Marzo 29, 2024 [G]:

¿Por qué es tan importante exportar más?

Si mal no recuerdo, siendo estudiante leí también que “la historia del comercio internacional, es la historia de la civilización y del progreso humano”, y evidencié que era verdad. Mucho más ahora, con la revolución de la tecnología, el transporte, la comunicación y la información, tal aseveración ha pasado a ser una verdad de Perogrullo.


Lunes 28 de Agosto de 2017, 10:30am






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Que un país exporte es algo tan bueno, que su utilidad no debería admitir duda alguna, de ahí que los Estados se prodigan en políticas públicas de largo aliento para promover la expansión sostenida de la producción para que -una vez satisfecho su mercado interno- los excedentes puedan ser vendidos libremente al exterior, logrando grandes beneficios.

Cuando era universitario aún aprendí que un país que exporta internacionaliza sus empresas, haciendo que su economía crezca a tasas superiores a las que su propio mercado interno lo permitiera. Y en el ejercicio de mi profesión por tres décadas, comprobé que el aferrarse a que el mercado interno sea el único o el principal motor para que un país pequeño salga del subdesarrollo, no pasa de ser una quimera -hablando de una economía formal- siendo que su demanda siempre será menor que la creciente demanda mundial.

Si mal no recuerdo, siendo estudiante leí también que “la historia del comercio internacional, es la historia de la civilización y del progreso humano”, y evidencié que era verdad. Mucho más ahora, con la revolución de la tecnología, el transporte, la comunicación y la información, tal aseveración ha pasado a ser una verdad de Perogrullo.

Lo cierto es que la evidencia empírica -fáctica, crítica, objetiva e irrefutable- da cuenta que los países que más apostaron por una apertura e integración de sus economías al mundo de una forma inteligentemente administrada -vis a vis la construcción de su competitividad sistémica en base a la buena educación, capacitación, investigación y desarrollo del conocimiento- son los que más réditos sostenibles han logrado.

Entre las más notables experiencias exitosas derivadas de amalgamar virtuosamente el capital de inversión, el know how para la producción y gestión administrativa, con el acceso al mercado mundial, están los tigres y dragones asiáticos -como Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán- brillando con luz propia la China comunista, constituida hoy por hoy en una portentosa fábrica global de manufacturas con valor agregado gracias a la deslocalización productiva de empresas que migraron de Occidente, a su geografía.

Existen sobradas razones para apostar por la exportación: primero, porque ningún país es plenamente autárquico, así que precisará importar lo que no produce o lo que no produce eficientemente, y exportará lo que genera competitivamente, en exceso; pero además, porque día que pasa los países en el mundo están más y más interdependientes entre sí y el medio natural para esta conexión es el comercio, vale decir, la compra-venta.

Por definición, un país que es solvente al exportar es aquel que produce competitivamente un bien -aunque se puede exportar también servicios- para poder venderlo más allá de sus fronteras. Ahora, para exportar, primero debe generarse una producción y para que ésta ocurra, necesariamente deberá haber habido una inversión, un esfuerzo productivo.

Si pensamos bien, a lo largo del proceso de inversión, producción y exportación se da una serie de encadenamientos productivos y todo ello supone la creación de riqueza y empleo. Y, siendo que el trabajador normalmente es el jefe de hogar o la mujer que hace las veces de aquél por necesidad, llegamos a la feliz conclusión de que detrás de cada empleo hay una familia, lo que implica no solo muchas bocas por alimentar sino también necesidades de educación, salud y otras más por atender, y eso se hace con dinero.

De tal suerte que, haciendo un apretado resumen de su importancia y significado, podríamos llegar a concluir que si bien la exportación es principalmente una actividad que los agentes económicos, normalmente privados, encaran con la esperanza de rentabilizar su inversión, su trascendencia no solo se da desde el punto de vista de su contribución al crecimiento sino también al desarrollo por medio de la generación de empleos dignos y con ello ingresos para la población. De ahí que no resulta exagerado decir que el “rostro social” de las exportaciones son los empleos, con la consecuente mejora del bienestar para la población del país que exporta...

"EL DEBER" -  DIARIO MAYOR,  Santa Cruz, 27 de agosto de 2017

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