Diciembre 07, 2025 -HC-

El ocaso de Aurora: entre la quita de puntos y la sombra del dopaje ajeno


Jueves 4 de Diciembre de 2025, 7:15am






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El comunicado oficial emitido por el club Aurora, en el que se denuncia la supuesta actuación irregular del jugador Fernando Arismendi en GV San José, ha encendido nuevamente las alarmas sobre la fragilidad institucional del fútbol boliviano. La acusación sostiene que el futbolista uruguayo habría incumplido una sanción por dopaje positivo dictada en 2024, cuando aún vestía la camiseta de Blooming. Sin embargo, hasta el momento, ni la Federación Boliviana de Fútbol ni el propio GV San José han emitido pronunciamiento alguno, lo que convierte este episodio en un litigio expuesto únicamente en el terreno de la opinión pública.

La controversia se asemeja a un espejo que refleja las grietas del sistema disciplinario nacional. Aurora, al hacer pública su denuncia, interpela no solo a su rival circunstancial, sino también a la estructura regulatoria que debería garantizar la transparencia de las competiciones. La ausencia de respuesta oficial de la FBF y del club involucrado genera un vacío interpretativo que, como un eco en un anfiteatro vacío, amplifica la incertidumbre y erosiona la confianza de los aficionados en la justicia deportiva.

El caso Arismendi, más allá de la coyuntura, desnuda la precariedad de los mecanismos de control antidopaje en Bolivia. Una sanción que debería ser ejecutada con la precisión de un compás se diluye en la ambigüedad de los procedimientos administrativos. La analogía con un manuscrito inconcluso resulta inevitable: las páginas de la normativa están escritas, pero la historia de su aplicación permanece truncada, dejando espacio para la improvisación y la polémica.

Aurora exige la quita de puntos de los partidos en los que Arismendi participó, lo cual plantea un dilema ético y jurídico. ¿Debe prevalecer la estricta aplicación de la norma, aun cuando los órganos competentes no se han manifestado? La imparcialidad obliga a reconocer que, en ausencia de un fallo federativo, la denuncia se mantiene en el terreno de lo declarativo, sin fuerza vinculante. No obstante, la sola exposición pública del caso ya ha sembrado dudas sobre la legitimidad de los resultados deportivos.

Este episodio también revela la tendencia recurrente del fútbol boliviano a clausurar cada temporada bajo el signo de la controversia. Como un ritual inevitable, los escándalos disciplinarios y las disputas legales se convierten en protagonistas, relegando a un segundo plano la esencia misma del deporte: la competencia leal. El caso Arismendi se inscribe en esa dramaturgia, donde la polémica se erige como telón de fondo permanente.

En conclusión, la denuncia de Aurora no solo interpela a GV San José y a la figura de Fernando Arismendi, sino que expone la fragilidad de un sistema que parece incapaz de garantizar justicia deportiva sin recurrir al estrépito mediático. Mientras la Federación guarda silencio y los clubes implicados se abstienen de pronunciarse, el fútbol boliviano se asemeja a un escenario donde las reglas existen, pero su aplicación se difumina, dejando al espectáculo a merced de la controversia.

El club cochabambino arrastra un año caótico que comenzó con el escándalo de Gabriel Montaño, jugador que adulteró sus documentos para actuar como juvenil durante la temporada 2024. La sanción fue histórica: el Tribunal de Disciplina de la Federación Boliviana de Fútbol castigó a Aurora con la quita de 33 puntos antes de iniciar la temporada 2025, además de suspender al futbolista y a dirigentes implicados. Ese golpe, demoledor en lo deportivo y en lo institucional, condenó al equipo a transitar una campaña marcada por la precariedad y la certeza de un desenlace inevitable: el descenso.

Hoy, con la temporada prácticamente concluida y el retorno a su asociación departamental como destino inexorable, Aurora intenta prolongar su agonía apelando al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). La expectativa de un fallo favorable se convierte en la última tabla de salvación, aunque la realidad deportiva ya los ha sentenciado. En este contexto, las recientes denuncias contra GV San José por la actuación de Fernando Arismendi parecen más un recurso de supervivencia que una estrategia sólida, un intento de aferrarse a la categoría profesional en medio de un panorama que, como un naufragio anunciado, los arrastra hacia aguas más profundas.

Dicho en otras palabras, Aurora ya descendido, parece dar sus últimos aletazos de ahogado en busca de permanecer en la División Profesional, aferrándose a recursos legales y comunicados que más reflejan desesperación que verdadera esperanza. No le importa a quién golpear: cómo, cuándo y dónde.

La situación de Aurora, atrapado en el laberinto de sanciones y apelaciones, se asemeja a un organismo que, aun convaleciente, intenta prolongar su respiración en un entorno hostil. El castigo de 33 puntos, consecuencia de la adulteración documental de Gabriel Montaño, no solo significó la amputación de sus posibilidades deportivas, sino también la exposición de una fragilidad institucional que lo condena a la marginalidad. En este contexto, las denuncias contra GV San José por la actuación de Fernando Arismendi parecen más un recurso de supervivencia que un acto de justicia, como si el club buscara aferrarse a un madero en medio de un naufragio inevitable.

El recurso al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) se convierte en la última esperanza, una suerte de oráculo moderno al que se encomienda la fe de quienes ya han sido sentenciados por la realidad competitiva. Sin embargo, la objetividad periodística obliga a reconocer que, más allá de la retórica y las analogías, Aurora se encuentra en un estado irreversible: su descenso es el resultado de una concatenación de errores propios y sanciones inexorables. La metáfora del reloj sin cuerda resulta pertinente: aunque se aguarde un fallo externo que lo devuelva a la vida, el mecanismo interno ya ha dejado de funcionar, y lo que queda es la contemplación de un desenlace que, por más que se intente postergar, se muestra inevitablemente en el corto camino del descenso.

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