5 de diciembre (Jacqueline Maydana).- Juan sostiene fuertemente sus pertenencias y mira a su alrededor, una gran cantidad de personas lo rodean y caminan apurados. Él se dirige hacia la Extranca de Río Seco, pero debe pasar por el puente de Río Seco para llegar a una parada de minibuses, casi al frente del Hospital del Norte. Juan está apurado y es que la hora no es su aliada, el reloj marca las 20.00; a su derecha hay comerciantes y transeúntes que lo empujan, mientras a la izquierda se forma una larga fila de vehículos en una parada ilegal, algo que le corta el paso. Es el reino del caos. En medio de los bocinazos se escucha el sonido de una puerta de minibús cerrándose y a un hombre que huye tras robar el celular de un pasajero. El ladrón se va feliz con su botín.
Todos los días, el escenario es igual: el desorden y el caos son cómplices de la inseguridad, una realidad que deteriora cada vez más la vida de los vecinos de Río Seco y de quienes deben pasar por ese punto rumbo a sus domicilios en zonas alejadas. La travesía comienza en la calle 7, hasta la estación de la línea Azul de Mi Teleférico. Hay quienes se encomiendan a Dios para sortear este sector con éxito.
La urbanización de Río Seco tiene 40 años, pertenece al Distrito 4. Los dirigentes aseguran que la población aumenta cada día. Río Seco es un punto estratégico, donde los vehículos se dirigen de una zona para otra. El comercio es enorme, pese a que la construcción del Puente Distribuidor de Río Seco ha obligado a cerrar parte de la vía principal.
El comercio inicia desde la pasarela que antecede al puente de Río Seco. Los comerciantes ocupan grandes espacios de la avenida Juan Pablo II ofreciendo una variedad de productos; desde comida hasta ropa usada y la actividad comercial se prolonga hasta el Hospital del Norte. Los vecinos se dan modos para seguir su camino sin tropezar por el poco espacio. Al frente está el Multicine y pasos más adelante hay una feria improvisada.
En los últimos días, la inseguridad dejó un hecho estremecedor. A las 7.40, personal de la Guardia Municipal reportó que se encontró a una persona fallecida en la avenida Túpac Katari, en el puente de Río Seco. Era una mujer de entre 20 y 25 años. Se desconoce la causa de la muerte.
El distribuidor agrava el miedo
En medio del caos, el comercio informal y la delincuencia, la construcción del distribuidor de Río Seco agrava el miedo de los vecinos. Hay calles que han quedado casi cerradas y oscuras.
El vicepresidente de la zona Río Seco Extranca, Pedro Luis Yauli, asegura que la construcción del distribuidor de Río Seco provocó un aumento de la delincuencia. Yauli vive en el sector desde su nacimiento. “A medida que ha crecido la zona, ha ido creciendo el comercio y cuando esto ocurre también crece la delincuencia (…) esto sí es casi como la Ceja, cuando se entregue el proyecto seguirá siendo así y quién sabe más aún”, lamenta el vecino, que vive frente al distribuidor, un espacio que ha quedado casi abandonado, sin tiendas.
“Cuando me percato de que no hay nadie, trato de caminar rápido, pero cuando nuestros hijos llegan de noche, tenemos que salir para esperarles, ya no es lo mismo (…) muchas veces les han hecho corretear a mis sobrinas en este sector”, relata señalando la calle en el que vive.
El lento avance en la construcción del distribuidor es un factor directo para la inseguridad. Explica que pasó demasiado tiempo desde su contrato. El proyecto fue firmado el 2 de diciembre del 2022 y la obra comenzó el 21 de enero del 2023 con un plazo de ejecución de 440 días calendario.
La obra debía ser entregada el 5 de abril del 2024, pero fue postergada. La Alcaldía afirmó que los atrasos se deben a la falta de presupuesto y aseguró la entrega para enero de este año y también fue una falsa alarma. Esta demora es el dolor de cabeza de los vecinos. “Cuentan que una persona ha sido atracada por este sector y que habría muerto; el proyecto es muy grande y como estamos ‘enjaulados’ siempre habrá inseguridad, era una persona de 35 años que falleció recién”, comenta.
Cuando cae la noche, Río Seco se transforma. A partir de las 20.00, todo mundo sabe que el peligro es más fuerte, pues en las mañanas también hay robos. Las luces del alumbrado público son insuficientes y los vecinos sienten que pueden ser sorprendidos en cualquier momento.
“En la noche es tenebroso, no hay movilidades que circulan, caminar por aquí de noche es muy peligroso porque es oscuro. No se ve bien quiénes caminan, quiénes estarán detrás o adelante, es preocupante”.
Así en este ambiente, muchas personas prefieren no caminar solas y quienes viven más lejos deben pedir a familiares que las recojan. Yauli también afirma que el abandono de la obra perjudica a comerciantes. Dice que muchos de los vecinos tenían grandes negocios, ahora no tienen venta.
Elvira es una vecina del sector hace más de 40 años. Sale a vender todos los días, en una de las calles que de noche se convierte en vacía. Asegura que los manzanos 1 y 2 son aún más peligrosos, en gran parte por la construcción inconclusa del puente distribuidor.
“En la noche puedes caminar hasta las 09.00, para más adelante, los delincuentes ya están caminando, es nuestro reclamo. Que el puente se acabe de una vez, estamos aguantando tres años, las tiendas están vacías. Hasta nuestros jóvenes, les esperamos a que lleguen, nos da miedo ya no se puede confiar, hay mucha inseguridad”, menciona.
Robos constantes
Los robos predominan en los sectores con más comercio y desorden. “Donde hacen trameajes los conductores, es un nido de delincuentes, ahí hacen su agosto”, afirma Yauli.
Sonia, comerciante del sector, relata que cada noche observa a grupos de delincuentes robar celulares y desaparecer entre la multitud. El modus operandi es siempre igual, aprovechan que haya minibuses estacionados esperando pasajero en paradas ilegales o las infinitas trancaderas para robar a sus víctimas.
“Es pan de todos los días, a veces sube como pasajero y les roban celulares a quienes están más distraídos. Estos caminan en grupos de cinco o cuatro (…) tenemos miedo de denunciar, porque nos siguen a nuestras casas”, asevera Sonia, quien vende hace más de 20 años.
María, otra comerciante cerca del Hospital del Norte, asegura que los robos no solo ocurren en la noche, sino también en la mañana, desde tempranas horas, cuando ellas apenas empiezan a acomodar su mercadería.
“Se llevan bolsas, nuestros celulares y nos estudian, caminan entre seis o cinco, se comunican y roban mercadería hasta de los camiones”, indica María.
Jessica, que también vende por el sector del puente de Río Seco, cuenta que en una ocasión se atrapó a una joven en pleno robo. La mujer tenía consigo 25 celulares y la gente le cortó el pelo a modo de justicia.
“Se ha encontrado una cosa de 25 celulares en una de ellas, la gente le ha cortado el cabello. Pero seguro ha sido soltada, porque con la Policía ni contar, están en confabulación con estos delincuentes”.
La delincuencia aumenta durante los días de feria: martes y viernes. La vendedora menciona que con todo este peligro lo único que le queda es recomendar a sus hijos. “Yo les digo: ‘si te roban el celular, tu vida vale más, quien sabe que me lo matan a mi hijo’”.
Jessica relata que los “carteristas” están a la orden del día, aprovechan las concentraciones de personas y el desorden para robar carteras. “De pronto se oye ‘mi cartera’, nada podemos hacer, ni cómo ayudar”.
“No falta alguien valiente que le dice ‘él te ha robado’ y al momento de revisarle no tiene el bulto son cómplices entre todos, se amontonan y aprovechan eso los ladrones”, dice Ana, otra comerciante.
Las comerciantes también son víctimas
“Le reclamé y me amenazó y me ha perseguido hasta donde vivo, diciéndome que me iba a matar”, cuenta Ana, quien una vez descubrió a un ladrón robándole su mercadería y desde entonces teme por su bienestar.
Los delincuentes no temen ser atrapados. Saben perfectamente que sus víctimas solo se limitarán a quejarse, porque temen hasta por su vida. Han robado coches con sombrillas a “vista y paciencia de la gente” y hasta cuchillos para atracar.
Los viajeros están en la mira de los ladrones
Río Seco tiene al menos ocho paradas ilegales. Unas más grandes que otras, pero con la misma consecuencia: la delincuencia. Una de esas paradas es el de Desaguadero, en pleno puente de Río Seco. Ahí, cada viernes gran cantidad de personas trasladan bultos y equipajes y en medio del desorden, pierden sus pertenencias.
Ana, que vende cerca del puente, explica cómo los delincuentes operan en parada. Forman grupos de seis personas que rondan por el sector. “Aquí incluso hay robo de bultos. Los ladrones aprovechan las trancaderas, algunos incluso son agresivos y arrojan con cosas si uno les delata, algunos caminan con cuchillos”.
Incluso, cuenta que su madre escuchó hablar así a los delincuentes: “‘Aquí descargan los de Desaguadero, tú me entregarás bultos y tú me das la mitad’ (…) las víctimas no saben qué hacer”.
Otra parada ilegal es formada por minibuses que parten a San Roque, sus filas son enormes y dejan poco espacio para los transeúntes y con posibilidades a los ladrones. Cuadras más abajo hay minibuses que hacen filas para las zonas Villa Ingenio y Tahuantinsuyo. Al frente, para Viviendas, camino a Laja y otros, todos rodeados por delincuentes.
En sus varios años como comerciante, Ana dice que reconoce a los ladrones. “Yo ya me he fichado a los ladrones, como me quedo aquí hasta las 08.30, los ladrones son evidentes, se hacen señas”.


