel Q’mbiero, su actual agrupación, donde busca consolidar una nueva etapa. “Es una banda hermosa, tiene altibajos como todas, pero me siento cómodo, es una familia”. En medio de la crisis económica, Chelo celebra poder seguir trabajando. Sin embargo, su historia también ha estado marcada por la polémica y la vulnerabilidad. “Mi carrera ha sido polémica porque siempre digo la verdad”, afirma. “Por ser sincero me han tildado de envidioso, de traidor. La gente no sabe lo que se vive dentro del medio. Hay momentos en que el odio del público te puede destruir”.
Así en la entrevista con El Compadre, el artista se sincera sobre su salud mental, “he visto suicidios en este medio. La gente cree que lloras un rato y estás bien, pero las secuelas son terribles. A veces fingimos estar bien, pero por dentro estamos rotos”. Su mayor obstáculo hoy no es profesional, sino emocional y mental. “Estoy peleando con el amor propio, con mi autoestima. Tuve una relación larga que terminó mal y justo coincidió con una pausa en mi carrera. No me sentía bien ni con la música ni conmigo mismo”. Esta situación lo llevó a tomarse una pausa de dos meses en su música. “La gente piensa que uno se rinde, pero a veces simplemente necesitas reencontrarte”. Hoy, Chelo escribe nuevamente, reflexiona sobre su recorrido y así ha decidido que su mayor reto es seguir siendo auténtico. “Mi futuro depende de mí, y aunque ahora no me sienta preparado, sé que voy a volver más fuerte”.
Hoy, con 24 años, el artista asegura que su historia apenas está empezando. Vivió el vértigo de la fama, la exposición mediática y las críticas más duras, pero también encontró nuevos caminos. Emprendió su marca de ropa, “Jamaica”, y cursa una carrera en Ciencias Audiovisuales. “Quiero estar en la moda, crear algo distinto. No quiero depender solo de la música”, se propone.
‘CANTARÉ MIENTRAS TENGA VOZ’
Chelo Cornejo está pasando por problemas de salud con su voz: úlceras de contacto y nódulos en la garganta, pero eso no resta el concepto definido que tiene de la cumbia boliviana, porque él es un protagonista de un movimiento cada día más grande. “No sé cuánto tiempo más podré cantar, pero mientras tenga voz, voy a seguir aportando a la música boliviana”.
Pues resulta que para Chelo, como esa generación boliviana que disfruta de este género, la cumbia boliviana está en expansión, porque suena en Argentina, Perú o Brasil. “La cumbia boliviana es promesa de futuro, tiene sabor y tiene identidad. Yo le veo mucho camino por delante”. Cordero afirmó que se siente en casa cuando está arriba de un escenario. “Para mí todos los escenarios son del mismo tamaño, son mi hogar”, dijo con una sonrisa. Detrás de la figura carismática y talentosa que el público aplaude, hay un joven que conoció el éxito, el rechazo, la depresión y la esperanza. Un artista que, entre luces y sombras, sigue creyendo que cantar y conectar con la gente es la forma más honesta de sobrevivir.
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