La inflación es el incremento sostenido de precios de las mercancías que se compran y venden en el mercado de mercancías destinadas a los hogares y se la mide a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC); a febrero de 2023 registró una variación negativa de 0.44 y la acumulada hasta febrero –que incluye enero- fue de -0.11%, lo que significa que nuestra moneda –la boliviana- mantiene su valor. Esto significa el boliviano que tiene la capacidad de comprar casi la misma cantidad de mercancías en diferentes momentos del tiempo; y, esto es, desde cualquier punto de vista, loable, puesto que se da en un mar de inflación mundial.
Este hecho es una buena noticia, sin duda. Por lo que las familias bolivianas gozamos de estabilidad y certidumbre; y los productores de mercancías y servicios pueden continuar con su acumulación de capital. Sin embargo, en los últimos días hubo intentos de quebrar esta cualidad de las políticas económicas a través de un ataque especulativo sistemático, pero, que al final no tuvieron éxito en su pretendida acción claramente desestabilizadora.
Este comportamiento de precios estables en el mercado es resultado de medidas aplicadas desde muchos años. Una de estas medidas es el sostenimiento del tipo de cambio fijo, que es uno de los principales determinantes de mantener los precios estables. Sabemos que la conformación de los precios en el proceso de trabajo y en el mercado de mercancías es demasiado sensible al tipo de cambio nominal dada la estructura de la producción boliviana y de toda Latinoamérica.
Sin embargo, estos últimos días se dio un ataque especulativo de gran magnitud desde diferentes flancos con una determinada estrategia con el objetivo de alterar el tipo de cambio de manera ficticia sin atender a una base real, desarrollando, de esta manera, el libreto de las recetas recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su Artículo IV hecho en septiembre de 2022 cuyo objetivo es, en esa idea trasnochada, de restaurar el orden neoliberal.
Nítidamente se puede observar que las pretensiones aventurescas de algunos políticos y economistas conjuntamente con especuladores de toda laya, son las de generar una espiral inflacionaria que desemboque en un desequilibrio de la economía en su conjunto, donde los más perjudicados serán las clases populares que tienen ingresos fijos lo que ocasionaría un deterioro en sus condiciones de vida; los beneficiarios serían los empresarios que podrían ajustar los precios para sostener y/o incrementar sus tasas de ganancia a costa de los salarios de los trabajadores.
Es pertinente indicar que el sostenimiento del tipo de cambio fijo está enmarcado dentro de un conjunto de medidas de política económica que tiene como elemento central la bolivianización y la otorgación de grados de libertad al ente emisor para influir en el sector real (la producción material de mercancías) de la economía a través del sistema financiero y que por esta razón la moneda nacional tiene fortaleza en las transacciones internas dónde el dólar es un referente de conversión para las transacciones mayores.
Pero, no debemos olvidar que el dólar se constituye en dinero que permite mantener las relaciones comerciales con el resto del mundo, por lo que se debe continuar con el modelo de sustitución de importaciones donde debe identificarse con toda precisión las mercancías a ser sustituidas y fortalecer las mercancías a ser exportadas generadores de divisas que tengan la capacidad de constituirse en dinamizadoras de la actividad económica hasta conformar un circulo virtuoso entre las importaciones y las exportaciones donde el Estado tenga la cualidad de llevar adelante el proceso de desarrollo.
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