En sus postrimerías, el país multipluri viene agitándose en un maremágnum de narcotráfico que ya tiene todos los ingredientes de otros lares: materia prima, elaboración de droga, acopio, comercialización, lavado de dinero, refinación, tráfico de sustancias químicas, consumo, tránsito, exportación, violencia, delincuencia, crimen y presencia de cárteles internacionales que hacen su agosto en el país, sin mucho trámite.
Y así, en esta dolorosa realidad, aparecen dos viejos protagonistas: Elba Terán, conocida narcotraficante que según alguna prensa debía estar 15 años presa, y ¡oh sorpresa!, sigue jodiendo, perdón, sigue narcotraficando. Por otra parte, Felipe Cáceres, viejo “Zar antidrogas multipluri”, al que le dan solo detención domiciliaria con derecho al trabajo después de haber sido encontrado prácticamente en flagrancia con su presunta fábrica de cocaína, recibe una “suave” detención preventiva. Lo de Cáceres es, por decir lo menos, anecdótico. Una fábrica de clorhidrato de cocaína en su propiedad (él ya niega que fuera parte de su propiedad), donde se fabricaban entre 150 a 160 kg de cocaína por día. O sea, no es chiste la fabriquita.
Uno se pone a pensar que Felipe Cáceres, todavía presunto narco, si es tal, ¿se valió de su cargo para dedicarse a la actividad ilícita? ¿Cuánto tiempo lleva en tal actividad? ¿Cuántos más sabían de sus presuntas fechorías? ¿A cuántos más, arriba y abajo, presuntamente otra vez, les dio una o varias “mordididitas”? ¿Repartía sus ingresos? ¿daba porcentajes a quienes se hacían los dormidos? ¿Cómo importaba las sustancias químicas necesarias para la fábrica? ¿Cómo, presuntamente, comercializaba el producto? ¿Con quiénes comerciaba? ¿tenía participación en el transporte y distribución? ¿tenía socios? Muchas preguntas que solo se pueden absolver después de una profunda e imparcial investigación. ¿Habrá juicio? ¿Cuánto durará? Son muchas preguntas, pero que dan idea de la magnitud del negocio ilícito; aunque todo, ojo, todo todavía está en el marco de la presunción.
Es difícil, además, que una actividad de este tipo y magnitud, pase desapercibida para el círculo inmediato del ex zar antidrogas. Si las investigaciones avanzan de manera profesional y no política, con investigadores imparciales, su entorno presuntamente aparecerá, ya no “salpicado”, si no mojado de narcotráfico, porque sus allegados probablemente sabían de sus actividades. Una pregunta más, que uno no puede dejar de hacerse, es ¿cómo hacía para convencer al público que realmente encabezaba la lucha contra el narcotráfico? ¿Y la droga que se encontraba durante su gestión, era droga o era cal nomás o qué era? Es que todo el tema ya da lugar a un sinfín de especulaciones.
La justicia - ¡ay la “justicia” – ¿tendrá todavía nexos con el ejecutivo? O, lo que sería peor, ¿con antiguos miembros del ejecutivo como Cáceres? Porque además parece que estos “jueces” no tienen un ápice de vergüenza y no le temen – en absoluto – a la opinión pública. Tienen una actitud tan cínica y desvergonzada que después de sus “determinaciones” salen a caminar por la calle, como si nada hubiera pasado. Que le hayan dado “detención domiciliaria” mientras se investiga una actividad criminal de tal envergadura, solo se explica a través de la corrupción (¿los jueces participaron en el pasado de algunas “aceiteadas”? ¿o los “aceitearon”, como dice mi compadre jumechi, “ipso pucho”?) Ojo: son “especulaciones”.
Todavía hay mucho que escarbar en este tema. Veremos que pasa. Ojalá no quede en la nada…
Camilo José Cela, escritor español, premio Nóbel de literatura, una vez dijo: “No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.” De acuerdo a lo dicho, Felipe Cáceres, de “estar jodiendo” ahora “está jodido” ¿dormirá en las noches?
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